Capítulo 26

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Me encontraba en mi habitación llorando aun desconsolada. ¿Cómo puede ser posible? Todo este tiempo estuve...¿buscándome a mi misma?

En cuanto toqué el anillo, los recuerdos de mi vida pasada vinieron a mí, haciendome dar cuenta de la realidad. 

Erin... era yo.

Me sentía estupida, siempre tuve celos de mi misma. 

Recordaba todo lo que había pasado, la vida que llevaba antes. Mi madre y mi hermana María. Eramos las tres ya que mi padre nos había abandonado. Siempre fuimos muy unidas, y luego llegó Joshua a mi vida, haciendo más completa mi felicidad. 

Recordé el día en que lo conocí. 

Iba caminando por la calle, cuando tropecé y caí fuertemente al suelo. Un chico se acercó corriendo a mí.

-¿Estas bien?- Dijo.

-Si, esto...-mis palabras quedaron ahí, ya que cuando ví su mirada quedé hipnotizada. Esos ojos verdes me hicieron sentir una gran calma. Me hicieron sentir dentro de una burbuja la cual quería que durara para siempre.

Con el tiempo comenzamos a salir como amigos hasta que Joshua Holland se me declaró. Yo estaba muy feliz ya que yo sentía lo mismo.

A mi mente tambien vinieron los recuerdos de la muerte de Joshua. Cuando respondí el telefono escuché la voz de Raúl devastada.

-Erin...-Dijo sollozando.

-¿Que sucede, Raúl?- Mi voz sonaba temblorosa. La presión en mi pecho me acortaba la respiración.

-Joshua...-Escuchaba sus sollozos aún más fuerte.- Erin, él...- Con eso me decía todo. No eran necesarias las palabras.

¿Joshua... había muerto? Sentí como el vacio llenó mi cuerpo. ¡No podía estar pasando! ¡Él no podía abandonarme!

Quería decirle tantas cosas aún. Y el destino me jugó una mala pasada.

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Estuvé muchos días sin salir de mi habitación, ni siquiera iba al colegio. No podía. Revisaba mi celular, tenía millones de llamadas de los chicos, pero no podía responder a nada. Me encontraba inmersa en un shock tremendo. Mi abuela se pasaba a verme a la habitación pero yo le decía que no quería nada. Ella me dejaba la comida en mi habitación para que no muriera de hambre. 

Lloraba constantemente, pues no sabía que hacer. Si iba a visitar a Joshua diciendole que yo era Erin, lo más probable era que él no me creyera.

Luego a mi mente vinó ese recuerdo. En el que me contó la razón de su suicidio. ¡Fue mi culpa! Él vió cuando el estupido de mi amigo me besó. 

¿Por esa estupidez estabamos metido en este lio?

¡No lo podía creer! ¡No quería aceptarlo!

-¡Perdóname, Joshua!- Decía entre lágrimas mientras abrazaba mi almohada.

Perdí la cuenta de los días cuando recibí una visita inesperada. Claire estaba en mi habitación con la mirada entristecida. 

Ella era mi amiga, pero en estos momentos me encontraba totalmente confundida. ¿Debía contarle lo que descubrí?

Probablemente no me creería. 

-¡Alison!- Me dijo. ¡No! ¡Ese no era mi nombre! Mi mente era un desastre.

-Lo siento...-Susurré aun llorando. Ella se acercó abrazandome. A pesar de la circunstancias, me reconfortó. A pesar de todo nuestra amistad era sincera. 

-No te preocupes...-Dijo con voz dulce mientras acariciaba mi cabeza. 

Al final no le conté nada. No podía hacerlo, sentía que eso complicaría las cosas. 

Despues de unos días decidí salir nuevamente. No podía encerrarme allí de por vida. Debía hablar con Joshua. 

En cuanto volví al colegio, Davis con Vladimir me recibieron con un cálido abrazo. Les tenía un gran cariño a ese par. 

Traté de volver a la normalidad, pero me costaba mucho. Sentía que no pertenecía allí. Cuando estaba con mis amigos, mostraba mi radiante sonrisa. Eso era suficiente para engañarlos, pero al momento de volver a mi casa, las lagrimas salian sin parar mi frustración. 

No podía detener el dolor de mi pecho y la angustia de no saber que hacer.

Pasaron semanas, hasta que un día decidí que era el indicado para aclarar todo de una vez con Joshua. 

Cuando llegué a la mansión me invadieron los recuerdos. Muchas veces entraba a escondidas para estar con él. 

Recordé el día en que su madre nos encontró en su habitación. Nunca me había sentido tan humillada. ¿Por qué ella no me podía aceptar? ¿No bastaba con que hiciera feliz a su hijo?

Al parecer no. Siempre pensando en las cosas materiales, lo que hizo finalmente que su hijo se suicidara.

Quería explicarle ahora mas que nunca lo que había ocurrido ese día, en cuanto él me vió "besandome" con otro.

Entré a través del espejo. Joshua no se encontraba en su habitación, pero sabía perfectamente donde podía encontrarlo.

Siempre se sentaba junto al lago. Uno de los lugares más importantes de nuestra relación. 

Mis pasos iban lentos hasta encontrarme con la silueta del chico que tanto amaba y que nunca dejé de amar. 

Mis ojos se empaparon, él no notó mi presencia hasta que solté un fuerte sollozo.

Joshua se volteó con preocupación. Al ver mi estado se levantó del suelo y corrió hacía mí. 

-¡Alison!-Dijo abrazandome con fuerza- ¿Estas bien?- Me preguntó. Yo simplemente negué con la cabeza ya que las palabras no podían salir.

¡Era tan reconfortante tenerlo conmigo!

¡Pensaba que nunca más lo volvería a ver!

Lo abracé con fuerza sintiendo su olor. Ese que me volía loca. 

-Lo siento, Joshua...-Dije entrecortadamente. Él solo negó con una sonrisa suave. Miré sus ojos detenidamente. Eran los más bonitos que había visto en mi vida. Joshua acarició mi mejilla suavemente.- ...te extrañe...-Susurré. Él volvió a abrazarme soltando un fuerte suspiro.

-Yo tambien te extrañé, Alison.-Dijo.

 ¡No soy Alison! Gritaba mi mente.

Había llegado el momento. Debía decirle todo, sin importar su reacción, sin importar que no me creyera en lo absoluto.

Debía decirle que nunca me fuí, que siempre lo amé. 

¡Que nunca lo engañé!

El cielo estaba oscurecido, no había luna ni estrellas. Ese era mi escenario, en dónde daría un paso que quizá cambiaría mi vida para siempre.

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