Capítulo 27

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Joshua estaba sentado a mi lado. No se cuantas horas estuve llorando en sus brazos, pero él no dijo nada. Solo se dedicó a consolarme.

Por su mirada pude descifrar que esperaba que le contara que me había pasado. Yo no sabía como empezar.

-Joshua, yo...-Intenté decir pero aun así no me salían las palabras.

-Tranquila, si no puedes decirme ahora puedes hacerlo luego.-Sonrió.

¡No sonrías idiota!

-No.. yo tengo que decirte algo importante...-Susurré. Él asintió con una mueca, no se veía muy convencido.

-¿Sobre qué?- Preguntó.

-Ya se todo lo que pasó con... Erin.-Era raro decir mi nombre. Tenía un complejo con mi identidad ahora. Su mirada se transformó a una de sorpresa. 

-¿Qué ocurrió?-Preguntó. Sonaba ansioso. Y era lo más normal, por fin aclararía todas sus dudas.

Del bolsillo pequeño de mi mochila saqué el pequeño objeto que tenía guardado. Su mirada entristeció, y lo tomó suavemente con sus manos sin dejar de mirarlo.

-¿De dónde... lo sacaste?-Preguntó mientras apretaba con fuerza el anillo.

-Yo... fuí a la casa de Erin...-Expliqué.-¿te había dicho que soñaba con ella?-Él negó- Bueno, en unos de esos sueños ella me mostró el camino a su casa y ahí me econtré con María. Su hermana.- Joshua asintió con los ojos aguados.

-¿Qué pasó allí?- Preguntó tembloroso.

-Joshua... Erin... murió el mismo día que tú.- Solté las palabras, sin medir la tristeza que provocaría en él. Joshua comenzó a llorar. 

-¿Cómo murió?- Preguntó. 

-Cuando se enteró de tu muerte trató de visitarte y un auto la arrolló. Murió al instante- Mis ojos se empañaron ante el recuerdo. Joshua seguía llorando sin parar.

-Mi pobre Erin...-Sollozó. Me acerqué y lo abracé pasando mi brazo por su espalda.

-Joshua... no debes llorar por ella.-Susurré. Era el momento.

-¿Cómo no lo voy a hacer? El amor de mi vida ya no esta.- Se ahogaba con sus palabras, y era entendible. Esperaba que la noticia que le daría no lo afectara más.

-El amor de tu vida esta aquí...-Tomé su mano poniendola en mi pecho, justo en el lado del corazón. Su cara fue de espanto. La alejó con fuerza y comenzó a gritarme.

-¡Como vas a decir eso! ¡Tú no eres ella! ¡Nunca lo seras!- Mis lagrimas salieron presurosas.

-¡No, Joshua! Dejame explicarte...-Le supliqué. Él negó repetidas veces.

-¿Estas loca, acaso?-preguntó. A pesar de todo me estaba sintiendo mal con sus palabras.

-No... por favor...-Volví a suplicar. Al parecer mi mirada lo convenció ya que se relajó un poco su expresión. 

-Te escucho...-Suspiró.

-Cuando llegué a la casa de María, ella me mostró el anillo. Y ahí... yo... recuperé mis recuerdos.- Le dije. Sus ojos estaban aun mas confundidos.

-¿Qué quieres decir?- Preguntó asustado.

-Lo que quiero decir es... Joshua...-Suspiré y agaché mi mirada, pero luego la levante determinante. Él debía creerme-... yo soy Erin.

Joshua abrió los ojos con sospresa, aun sin creer lo que le decía.

-¡Imposible! ¡Me acabas de decir que Erin murió!-Gritó desesperado.

-¡Lo sé, y lo recuerdo! Pero al parecer mi alma quedo dentro de esta chica, o reencarné. ¡No lo sé! ¡El punto es que estoy aquí!- Grité ya frustrada ante su reacción.

-¿Puedes probarlo?- Preguntó ya más calmado, luego de unos minutos de completo silencio.

-Ponme a prueba...- Le dije completamente segura. Él asintió.

-¿En qué fecha nos conocimos?- Preguntó creyendo que con eso me pillaría.

-El 23 de mayo de 1952...- Le respondí. Él frunció el ceño.

-¿Cuándo te pedí matrimonio?- Preguntó nuevamente, sin poder creerlo.

-El 23 de mayo de 1953, querías conmemorar el día en que nos conocimos...- Le expliqué. Sabía que aun le costaba creerlo, pero iba por bueno camino.

El interrogatorio duró un largo rato. Tuve que decirle como nos conocimos, cuando fué nuestra primera vez, como nos deciamos entre nosotros cuando estabamos solos. Y nuestro lugar especial.

Sus ojos se empañaron y comenzó a dejar caer lagrimas.

-¿Siempre...siempre fuiste tú?- Preguntó aun sin creerlo. Yo asentí sintiendo las lagrimas cayendo por mis mejillas. Lo más probable es que me viera desastroza, pero eso era lo más minimo en este momento.-¡Eres tú, Erin!- me abrazó con fuerza, el cierlo oscuro nos cubría y la brisa helada pasaba, aunque ninguno de los dos la sentía, ya que estabamos tan inmersos en nuestro mundo. 

Despues de unos segundos reaccionó y me alejó de él, estaba dolido.

-¡Tú me engañaste!- Exclamó- ¡Te ví besarte con otro!- Mi corazón se encongió. Me dolía el hecho de solo pensar que él se había quitado la vida por ese estupido error. 

-¡Yo nunca te engañe!- Le dije.- Él no era nadie importante. Era un amigo, o eso creí, ese día dijo que tenía que decirme algo importante. Y cuando nos juntamos se me declaró y me besó, pero nada más. ¡No lo correspondí! ¡Al unico que he amado toda mi vida ha sido a tí!- Exclamé. Joshua se dió cuenta de todo como un valde de agua fría.

-Lo siento, Erin...-Agachó la mirada.- ...yo debí haberte escuchado antes de haber tomado esa decisión, ¡Pero estaba cegado por los celos! Yo...¡no pude controlarme!- Me acerqué a él, lo besé tiernamente a lo que él calló sus palabras.

-Ahora estamos juntos de nuevo, Joshua.-Le dije suavemente, él negó la cabeza repetidas veces.

-No es verdad. Tú estas viva, Erin. Yo no puedo salir de aquí...-Susurró. Ahí caí en la cuenta de lo que me estaba diciendo.

-Pero...-Intenté decir, pero él me interrumpió.

-La vida te dió otra oportunidad, Erin. Debes aprovecharla, debes vivir y hacer lo que nunca hiciste. Lo que siempre quisiste...-Susurró.- No puedo ser egoísta, todo esto fué mi culpa.

-Lo unico que siempre quisé fuiste tú...-Sollocé. No podía creer que ahora me estuviera pidiendo esto.

-No, Erin. No te preocupes por mí. Yo siempre te esperaré- Él sonrió amargamente.

¿Acaso esto era una despedida?

-No me digas adios, por favor...- Lloré. 

-No es un adios, es un hasta pronto. Además yo siempre estaré aquí cuando quieras visitarme pero debes seguir con tu vida.- ¿Por qué debía irme ahora que por fin lo había encontrado?

-¡No quiero!- Grité aferrandome a él con fuerza. Él me abrazó.

-Debes hacerlo, por mí...-Susurró sonriendo.

-No, Joshua...-Dije.

-Yo siempre te amaré, Erin. Y te esperaré. Lo prometo.

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Recordaba lo dulce de sus palabras. Mi habitación cada vez se sentía más fría. No tenía sentido todo lo que estaba pasando.

Hace algunos días había salido de la mansión para tratar de aclarar mis ideas. Todo era muy confuso. 

Me dedicaba a salir con mis amigos para despejarme un poco, pero en cuanto recordaba todo nuevamente mis animos quedaban por el suelo.

Me preguntaba constantemente, ¿Era esa la decisión correcta?

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