Capítulo 2. Un lugar llamado Hogwarts

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Entré por la gran puerta metálica. Sorprendentemente, aunque parecía antigua, no chirrió lo más mínimo. El castillo tenía unas vistas hermosas; grandes almenas, una torre con un enorme reloj, un precioso lago... me hacía sentirme en un lugar seguro. Decidí seguir el camino que llevaba a lo que parecía la puerta principal del castillo. Sin embargo, un ser gigantesco comparado conmigo, pero mucho mas bajo que un gigante me detuvo, cogiéndome por la parte trasera de la camisa.

- ¿Qué haces fuera del colegio? ¡Hoy domingo hay partido de Quidditch, si no estás animando a tu casa, solo puedes estar en la biblioteca, no dando una vuelta por el exterior!

- Se equivoca! Yo no... un momento, ha dicho Quidditch?

- Por las barbas de Merlín, jovencito no sé a que juegas pero ahora mismo vamos a hablar con el director Longbottom!

Tras atravesar innumerables pasillos con aquel hombre barbudo llevándome cogido de la camiseta llegamos a una estatua con una forma de gárgola.

- Algodón de azúcar! - Gritó 

Aquello me dejó confuso, recordaba haber comido alguna vez algodón de azúcar, una comida muy dulce hecha por los muggles, pero... ¿qué tenía que ver eso con una gárgola? Justo antes de preguntar, la gárgola empezó a girar, dejando a la vista unas escaleras justo detrás de ella. El hombre gigante y yo nos metimos dentro, y llegamos a una sala justo debajo.

- Señor Longbottom, he pillado a este alumno dándose un paseo por los exteriores del castillo.

Aquel hombre, Longbottom, se dio la vuelta. Parecía estar mirando una especie de pila con agua. Sinceramente, no sé que podía encontrar ahí.

- Muchas gracias Hagrid, puedes marcharte.

Aquel hombre barbudo se marchó, dejándonos a solas a aquel director y a mi, en una sala llena de cuadros de gente mayor moviéndose. En uno de ellos encontré a Dumbledore, el cual estaba ¿guiñándome el ojo? No, no podía ser, vale que sea un cuadro mágico en el que los retratos se muevan de un lado para otro, pero tener personalidad propia... lo dudo.

- Muy bien jovencito, ¿a qué casa perteneces?

- Señor, he intentado explicárselo al hombre de antes, no soy de ninguna casa ni se qué lugar es este

- ¿No te suena Hogwarts?

- ¿Cómo? ¿Estoy en Hogwarts? 

- Pues claro, ¿dónde creías que estabas si no? Pero eso es lo de menos, ¿cómo has llegado hasta aquí? 

- Estaba en el bosque cerca de aquí, junto a mi padre

-¿En el  bosque prohibido? - Me interrumpió

- Supongo, no sé su nombre. Mi padre discutió con un centauro, el cual se fue alegando que no nos protegería más de alguien más poderoso que Voldemort, cuando un destello rojo lanzó el maleficio prohibido, "Avada Kedavra", contra mi padre. Yo empecé a correr hasta llegar a la entrada de Hogwarts, donde me paró el hombre de antes.

Longbottom escuchaba atentamente mis palabras. Parecía desconcertado a la vez que preocupado.

- Está bien, ¿sabes algo de magia?

- Sé muy poco, mi padre no quiso que fuese a ninguna escuela de magia por mi seguridad.

- A partir de ahora estudiarás en Hogwarts. En este momento una lechuza ha ido a avisar a tu madre y a tu hermano

¡Es verdad, mi madre y mi hermano corren peligro! No me acordaba de ellos.

- No te preocupes, están a salvo - contestó Longbottom como si me hubiese leído la mente - ahora sígueme, vamos a ir al Gran Comedor, el partido de Quidditch habrá acabado ya y es la hora de la cena.

Erix BoltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora