Capítulo 4. Los materiales

31 4 0
                                    

Acabamos de cenar y me despedí de Liah, ella iba a la sala común y yo tenía que hablar aún con el director. Intentando recordar el camino de vuelta al despacho del director me encontré con un profesor. 

- Oh, tú eres el nuevo alumno de Slytherin, Erix, ¿me equivoco?

- Así es

- Permíteme que me presente, me llamo Mathew Moody y soy profesor de ayuda. Doy clases de hechizos aunque cualquier duda sobre otro tema así como para repasar otras asignaturas también estoy disponible, si quieres apuntarte a cualquiera de mis clases avísame y te hago un hueco en la lista.

- ¡Muchas gracias por la información! Estaré encantado de asistir a su clase de conjuros, aunque... le agradecería si ahora pudiese mostrarme como ir al despacho del director.

- Ajajaja claro que sí, todos nos hemos perdido aquí el primer día

Oír eso me alegraba, al menos sabía que no era el único un poco perdido. El profesor Mathew me acompañó hasta la estatua de la gárgola y se despidió.

- ¡Algodón de azúcar!

La estatua volvió a girar, permitiéndome llegar hasta el despacho.

- Bueno Erix, bienvenido a Hogwarts, escuela e magia y hechicería. Me acaba de llegar una respuesta de tu madre aceptando que estudies aquí. Ahora sólo nos queda resolver el tema del material y por supuesto tu compañero.

- ¿Compañero? - pregunté extrañado.

- Así es, los alumnos de Hogwarts tienen que tener una lechuza, gato o sapo. Yo mismo tuve un sapo, se llamaba Trevor.

- ¿Y tengo que cazar alguno de estos animales?

- Oh no, ajajaja, no, mañana irás con Hagrid, a quien ya conoces, al Callejón Diagón a comprarlo todo.

- Pero señor... yo no tengo dinero para pagarme todo.

- Tranquilo, tu madre ha enviado lo necesario como para permitirte todo eso. Ahora vete a dormir, mañana te espera un día largo. Cuando acabes en el Callejón Diagón quiero hablar contigo otra vez sobre el tema del asesino de tu padre.

- Está bien señor, buenas noches.

Salí del despacho y me dirigí a la sala común de Slytherin. Dentro de esta había dos escaleras, las cuales te llevaban al dormitorio de chicos o al de chicas. Liah me comentó que si alguien trataba de ir por las escaleras del dormitorio equivocado, estas se convertirían en una rampa con la que te ibas a llevar un buen porrazo. No sabía si era verdad o no, pero preferí no arriesgarme e ir directamente a la habitación de chicos. Me imagino que tendría que dormir con la ropa que llevaba puesta, unos vaqueros y la  sudadera, ya que no llevaba equipaje, y según me digo el director Longbottom, hasta mañana no iríamos a por mi túnica.

Llegué a la cama. Los chicos con los que compartía habitación ya estaban dormidos, así que no pude relacionarme mucho con ellos. De hecho, ni siquiera los conocía. Debajo de la cama podía ver un bulto enorme. Me asomé y me encontré una maleta. Supuse que sería para guardar mis cosas, así que la abrí. No podía creer lo que había dentro. ¡Toda mi ropa estaba ahí! Mis pantalones, camisas, camisetas, calcetines, pijama... "Este lugar es increíble" pensé. Me puse el pijama y me acosté. Al tumbarme lo primero que me vino a la cabeza fueron recuerdos de cuando era pequeño. Después mi madre, mi hermano y... mi padre. ¿Por qué nos ocultaría eso? ¿Por qué no quería ni que Lucas ni yo aprendiésemos magia? Entonces miles de imágenes revolotearon por mi cabeza. Mi padre hablando con la voz del centauro, el centauro yéndose tras discutir con mi padre, el fogonazo de luz, el "Avada Kedavra", yo corriendo por los bosques  hasta llegar a la puerta de Hogwarts. Todo esto mientras esa risa siniestra resonaba en mi cabeza. 

Erix BoltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora