treinta y cinco

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Cuando llegamos a la fiesta, Vanessa me dijo en el oído que iba a por unas copas, y me dejó sola. Otra vez. Esta vez que me busque ella si me pierde.

Me adentre dentro de lo que parecía ser una casa en ruinas y miré a la gente. Hablaban y se reían despreocupados, como si nada hubiera pasado con la policía.

“Es la segunda vez que nos vemos, ricitos.” Alguien se posicionó a mi lado. “A la tercera vez tienes que invitarme a algo.”

Cómo podría olvidar esa voz.

Lo miré.

“Y por qué no debería ser al revés?” Miré sus pestañas. Para ser un chico las tenía largas. “Tu fuiste quién me dió la pistola y yo la que menti al policía. Creo que el que me debe algo, eres tú”

Estaba empezando a gustarme encontrarme con el.

3:23 a. MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora