Dos.

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Estoy recostada en mi cama intentando aclarar mis pensamientos. ¿Porque demonios me sentía así? ¿Porque sentí ese cosquilleo en mi estómago cuando los profundos ojos marrones de Santiago me miraban fijamente? ¿Porque siento esta contracción en mi pecho cuando recuerdo lo de Alicia y él?

De repente un sonido me saca de mi ensimismamiento. Es un mensaje. De Santiago.

— ¡Hey Guapa! — una sonrisa se desliza de mis labios — ¿sigues celosa? No te pongas así conmigo, sabes que eres la única chica en mi vida. Bueno ya, poniéndome serio, no estés molesta conmigo, claro que te iba a contar ¿nos vamos juntos mañana a la escuela?

No quería que Santiago pensara que podía arreglar todo con un mensaje, así que decidí dejarlo en visto.

— ¡Fabiana, Mariana ha llegado! — grita mi mama desde la sala, no se porque se molesta en gritar cuando podría hacerla pasar de una vez.

— ¿Qué tal el cine? — dice Mariana, mi mejor amiga, entrando a la habitación.

— Pudo haber estado mejor — respondí.

— ¿y eso porque lo dices?

— He peleado con Santiago — respondo sin ganas.

— Ustedes se la pasan peleando la mitad del tiempo, pero saben que no pueden vivir el uno sin el otro — dice ella con aire despreocupado — pero dime ¿Porque se pelearon?

— Es que Santiago — me detengo y continuo con una mueca— ¡ hasta me asquea decirlo en voz alta!... Santiago se acostó con Alicia ¿¡puedes creerlo!?

Noto como el rostro de Mariana se convierte en uno de asombro, para después convertirse en una sonrisa contenida.

— ¿estas celosa? —pregunta Mariana en un tono de burla.

— ¿¡Que!? ¡no, no son celos!

— ¡no! ¡claro que no son celos! — dice, con sarcasmo — entonces ¿Qué es?

— Es... furia, enojo, frustración — respondo, empezando a ponerme nerviosa sin saber porque.

— ¡Sí, claro! — responde mi amiga, rodando los ojos al cielo — ¡por favor, Fabiana! Esta celosa, pero no entiendo porque si sabes que no es la primera vez que Santiago lo hace.

— Lo sé, pero es que... bueno tal vez si este un poco celosa, pero lo peor es ni siquiera yo sé por qué.

— Quizá es por que no te agrada Alicia.

— No, ha habido muchas chicas con las que Santiago ha salido que no me agradan y nunca me había sentido así.

Entonces después de un silencio noto como la mirada de Mariana se clava en mí y me asusto por un momento cuando sus ojos se abren desmesuradamente para después decir casi en un grito.

— ¿¡estas enamorada de Santiago!? — la pregunta, que más sonaba como una afirmación, me saca de balance.

— ¡Claro que no! ¿Cómo voy a estar enamorada de Santiago si ni siquiera me gusta? — respondo con indignación.

— Bueno, tal vez "enamorada" es una palabra muy fuerte, aunque no es imposible de que pase, pero te gusta Santiago — afirma mi amiga.

— No me gusta Santiago.

— Entonces, si no te gusta ¿Por qué te alteras? — dice, arqueando las cejas.

— ¡no estoy alterada!

— Claro que sí.

— ¡No!

— Si, solo escúchate — la total calma de su voz es un claro contraste con la mía, entonces caigo en la cuenta de que he estado gritando y puedo sentir como comienzo a ruborizarme.

— Ok, no me altero, pero no me gusta Santiago — digo con fingida tranquilidad.

— La primera señal para saber que te gusta es la negación — dice con total certeza.

Estoy a punto de contestarle cuando un sonido de mensaje en mi celular me interrumpe. Desbloqueo mi teléfono y veo que el mensaje es de Santiago.

— ¿¡Visto!? ¿¡es en serio Fabiana!? Al menos me hubieses mandado un pulgar arriba — leo pero sin abrir el mensaje — paso por ti mañana — y esta vez es una afirmación.

Parece que la expresión de mi rostro me delata porque mi amiga dice:

— Es Santiago ¿no?

Asiento.

— ¿Qué dice?

— Que pasara por mi mañana. 

Me desperté más temprano de lo usual para salir antes de mi casa y así cuando Santiago viniera por mí, mama le diría que ya me he ido. Eran 30 minutos antes de la hora en que normalmente me voy, planeaba pasar por Mariana para irnos juntas, estoy lista y segura de que Santiago, mientras yo bajó las escaleras de mi casa, estaría apenas levantándose.

Abrí la puerta de mi casa, victoriosa de que lo había logrado, cuando de pronto, me paralizo. Mi vista se posa en el chico sentado en la acera. Y estaba ahí, mirando un punto fijo en el suelo, ni siquiera me di cuenta de en qué momento avance cuando ya estaba a pocos metros de él, solo entonces se percata de mi presencia.

Sus ojos color marrón se encuentran con los míos y noto en su mirada que aún esta cansado. Sus labios gruesos están más rojos que nunca debido al frio de la mañana, su cabello esta sin peinar y su piel luce tan blanca.

— ¿S-Santiago? — pregunto, porque quiero estar segura que en verdad esta ahí y no es mi cerebro engañándome.

Entonces se levanta, se dirige hacia mí y se queda tan cerca que puedo sentir su perfume masculino.

— ¿esto es en serio, Fabiana? ¿Cómo puedes seguir enojada por algo tan insignificante? — dice, en un tono cansado que me hace sentir mal.

— ¿Desde hace cuánto estas aquí afuera? ¿Por qué? — respondo, ignorando sus preguntas.

— Eso no importa. Vine temprano porque te conozco y sabía que harías esto para no tener que irte conmigo — dice, con un tono de reproche — te conozco desde siempre, me sorprende que no hayas imaginado que yo sabría que harías esto si eres como mi hermana.

La simple palabra me destruye. ¿Porque arde tanto? ¿Porque duele tanto? ¿Porque después de tanto tiempo se siente mal que Santiago me vea como su hermana si él también ha sido eso para mí?

— ¿Cómo puedes seguir enojada? — su voz me saca de mis pensamientos y me trae de vuelta a la realidad.

— No, no estoy enojada — logro decir porque es cierto, ya no sigue enojada, me siento de otra forma muy distinta del enojo.

— Entonces ¿Porque me ibas a evitar ahora? — dice el en tono confundido.

— No, no lo sé, yo solo... bueno no importa ¿sabes? — digo forzando una sonrisa — no me hagas caso, ni yo me entiendo, quizás es solo el hecho de que he tenido mucho estrés últimamente, por tanta tarea y eso. Pero ya no importa, y vámonos que hace frio.

— ¿Estas segura que estas bien? No es bueno que te manejes con tanto estrés.

— Si, si estoy bien, en serio — digo con la mejor cara que puedo poner.

— ¿Todo bien entre nosotros?

— Sí, todo bien.

Me enamoré de mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora