Confusiones del corazón

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No es como si no pudiera llevar la situación, no, no se moría de los nervios, que va, tocarse no era necesario para la vida ¿Verdad? No estaba aterrado o confundido, era impensable, sólo no sabía actuar enfrente de él, claro, eso era, no quería decir nada el hecho de encerrarse en su casa durante toda la suspensión del trabajo, ni que su estómago se revolviera inquieto al ver una foto del rubio, eso no pasaba, ni siquiera las veía más de lo normal, claro que no, no significaba nada.

Golpeó su cabeza una y otra vez contra las baldosas del baño, se duchaba "tranquilamente" en un intento desesperado por aclarar sus pensamientos antes de ir a la oficina, no le molestaba el hecho que el otro sintiera algo por él, en algún momento se plateó la posibilidad, entonces, ¿Por qué se sentía tan jodidamente ansioso? Estaba muy preocupado, algo dentro de él se sacudía, no entendía el qué, pero no quería verle, ni estremecerse ante su voz, de sólo imaginarlo se volvía loco de los nervios, era su "mejor amigo", se repetía, con el que se había acostado en más de una ocasión, pero eso eran simples detalles, así como disfrutaba de su compañía enormemente, como le deseaba de manera casi insana, pero eso le hacía plantearse la tan temida pregunta ¿Qué sentía por Naruto?

Tenía claro que no le odiaba, por lo menos, no actualmente, ahora era evidente para cualquiera lo importante que era el ojiazul para su persona, tanto que no podía siquiera dejarle de pensar con frecuencia, en el último mes casi el doble de lo usual, pero eran simples tonterías, claro, que si a Naruto le gustaría tal cosa, que si deberían ir a cenar juntos en el nuevo puesto de comida de tal sitio, que si le invitaba a tal tienda para comprar kunai, que si iban juntos a la reunión de la generación, que si se ven en la casa de alguno para conversar, que si se besaban... aunque lo último era nuevo, no pudo evitar pensar en aquellas veces que tuvieron sexo, ahora entendía porque su tacto era diferente al de las chicas, que fuera hombre no era la cuestión, le acariciaba con un profundo cariño, sólo el rubio tenía ese fuego azuloso en las pupilas, llamas de amor y deseo, le tocaba como si lo añorara desde mucho tiempo atrás, eso en especial le intrigaba.




*.*.*




El edificio del Hokage se erguía intimidante para los forasteros, era uno de los edificios más altos de la aldea, contaba con las oficinas más importantes de la nación del fuego, después de todo, equivalía a una dependencia de gobierno, con diferentes departamentos que se centraban principalmente a la expedición, categorización, seguimiento y administración de misiones, así como de shinobis, principalmente de la aldea de la hoja, aunque también se contaba con registros de otras aldeas y naciones. En la época de paz que actualmente se encontraba, el tráfico y demanda de ninjas era mucho menor, pero no por ello dejaban de existir misiones de rangos altos, por lo que sólo aquellos más experimentados se reclutaban para supervisión de las nuevas generaciones, en especial de escuchar los informes, ese era el trabajo de Sasuke, aquel que con desidia entraba por las puertas principales de la torre, arrastrando los pies, como si el camino a la orca se tratara, no odiaba su trabajo, pero sabía las altas probabilidades que esto sumaba a encontrarse con su tormento.



-¡Sasuke! –Escuchó una animada voz a sus espaldas en la distancia.

-Ese idiota... -bufó y aceleró el paso, perdiéndose dentro del edificio.



Secreto a vocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora