6- How deep is your love

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Ya el sol se estaba desaparecer cuando finalmente llegamos a casa. Mi madre, a quien había llamado y avisado del incidente ya esperaba por nosotras fuera de la casa. Su semblante era de total preocupación, y yo la entendía, Lisa era más hija de ella que mía ya que yo a penas solo la traje al mundo.

En todo el trayecto Pablo no emitió sonido alguno, algo en mí pensó en un posible ataque de celos por la extraña forma de coqueteo del doctor pero descarté la idea al instante; tampoco deseaba hablar de nada con él, no era que teníamos muchos temas en común. Un mensaje breve de Samira llega a mi celular informando que ya estaban en casa deseando saber que Lisa se recuperaría pronto.

-Gracias una vez más Pablo.- Me dirige hasta él cuando llevó a Lisa hasta la sala de la casa. En respuesta por parte de él solo obtuve un ligero movimiento de cabeza y sin más encendió su camioneta para irse a su casa.

Luego de unos segundos más tarde decido entrar a casa. Mi madre terminaba de poner la cena mientras Lisa medio dormitaba sobre el sofá.

-Mamá...- Me siento en unos de los taburetes de la pequeña isleta de la cocina y poso mi mirada en ella.

-¿Sí?- Contesta aún sin mirarme.

Respiro profundo.

-Intento hacerlo bien.- Digo esperando a que entienda a que me refiero y así lo hace.

-Lo sé, Lissi.- Responde esta vez dirigiéndose hasta a mí.- Yo cuando te tuve a los 19 tampoco tenía idea de cómo hacerlo, apenas sabía cómo darte el seno, pero luego tu padre y yo fuimos creando nuestras propias técnicas y poco a poco lo logramos.- Toma mi cabeza entre sus manos y besa fugazmente mi frente como lo hacía desde que era pequeña.

Aprieto los ojos con fuerza.

-Pero sabes que Lisa no tiene padre...- Lorena (mi madre) pone un dedo sobre mis labio a sabiendas de que no es mi tema favorito y yo misma logro atormentándome poniéndolo sobre la mesa.

-Lo sé nena, pero de experiencia de cómo sobrellevar situaciones se que tienes de más. He visto como lo pasan las personas que van a una guerra y sé que te ha tocado vivir aquello. Has pasado por cosas desastrosas y cuidar de Lisa será esfuerzo menor. Solo debes de aprender a quererla y acostumbrarte a ella, lo demás vendrá solo..- Dice y ahí entra mi dilema.

-Pero ni siquiera eso se hacer. No sé como querer a mi propia hija, nunca tuve realmente una conexión directa con ella. Cuando estaba en mi vientre yo solo pensaba a desaparecerme y dejar de sufrir, ¿y qué decir de cuando comenzó a crecer? Mientras lo hacía yo estaba por ahí matando gente y haciendo desaparecer cualquier rastro de humanidad y sentimiento.- Mientras hablaba mi voz iba disminuyendo. Por un momento quise maldecir el haberme ido y dejar a lo probablemente más bello que puedo tener en la vida.

Pero ya el error estaba hecho.

-Se que lo harás mi niña, ya no te atormentes con eso.- Deposita otro beso en mi frente y se dispone a terminar lo que había estado haciendo.

Paso por la sala para dirigirme a mi habitación y veo como Lisa casi duerme mientras ve la tv con la pierna enyesada subida en un pequeño baúl que mi madre siempre tenía por ahí arrumbado. La sacudo levemente y la animo a tomar un baño.

Con mi ayuda se pone de pie y luego la tomo en brazos para subir las escaleras, pero ante la voz de mi madre me detiene.

-¿De casualidad has tomado la daga suiza de tu padre?- Me giro hasta su dirección.

-Si, he salido con ella todos estos días.- Ella asiente con el seño levemente fruncido y vuelve hasta donde estaba.

Subo las escaleras hasta llegar al baño. Siento su delgado cuerpo en una pequeño espacio alrededor del la bañera mientras luego la ayudo a quitar la comisa del uniforme del colegio y luego lo demás.

Déjame curarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora