24-Epílogo

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El mismo sueño donde moría se repetía una y otra vez. Era un bucle interminable.

Yo era feliz, me sentía bien pero una tristeza aguda, como si estuviera dejando algo súper importante atrás me mantenía aquí... en este sueño o esta vida.

No sé cuánto tiempo había transcurrido, recuerdo todo como si hubiera sido el día anterior pero estoy segura de que ya llevo un buen rato dormida. De pronto escucho voces, alguien llora, alguien me toca o simplemente se queda a mirarme y es como un fantasma. O quizás el fantasma sea yo. También he sentido dolores, agudos y punzante.

Hay días en los que lucho conmigo misma, quiero rendirme y finalmente morir o por fin despertar, retomar mi vida, pero simplemente se me hace imposible. Pero ese día había llegado, era hoy. Dentro de mis sueños, desperté más sensible, escuché absolutamente todo incluso sentía una presión en mi pecho, como ¿alguien succionando? No lo sé, quizás era producto de mi misma hipersensibilidad.

-Ha pasado mucho tiempo ya, creo que debería retomar la idea de desconectarla.- ¿Quién era ese? ¿A quién quería desconectar? ¿De qué habla?

-No Doctor, usted no es quien va a perder todo en la vida. Verla ahí, aunque sea inmóvil me da esperanzas de que vuelva a tenerla conmigo.

-Sé que es doloroso, pero debe entender que las probabilidades de que despierte son muy mínimas por no decir nulas.

-Dígame, ¿tiene o ha tenido alguien en coma?- Hubo un silencio.- Pues no vuelva a pedirme que deje morir a mi hija.

¿Morir? ¿Mamá? ¡NO!- Sigo aquí, ¿Qué pasará con Lisa, con Pablo, con mi vida?

-¡Doctor!- Escucho a mi madre exclamar.- Venga, la he visto mover un dedo.

Sigo poniendo de mi parte, quiero que sepan que sigo aquí, que aunque no sepa que ha pasado quiero volver, retomar mi vida, salir de este ciclo interminable.

-Vamos a revisar los monitores, esto es casi un milagro. Llamare a radiología para que le hagan un Tomografía a ver si hay actividad. –Escucho decir al hombre mientras siento toqueteos por todos lados.

Poco a poco voy abriendo mis ojos, la luz es horrible en este punto y me cuesta poder adaptarme a la misma mientras hay un silencio sepulcral en la sala, como si todo el mundo se detuviera y girara alrededor de mí.

-¿Mamá?- Observo a mi madre, mi voz es seca y gruesa, podría decir que incluso no me parecía ser yo quien hablaba. Ella parecía haber envejecido unos 20 años. Sus ojeras parecían azules sobre su pálida piel, su pelo con más canas de las que recuerdo y lagrimas acumulándose en sus ojos.

-Mi niña.- Se acerca hasta la camilla donde estoy con ambas manos sobre su boca y las palabras casi sin poder salir. Yo asiento y comienzo a sentir las lagrimas acumularse en mis lagrimales, tengo una breve idea de todo lo que ha pasado y con honestidad no quiero ni imaginar la agonía y el sufrimiento que ha pasado mi madre.

-Señora, debemos revisarla y confirmar que ni hayan atrofias por el coma en el que estuvo.

Mi madre aún sin poder creérselo asiente y da unos pasos hacia atrás, cerca de la salida y saca su teléfono para hacer unas llamadas.

-¡ahh!- Exclamo. Un fuerte dolor se instala en la parta baja de mi vientre y llevo mi pálida y débil mano hasta allí.

-Tranquila señora, hace dos semanas dio a luz y la cesárea es reciente.- Me explica la enfermera quien me inyectaba algo en la intravenosa.

-¿Qué?-  En este momento me doy cuenta de que realmente estuve postrada allí demasiado tiempo pero ¿un hijo? ¿Y dónde está?- Mi mirada viaja rápidamente hacia todo los lados como buscando a alguien o alguna respuesta ante mi pregunta no formulada, pero pronto empiezo a sentirme somnolienta y me dejo ir.

Déjame curarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora