Digimon Nueva Génesis Parte 8

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                                           13.  QUE EMPIECE EL SHOW

"Si me acerco mucho, me derrotará" pesaba Dante.

-Baby Burner- dijo Dante mientras escupía pequeñas bolas de fuego.

Renamon echó a andar hacia él esquivando los ataques, como si se teletransportara cada vez que le fuera a golpear uno.

-Touhakken- dijo aproximándose, y sus puños se cubrieron de una especie de llama azul.

Dante fue a escupirle a quema-ropa pero recibió un fuerte uppercut que lo dejó en el aire y desde todas las direcciones veía luces azules que se movían e impactaban como meteoros en su cuerpo. 

Cayó, como saco de papas al suelo, rebotando. 

Le corría sangre del hocico, tenía heridas y moretones por todo su cuerpo y un ojo estaba inyectado en sangre. Eran los restos de un moribundo digimon, pero aún seguía con vida.

-¡Dante!- gritó Alan y se quedó viendo, incrédulo, la imagen de su compañero sangrando y ese digimon parado a su lado, como si nada. Eso lo enfureció.

-Si así pelea tu compañero, no creo poder esperar mucho de ti- dijo Sol.

Renamon partió en carrera hacia él a tal velocidad que se volvió una mancha amarilla desplazándose.

-¡Touhakken!

Se escuchó una gran explosión como la detoncaión de algún edificio, seguida de muchos estridentes sonidos. Una gran ola de aire se avalanzó contra los espectadores segándoles la vista con el polvo.

Cuando cesó pudieron ver a esa Renamon, colgando de sus cabellos del cráneo, con su cuerpo tendido como una muñeca de trapo y sangre cayendo de su boca como el vomito de un borracho para luego disminuir en simples gotas. El humano, la sujetaba con sus manos, dejando a la vista de todos sus nudillos destrozados. Luego la dejó caer, como un carnicero desechando un trozo de carne putrefacto.

Todos los digimons que presenciaron ese cruel espectáculo estaban petrificados por el miedo. Algunos buscaban retroceder unos cuantos pasos, como si su inconsciente les dijera "escapa de ahí o morirás". Otros simplemente no reaccionaban, presas del miedo. Pero todos coincidían en lo mismo; su mejor guerrera había caído.

Sol, atónita, sólo miraba con ojos tan abiertos como lunas y tan carentes alegría como unn funeral. Empezó a dar pasos hacia ella, se arrodilló y levantó la cabeza de ese cuerpo abatido, buscando alguna señal de vida como un ratón desesperado por encontrar algun rastro de comida en el piso.

-Ren... Renamon...

Alan, a menos de dos metros, precisaba la cruda imagen que había creado. Si sus golpes no pudieron dañarlo, la culpa lo destruía.

El cadáver pareció tocer y respirar.

-¡Renamon! -gritó con lágrimas en los ojos- ¡Estás viva!

-Estaré bien, tú encárgate de ganar- parecía decirle en un complicado e incomprensible lenguaje de los muertos. Pero su compañera lo entendió.

Y le  sonrió.

La chica se puso de pie, se secó las lágrimas con la manga de su traje y miró al público- lleven a Renamon y a Agumon X a la enfermería- luego se dirigió a Alan- nosotros tenemos que resolver algo. 

Luego se puso en guardia. Alan le imitó.

Sol corrió hacia él y le lanzó una patada que pudo bloquear sin problemas, pero por alguna razón cayó al piso.

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