William y Rudy

1.6K 100 1
                                    

Esa misma mañana un chico rubio de ojos azules, de complexión delgada y de unos 18 años se levantó de su cama y se acercó a la cama de su compañero, un chico de su misma edad con el pelo negro, pero más musculado que él. Iba a despertarlo cuando una idea infantil se le pasó por la cabeza, y se tiró encima de él, haciendo que se despertara sobresaltado.

-¿Qué? ¡Rudy!

-Despierta, ya es tarde. -Se giró a su despertador y después me miró enfadado.

-Son las 7:30...Te odio. -Cayó de nuevo sobre la almohada y cerró los ojos. -Vuelve a tu cama.

-Pero yo no tengo sueño. ¿Will? Venga Will...despierta. -Lo zarandeé un poco y conseguí que volviera a abrir los ojos.

-Recuérdame que la próxima vez te encadene a tu cama. -Gruñó enfadado y se levantó de la cama. -¿Por qué rayos te despiertas tan temprano?

-Para que tú no te quedes dormido por la mañana.

Se metió en el baño y yo esperé sentado sobre su cama, mientras miraba los peces que había colgando al lado de la ventana. No sé cuanto tiempo pasó, pero cuando salió ya estaba bien vestido y arreglado.

-¿Tú no te vas a vestir?

-Pero todavía es muy temprano.

-¡He dicho que te vistas, ahora!

Siempre se enfadaba cuando lo despertaba temprano, pero verle así me provocaba gracia. Era un mandón y un gruñón, pero aún así seguía siendo mi mejor amigo. Me vestí a correr para no hacerle esperar más, y cuando me miró cogió el gorro que había encima de mi escritorio.

-Tapa esas orejas. -Me lo puso y ocultó mis peludas orejas que sobresalían de mi pelo. -Y también la cola. -Casi se me olvidaba, agarré mi cola que era del mismo color que mi pelo y de mis orejas, y la metí dentro de mis pantalones. -Eres demasiado despistado, tienes que tener más cuidado.

-No hay nada de que preocuparse porque tú estás conmigo.

-Si alguien te pillara, solo habría problemas. -Se acercó a la cama y cogió sus tenis. -¿Cómo les explicarías lo que eres?

-Miau. -Me tiré encima de él y los dos caímos en el cama. -Confío en que soluciones los problemas.

-Idiota, bájate de encima, ahora.

-No. -Cogió la almohada y me empezó a golpear con ella, y pasó un buen rato hasta que consiguió echarme a un lado. -Ahora vamos a clase, con tus juegos hemos perdido demasiado tiempo.

-William...¿dónde está mi gorro? -Me revolví el pelo y bajé las orejas inocentemente.

-Detrás de ti. -Resopló cansado y me miró. -De verdad que los gatos sois unos perezosos, hay que daros todo hecho. Venga muévete. -Agarré mi mochila y me puse el gorro deprisa, para salir con William a nuestras clases. Cerró la puerta de la habitación con llave y salimos de la residencia para ir al Instituto.

 Yo en realidad era mitad humano y mitad gato, lo único que recuerdo de mi pasado era estar ocultándome por los callejones de la ciudad, golpeado y sucio. Era un gato callejero, tenía que robar para conseguir algo de comer, hasta que un día de lluvia, William se detuvo delante de mí y me tapó con su paraguas. Me dijo que le siguiera y desde ese día no me volví a separar de él nunca más.

-¿Rudy?¿Qué haces?

-Mira, hay galletas con forma de pez, ¿podemos comprarlas? -Me paré delante de la panadería y vi en el escaparate unas galletas que parecían deliciosas, y además con la forma de un pez.

-Hum...¿No eres algo mayor para galletas con muñequitos? -Puse ojitos de gatito muerto y al final cedió. -Está bien, te compraré las dichosas galletas. -Entró en la tienda, pasaron dos minutos y después vino con una bolsita de papel, y en ella ya podía oler las galletas. -Aquí tienes, caprichoso.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora