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Rinne acariciaba la espalda desnuda de Connor cuando este se apartó con hastío.

Si hubiese tenido que ser sincera, no le sorprendió. Hacía ya días que se sentía una molestia para su novio. Sin embargo, no pudo reprimir un puchero.

Connor se disculpó y la abrazó, Rinne se vistió y se marchó.

En el último vagón del metro de las siete y cuarto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora