Prólogo - Alguien habita las ruinas

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Las ruinas pueden considerarse el lugar más tranquilo de todo el Underground. Allí, carente de habitantes o sonidos que perturben el lugar, es donde Papyrus decidió esconderse de los demás, sellando la entrada para no poder ser atravesada desde el exterior. Tumbado junto al lecho de flores doradas, le gusta observar cómo se filtra un ápice de luz del exterior desde un gran agujero. Quizás es la única vez que podrá disfrutar de eso a lo que en la superficie llaman "Sol".

Ese día era exactamente como los demás. Tras levantarse, comprobaba la puerta que había al final de las ruinas, dentro de una casa vacía y repleta de polvo. Luego iba a visitar la panadería de arañas para coger un poco de sidra de araña, la cual pagaba con un delicioso plato de espagueti frío. Cuando ya no le quedaba nada que hacer, iba a observar el rayo de sol.

Solo hubo tres ocasiones en las que esta rutina se vio alterada, esos días Papyrus se escondió en su pequeño refugio fingiendo ser un cadáver para que ellos no se fijaran en él. Los humanos no debían verle. Sus almas... No eran buenas. Ya lo había comprobado con los cuatro que vinieron antes que ellos.

Cuando ya debía ser la hora de comer, el joven esqueleto se había quedado dormido junto a las flores, sin escuchar la voz que se precipitaba una vez más por el agujero del monte Ebott.

Al abrir los ojos, lo primero que vio fue un niño aterrizar sobre las flores.


Sintale (Undertale AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora