¡Silencio!

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Mientras mi alma se partía por dentro y paralelamente mi corazón me gritaba seguir luchando, mi mente me decía que era el momento de renunciar, dejar ir algo que no era mío y nunca lo fue, no era momento de decir “Adiós” era el momento de irse en silencio. Si el hilo rojo existía entre ambos, se encargaría de unir nuestros pasos.

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