Capítulo 3

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"¿Cómo podía estar frente a él y no reconocerlo?" – se preguntó Alex compungido y se sentó en el jardín a arrancar malas hierbas con las manos

El lugar que Sara tanto amaba en el pasado estaba casi arruinado, lo que había sido un vergel vital y colorido parecía un desierto donde unas pocas plantas luchaban por sobrevivir, de golpe las lágrimas acudieron a sus ojos y se puso a llorar como no hacía desde niño, nunca en su vida adulta había llorado de aquella manera.

Estuvo un rato inmerso en su dolor, llorando como sólo un hombre totalmente perdido puede hacerlo ,hasta que una idea anidó en su mente.

-Buen día, ¿podría ayudarme? – preguntó el hombre acercándose a ella y Sara recordó que había estado en el local un par de días antes.

Lo recordaba claramente porque al verlo entrar le había parecido ver a Alexander.

Al mirar al hombre alto de cabello rubio y ojos grises, había retrocedido en el tiempo hasta el día en que Alex había aparecido por primera vez frente a ella y se habían enamorado nada más verse.

Por un instante, había visto a su esposo en la figura de aquel hombre hasta que había recordado con patente claridad al hermoso cuerpo de Alexander inerte y cubierto de sangre a su lado. Hasta que había recordado que su esposo había muerto con su hijo por nacer en aquel accidente, entonces la dolorosa verdad la había vuelto a golpear y el parecido entre los dos hombres se había desvanecido como la ilusión que era.Todo lo que ella amaba se había perdido para siempre en una oscura noche

Ahora aquel cliente estaba de nuevo allí y ella tardó unos segundos en reaccionar ante su pregunta.

-Disculpe, ¿qué necesita? – preguntó emergiendo de sus tortuosos recuerdos

-Es que tengo un jardín que está muriendo y necesitaría algunos consejos – le contestó él

-Claro, cuénteme cuál es el problema y veré como puedo ayudarlo – ofreció gentilmente y él sonrió como respuesta.

Durante un rato Alex escuchó encantado los consejos de jardinería de ella, apenas podía apartar los ojos de su mujer y aunque tuviera que escucharla disertar sobre fertilizantes y podas, le encantaba. Entusiasmada con lo que estaba explicándole por un momento había vuelto a ser la misma de siempre, sus ojos habían recuperado vida y eso le daba esperanza.

Cuando ya no pudo prolongar más aquel encuentro Alex se dispuso a retirarse cargando una serie de productos que la mujer le había recomendado.

-Muchas gracias, ¿perdón cómo es su nombre? – preguntó él con tono casual

-Sara, ¿ y usted?

-Max – contestó Alex, aquel era el nombre del héroe de las novelas favoritas de ella y no se le ocurría otro mejor.

-Max., como el personaje de las novelas de McArtie , ¿las ha leído ? - preguntó Sara con curiosidad

-Muchas veces – contestó recordando las veces que ella se las había leído en voz alta distrayéndolo de sus ocupaciones. Simplemente tenía que compartir con él los libros que tanto amaba y solía importunarlo con aquellas lecturas en voz alta hasta que Alex se rendía y se disponía a escucharla fascinado , a veces le hacía criticas al bendito héroe provocándola hasta que los dos terminaban muertos de risa por aquellas disputas literarias. También recordaba la vez en que ella había tenido una fuerte gripe y en la cama abrazándola contra sí, él le había leído sus amadas novelas para entretenerla . Había recitado los parlamentos del héroe cambiando de voz y haciendo gestos hasta que en la cara de su esposa se había dibujado una sonrisa

"Eres el Max perfecto", había dicho la joven en aquella ocasión y ahora allí estaba él escondiéndose tras aquel nombre.

-Son mis novelas favoritas – le dijo la mujer y luego pareció encerrarse en sí misma, tal vez perdida en los mismos recuerdos que lo atrapaban a él. Alex sabía que tenía que ser cauteloso, así que decidió irse

-Muchas gracias, una vez más .Hasta luego – se despidió

-Hasta luego – respondió ella con frialdad y el hombre agradeció que no dijera adiós porque aquella palabra no la quería escuchar jamás en labios de ella, quería aferrarse a la esperanza de recuperarla. Quería creer que todavía existía una posibilidad para su amor.

Paul observó atentamente a su amigo mientras lo ayudaba a embalar cosas, a pesar de todo lo sucedido en los claros ojos de Alex brillaba la luz de la decisión.

-¿Estás seguro de lo que vas a hacer Alexander?

-Sí, ya lo decidí

- ¿Sabes lo duro que va a ser , verdad? Para mi ver a Sara de esa manera, y tener que seguirle el juego fue muy difícil, no quiero imaginar lo que será para ti. Sólo vas a romperte el corazón.

-¿Y qué se supone qué haga? ¿Me siento a esperar a que se recupere o la dejo ir y me olvido de ella como se olvidó de mi?. No puedo hacer eso y tú lo sabes Paul, es la única mujer que he amado en mi vida y voy a hacer lo que sea necesario para recuperarla...

-¿Y si no puedes?

-Ya veré entonces, pero ahora no me voy a rendir. Me amó una vez y aun ama a mi recuerdo , así que tal vez logre que se enamoré de mi ahora sin importar lo confundida que esté su mente

-Alexander..

-Tengo que hacerlo Paul

-Lo sé .– contestó su amigo y suspiró desalentado y lo miró sonreír

-No podré ir a visitarte ,supongo si quieres llevar adelante esta farsa no conviene que Sara te relacione con Alex. Sería extraño que el mejor amigo de su esposo fuera amigo de su "nuevo vecino".

- Es cierto. Tampoco mis padres podrán ir.

-Vas a renunciar a tu vida...- reflexionó Paul con pesar

-¿Vas a ayudarme o no ? – preguntó Alex

-¿Qué diablos crees que estoy haciendo? – contestó el interpelado agitando la cinta de embalaje frente a la cara de su amigo .

Alex sonrió

-¿Qué hiciste con tu trabajo?

-Pedí una licencia, no hubo ningún problema. De todas maneras no estoy listo para volver

-¿Ya retiraste el nuevo coche de la agencia?

-Sí "mamá" , lo hice ayer por la tarde. Eso déjalo - -dijo el hombre señalando lo que su amigo estaba a punto de empaquetar- Necesito pocas cosas, no llevaré nada que ella pueda reconocer. Además es un nuevo comienzo para Max, así que compraré cosas nuevas

-Estás hablando de ti mismo en tercera persona, me preocupas que termines loco Alex

-Sí eso me permite estar con ella, no tengo objeción

-Definitivamente tú perdiste la razón hace años, cuando conociste a Sara. ¿Y qué hago con aquellas plantas?

-Déjalas, yo las envuelvo.

-¿Te las llevas?

-Sí. Si Sara no viene a su jardín, yo voy a llevárselo a ella

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora