Capítulo 11

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Cuando salió para su trabajo Sara no vio el auto de Max y supo que él no había pasado la noche en su casa. Secretamente se sintió aliviada porque no sabía que hacer cuando se lo encontrara nuevamente, no estaba preparada para hablar sobre lo sucedido.

Sin embargo, dos días después cuando seguía sin haber ninguna señal de él empezó a preocuparse. ¿Y si algo le había sucedido?

Inquieta miraba a cada rato por la ventana de su habitación, ansiosa por ver algún rastro de Max.

Al cuarto día sin saber nada, tomó una decisión.

Al quinto día después "de lo sucedido", Alex tuvo el coraje para volver a la casa , no había podido hacerlo antes porque no estaba muy seguro de cómo reaccionar cerca de Sara.

Al abrir la puerta chocó con algo, se agachó para ver qué era y descubrió un pequeño paquete con una tarjeta. Lo tomó y entró .

Inmediatamente reconoció la letra. Era de Sara


Este era tu regalo de cumpleaños, lamento no haber podido dártelo antes y lamento todo lo que sucedió.

Espero que estés bien, me tienes preocupada.

Sara


Desenvolvió el pequeño envoltorio y encontró una pequeña estatuilla de un caballero andante.

¿Eso era él para Sara, un caballero andante?

¿Y a quién necesitaba ella a Alex o a Max?, lo cierto era que no le importaba mucho, porque después de todo lo sucedido lo único que él sabía a ciencia cierta era que no podía alejarse de ella.

Sería su amante, su amigo, su vecino...su caballero andante . lo que ella le permitiera ser para estar a su lado.

-Ahí está de nuevo – dijo Estela y antes de voltearse a mirar de quien hablaba su compañera de trabajo, Sara supo que se refería a Max.

Estaba allí, apoyado en el umbral, sonriéndole como antes, como si siguieran siendo buenos amigos.

-Te invito a almorzar – dijo él cuando ella se le acercó.

-Está bien – contestó con precaución y se paró unos segundos para saludar a Estela y pedirle que cerrase la tienda.

-No hay problema, tú ve tranquila – contestó la chica guiñándole un ojo y eso hizo que Sara se sintiera más insegura.

Había imaginado mil veces como sería reencontrarse con Max después de lo sucedido, incluso había pensado qué iba a decirle. Pero ahora que él estaba allí, no sabía qué hacer. Se le acercó lentamente, casi con miedo. Temía ver el reproche en los ojos de él, e incluso se temía a sí misma, porque sin importar las excusas que inventara lo cierto era que lo había deseado tanto como él a ella y que aún ahora podía recordar vividamente la caricia de sus manos y el calor de su cuerpo.

Sin embargo la mirada de él no mostraba más que calidez, y algo más...algo indefinible que le daba confianza.

-Hola Sara

-Hola Max

-Encontré tu regalo esta mañana. Muchas gracias, me gustó mucho.

-¿En serio?

-Sí...Sara...tenemos que hablar. No quiero presionarte, pero creo que no es bueno que sigamos escondiéndonos.-dijo él con voz suave como si temiera que ella se echase a correr.

-Lo sé- admitió Sara bajando la mirada

-Bien, entonces comamos, todo se ve siempre mejor con el estómago lleno.

-Sigues siendo el mismo – exclamó ella con una sonrisa

-Por supuesto – aseveró él al tiempo que la tomaba del brazo para guiarla.

Los dos se vieron conmovidos por la descarga de sensaciones que les produjo el breve contacto físico, pero lo disimularon.

Caminaron un par de cuadras en silencio hasta llegar al pequeño restaurant en que solían almorzar en sus días de camaradería.

Él le corrió la silla para que se sentara y luego ordenaron pasta con salsa de verduras.

-¿Me odias? – preguntó él de golpe y Sara sintió que se atragantaba con lo que estaba bebiendo.

-No, claro que no ...-dijo rápidamente mirándolo con firmeza para convencerlo- ¿Y tú a mi? – preguntó a su vez.

-Nunca – contestó él y una mueca de sonrisa se dibujó en su boca- Bien, ahora que hemos superado esa parte , creo que podemos hablar.

-Max, no creo que este sea el lugar indicado.

-Por el contrario, es el mejor lugar. A plena luz de día, en un restaurant con gente, un plato de pasta delante...no hay lugar para los fantasmas aquí.De esta forma podemos quitarle dramatismo a todo lo sucedido.

-Tal vez tengas razón – admitió ella

- Sara quiero seguir siendo tu amigo.

-Max...yo...

-Lo sé, sé muy bien lo que sientes Sara. Y en cuanto a lo que sucedió entre nosotros, bueno, sólo pasó. Sé que aún amas a tu esposo, tal vez aquella noche sólo nos necesitábamos.

Sara pensó que eso era verdad, ella lo había necesitado, había necesitado que él la abrazara, que la besara, que la amara y teniendo en cuenta que esa noche era su cumpleaños probablemente Max se sentía solo y también la había necesitado a ella de la misma manera. Sin embargo, algo más había sucedido , se habían herido, ella aún recordaba la mirada de él cuando lo rechazó. Eso había sido real, no un producto de su imaginación. El dolor que había vislumbrado en él , le había dolido a ella misma.

-No sé qué hacer ahora – confesó apenada

-Podemos comportarnos como enemigos o desconocidos, pero no creo que eso nos hiciera bien. Más allá de todo hemos llegado a ser amigos, no podemos borrar lo sucedido aquella noche pero podemos superarlo y seguir adelante.

-Nada volverá a ser igual – aclaró ella

-No, es cierto, pero encontraremos la forma. No tienes nada que temer Sara, no espero que tengamos ningún otro tipo de relación, sé que lo que pasó entre nosotros fue sólo "un accidente", pero tampoco quiero que nos volvamos dos extraños.

-Yo tampoco- dijo ella pensando en lo mucho que lo había extrañado los últimos días. Sinceramente no quería perderlo.

-Entonces, amigos – dijo él extendiéndole una mano.

-Amigos – aceptó ella tomando su mano.Sin embargo cuando el tacto de él envolvió su piel como fuego, Sara se preguntó sobre si aquello sería posible. No podía sacarlo de su vida, pero ¿qué implicaría que lo dejará entrar?

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora