Capítulo 6

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-¿Cómo estuvo tu día hoy?

-Muy florido, y tú ¿sigues de vago?-preguntó Sara con una sonrisa al hombre rubio que le había salido al paso.

Poco más de un mes atrás él se había convertido en su vecino y le había pedido ser amigos, ella le había pedido tiempo .Sin embargo, el tiempo no había sido necesario porque Max siempre estaba allí y antes de darle una respuesta ya no era necesario porque eran amigos, él era alguien con quien hablar cuando regresaba a casa.

Seguían manteniendo cierta distancia, pero compartían una buena relación.

-Sí , aquí sigo dándome la buena vida –contestó él –Pero en realidad quería pedirte un favor.

-Dijiste que no serías de los típicos vecinos que piden favores.

-Necesito ir a comprar algunos muebles para el jardín y otras cosas para la casa y quería pedirte si me acompañas mañana, no confío en mi propio gusto. Sé que es tu día libre pero prometo compensarte, te voy a comprar un helado.

-¿Por qué siempre tratas de convencerme con comida?

-Bueno funciona conmigo...

-Lo tendré en cuenta para cuando quiera convencerte de algo. Claro que ya que pronostican una calurosa tarde para mañana , voy a aceptar tu soborno.

-Bien, entonces paso a buscarte mañana

-Perfecto

Cuando Sara entró a su casa encontró varios mensajes en su contestador , un par de sus padres y otro de una amiga, todos reclamaban que se pusiera en contacto con ellos. Pensó que era injusta al preocuparlos de aquella manera pero no quería escuchar como sus amigas la consolaban o compadecían, tampoco quería escuchar los consejos de sus padres y las largas charlas sobre su salud mental.

Ella trataba de encontrar por sí misma la mejor manera de recuperarse y por ahora consistía en mantener una saludable distancia con todo lo que pudiera herirla. Con mucha dificultad había logrado obtener una cierta normalidad en su vida, el trabajo, su departamento y en el último mes las charlas con Max que en cierta forma subsanaban aquel vacío terrible que la ahogaba. Hasta la llegada de él no había sido consciente de cuanto necesitaba un amigo, Alexander siempre había ocupado aquel lugar. Su esposo no sólo había sido el amor sino también su mejor compañero , su confidente .

Ahora su vecino había espantado un poco la soledad, aún tenía cierta aprehensión respecto a él , porque la inquietaba de una manera muy particular, pero le gustaba pasar tiempo con Max. Era como si se conocieran desde siempre, tenían una comunicación particular y de la misma forma en que él la ponía alerta, también la hacía sentir segura.

Sara sonrió para sí misma, estaba dedicándole muchos de sus pensamientos a aquel hombre, decidió darse una ducha y luego realizar la temida llamada a sus padres. Después de todo los amaba y era justo que los tranquilizara.

Al día siguiente cuando Alex pasó a buscar a Sara tuvo que refrenar su corazón al verla .Estaba esperándolo en la puerta llevaba un vestido verde claro de tela ligera y se veía muy joven y vital, justo como en el pasado. La mujer levantó una mano para saludarlo y él se le acercó.

--Ya estás lista...

-El soborno del helado funcionó.

-Bien entonces lo primero será un gran pote de chocolate y crema.

-¿Cómo lo supiste?

-¿Eh?

-Que me gusta el helado de chocolate y crema.

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora