Capítulo 7

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La charla con sus padres la había dejado mal, insistían en que necesitaba tratamiento sicológico y que lo mejor sería que volviera a vivir con ellos.

En lugar de entrar a su casa , se dirigió a la de su vecino.

-Sara, ¿sucedió algo? – preguntó Alex cuando abrió la puerta

-¿Crees que estoy loca? – preguntó ella mirándolo angustiada y sin perder tiempo él la hizo entrar.

-Siéntate, voy a preparar algo caliente para tomar.

-Max, no respondiste.¿Crees que estoy loca? –insistió sentándose en el sillón

-No, creo que estás muy triste – dijo él acuclillándose a su lado y ella comenzó a llorar mientras él la abrazaba .

Cuando las lágrimas cesaron Alex le trajo una taza de chocolate caliente y se sentó frente a ella

-Bébelo , te hará bien. No hay nada que una taza de chocolate caliente no pueda curar, eso dice mi madre...

-Gracias.Gracias por escucharme

-Para eso somos amigos...

-A veces siento que estoy en un desierto, terriblemente sola y perdida...La mayoría de las veces puedo superarlo pero es que con Alex compartíamos muchas cosas, y cuando no estoy ocupada el dolor me ahoga. Lo extraño, extraño charlar con él, desayunar juntos mientras le desordeno el diario, mirar una película abrazados, tantas pequeñas cosas...En realidad creo que si tú no hubiera estado cerca no lo habría soportado.- concluyó con una leve sonrisa que no ocultaba su tristeza

-Ya te dije que somos amigos y cuando quieras puedes desordenar mi diario...

-¡Max!

-Puedes contarme lo que te sucede o llorar si lo necesitas pero no te pierdas en ese desierto Sara. Lucha – le dijo él y se sentó junto a ella para atraerla hacia a sí y abrazarla con delicadeza.

Ella se dejó envolver por sus brazos , y se quedó quieta en aquel refugio hasta que agotada por la tensión se durmió.

Alex la observó dormir contra él y pensó en lo mucho que anhelaba protegerla, era extraño que el amor pudiera generar tantas cosas diferentes, podía desearla con desesperación pero también podía abrazarla con ternura con la sola intención de confortarla. Suavemente quitó la cabeza de ella de su hombro y la acomodó en el sillón para que durmiera tranquila, no se animó a llevarla a la cama para no despertarla..

Luego la tapó con una manta y se sentó frente a ella para cuidar su sueño.

Se sentía segura y la calidez envolvía su cuerpo, siempre era así cuando Alex estaba cerca.Alex..

Sara abrió los ojos de golpe, Alex ya no estaba.

Sin embargo había logrado dormir plácidamente, al incorporarse se dio cuenta de que no estaba en su cama, entonces recordó donde estaba: en la casa de Max, en su sillón, más precisamente.

Se sentó y trató de estirar los músculos que tenía un poco agarrotados cuando una voz la alertó

-Buenos días Bella Durmiente , ¿cómo te sientes?– dijo Max entrando con dos tazas de café humeante

-Avergonzada y buenos días también para ti – contestó ella mientras trataba de arreglar su desordenado cabello

-Bueno, invadir el sillón de alguien ciertamente es algo para avergonzarse , pero ya encontraré alguita forma para que te redimas...

-Creo que en la competencia de vecinos yo me llevo el premio a la más molesta

-Sólo dame tiempo...y estoy seguro que te superaré

-Me quedé dormida...

-Necesitabas descansar.

-¿Qué hora es?

-Es temprano aún, no te preocupes tienes tiempo de tomar el café, arreglarte e ir al trabajo.

Sara no sabía como actuar, era una situación incómoda cuando uno exponía su lado vulnerable a alguien. Había llorado en sus brazos y ahora le resultaba extraño hablar como si nada. Sin embargo Max, manejaba muy bien la situación y la trataba con normalidad.

-Gracias –dijo ella

-Para eso están los amigos – zanjó la cuestión él.

Su trabajo siempre era un buen refugio y a lo largo de la mañana Sara había logrado relajarse.

Al llegar a mediodía estaba preparando sus cosas para irse cuando su compañera de trabajo se acercó a ella con una amplia sonrisa.

-Si yo fuera tú , no lo dudaría ni un segundo – dijo cómplice

-¿De que hablas? –preguntó Sara y la mujer señaló hacia la puerta donde estaba Alex.

-Está esperándote, es un hombre espléndido cualquiera quisiera tenerlo a sus pies como tú.

-Es sólo un amigo – respondió Sara avergonzada por las suposiciones de su amiga- nada más

-Ese hombre está enamorado de ti.

-Claro que no.- negó con énfasis la mujer

-Y no estaría mal que tú te enamoraras de él, ¿lo sabes verdad?.No conocí a tu marido, pero no se encuentran hombres como Max fácilmente .Es un ejemplar único.

-También Alex – contestó Sara totalmente convencida, sin embargo a medida que se acercaba a Max su corazón se comportaba erráticamente ¿Qué le estaba haciendo aquel hombre?

-Hola – dijo él con una sonrisa

-¿Qué haces aquí?

-Pasaba y pensé en invitarte a almorzar, ¿aceptas?.

-Max

-Vamos, además quiero contarte algo...

-Está bien, siempre me convences..

-Eso espero – susurró él por lo bajo sin que ella lo escuchara.

Entraron a un restaurante cercano a la florería, era un lugar luminoso y eligieron sentarse en una mesa junto a un gran ventanal.

-¿Qué querías contarme?- preguntó Sara una vez que hubo terminado la ensalada que pidió .

-Voy a volver a trabajar – contó Alex con una sonrisa.

-¿De verdad?

- Sí

-¡Eso es muy bueno! – exclamó ella con sincera alegría ya que creía que trabajar le ayudaría a su amigo de la misma forma en que la había ayudado a ella. A veces distinguía una tristeza extraña en la mirada de él, suponía que se debía a la pérdida de su esposa y por eso que hubiera decidido trabajar nuevamente le alegraba. Probablemente estar ocupado lo distraería como a ella.

-¡Cielos Sara! Cualquiera que vea tu expresión pensaría que soy un completo vago, un lastre para nuestra sociedad

-No es eso, pero creo que te hará bien.

-Tú no puedes ver a alguien disfrutar de la vida, tomándose un merecido descanso –dijo en broma.

-¿Administración de empresas, verdad? Cuéntame un poco-insistió ella apoyando la barbilla entre sus manos, mirándolo con una atención excesiva que aceleró vertiginosamente el pulso de Alex.

"Administración de empresas" pensó Alex, no había querido decirle que era abogado para no presionarla, así que le había mentido. Por suerte aquella era la profesión de su mejor amigo, Paul, así que tenía suficiente información para crear una historia creíble. Había decidido volver a ejercer su profesión porque necesitaba algo que mantuviera su mente lúcida. A veces, él mismo se perdía en la fantasía que había creado para Sara y ya no sabía quien era, aunque tampoco le importaba , fuera Alex o Max amaba a aquella mujer.

Pensó con ironía que por primera vez le había mentido a Sara, de hecho estaba tejiendo una red de mentiras para atraparla...pero en la guerra y el amor el uso de cualquier arma era válido.


Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora