Capítulo 14

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Sara estaba sorprendida de lo fácil que le resultaba vivir con Max, se adaptaba a la perfección uno al otro.

La semana anterior él había conocido a sus padres, todo había ido bien, aunque entre su padre y Max había habido cierta tensión que ella no alcanzó a descifrar. Su madre estaba encantada, igual que con la noticia del bebé.

Max y ella se turnaban apara cocinar, aunque a la hora del almuerzo en general él la invitaba a comer afuera.

Aquel día habían salido de la consulta del medico.

-¿No crees que es muy chiquito? – preguntó Sara mirando la ecografía

-El médico dijo que todo estaba bien, no tienes que preocuparte.

-Pero es que...-dijo ella desviando la mirada hacia su panza que aún se veía plana.

-Dale tiempo, estás de poco tiempo...pronto parecerás una ballena – le dijo él tomándole una mano.

-Si sigues alimentándome como lo haces, no tengo dudas- contestó ella y se aferró a la mano de él, cada vez era más fácil dejar que Max se acercara.

Cuando llegaron a la casa , después de viajar en un atestado autobús Max la llamó.

-Sara, ven, tenemos que hablar – dijo él demasiado serio y ella se preocupó

-¿Algo va mal? ¿El médico te dijo algo? –preguntó alarmada

-No, nada de eso. Ven aquí – insistió señalando la silla frente a él.

-¿Entonces qué sucede?

-He estado pensando y tendremos que hacer algo respecto a tu fobia a los autos...

-Max.

-Lo siento cariño, pero ya no podremos depender del servicio de transporte publico y pronto tampoco podrás hacer grandes distancias a pie.

-Yo...

-¿Qué haremos cuando sea el momento del parto Sara?No puedo llevarte al hospital caminando...ni podemos hacer que coincida con el horario del autobús...necesitaremos ir en auto.

-No puedo hacerlo.

-Eres valiente Sara y yo voy a estar contigo – dijo él y pensó que aquello le resultaba tan difícil como a ella, tendría que reunir todo su coraje para volver a conducir llevando a su esposa y a su hijo.

-Está bien...sé que tienes razón en cuanto a lo del parto, pero podemos dejarlo para más adelante.

-No, no podemos esperar a que llegue el día. El estrés sería malo para ti y el bebé, quiero que lo intentemos...

-Lo pensaré Max.

-Bien, me conformó con eso.

-¿No vas a insistir?

-No Sara, eres lista ahora te toca resolverlo tú.

-Ja, eso es peor.

Sara sabía que Max tenía razón, nunca antes se había atrevido a pensar en volver a andar en auto. Además nunca lo había necesitado, había organizado muy bien su vida sin necesitar un auto y hubiese podido seguir así el resto de su vida, pero ahora todo había cambiado.

No podía seguir ocultándose, ni podía seguir huyendo porque había alguien más importante que ella.

Ahora estaba su bebé.

La primera vez que había sentido los latidos en la consulta con Max a su lado, había sentido una oleada se amor por aquella criatura. Un amor tan intenso como había creído que nunca volvería a sentir otra vez.

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora