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Llegar al parque me tomó media hora, estaba cerca para ir caminando, pero mejor opte por el bus aunque se demoraba mucho porque quería llenar los asientos.

—No entiendo que hago aqui —refunfuña Dereck, el castaño que hable hoy y lo interrumpi en su libro de terror que tenia a ese payaso feo de portada.

No se cómo pero lo busque en el mismo lugar que lo ví hace un rato, para mi buena suerte y seguía en su misma posición, lo traje a rastras al bus, nos sentamos en los ultimos asientos en la parte derecha, lo que es más sorprendente es que se dejó llevar por mi, porque él tiene la fuerza suficiente para soltarse de mi agarre, mandarme al diablo e irse por su camino, pero no, solamente me siguió sin decir ni una palabra, esta es la primera vez que hago eso con un desconocido.

—Vamos al parque de diversiones.

—Eso ya me lo comentaste, me refiero es porque me llevaste a mi, deberías estar con tus amiguitos, no con un extraño que puede ser un asesino serial.

—Pues mi sexto sentido, mi instinto natural como quieras llamarle no opina lo mismo.

—Estas muy confiada— como esta al lado de la ventana se recuesta sobre ella— seguiré leyendo mi interesante e intrigante libro.

—Tendras que tolerarme solo por hoy, es domingo y no trabajo, mañana te dejare en paz, o tal vez no —no me responde ya que cerró los ojos, no sé porqué pero él me transmite confianza.

Hubiera traído mi walkman con unos cassettes para escuchar en el camino, me hacía falta escuchar música triste, me sentía como si un camión me hubiera pasado por el cuerpo, se que estoy exagerando mucho, pero mi espalda estaba encorvada, mi mirada solo estaba en mis piernas, nos quedamos en silencio en el camino, y agradecía que me acompañará.

Me sobresalté cuando escuché que ya llegamos, nos bajamos y Dereck aprovecho en reclamar al conductor por ser tan lento, me topo con muchas sonrisas y gritos de personas en distintas direcciones, niños, adolescente y adultos haciendo colas en los juegos, parejas felices con un oso de peluche que quieren presumir a los demás sin darse cuenta.

Ya quisiera yo uno así.

Veo maravillada las atracciones, aún sigo felicitándome a mi misma por elegir California, el calor es exquisito y el ambiente me gusta.

—Bien, ahora que estamos aquí, yo elegiré el primer juego.

—Suena justo —nos ponemos en la cola, que era de más diez personas.

—Entonces, para matar el tiempo, mínimo me debes tu nombre, para huir cada vez que lo escucho cerca.

—Si que eres chistoso— me cruzo de brazos fingiendo fastidio— me llamo Sam.

Estoy adelante de el en la fila, por lo que no prevengo su siguiente movimiento.

—¿De Samara? —me susurra en el oído.

Don't f*ck Sam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora