Al salir de la tienda de bollos, a Gumer le entró un fuerte dolor de barriga.
-Puto gordo, a saber qué le ha echado al puto bollo de la puta tienda de la puta mierda. Encima que soy la única que le compra...
Fue rápidamente hasta el parque, y al ver que los baños públicos estaban cerrados, se puso a cagar detrás de un arbusto.
-Uf...Que gusto da esto.
-Muy bien, muy bien, girate un poco hacia la izquierda, necesito pintarte como a mis musas francesas.
Gumer miró, y al otro lado del arbusto habia un señor (bastante extraño, pero con gran papada) dibujándola en una libreta.
-¿Tú eres tonto?
-No, soy artista.
-Artistamente tonto.
-Artistamente inteligente.
-Mira, te vas o te tragas el arbusto hoja a hoja, ramita a ramita.
-Mejor te como a ti, guapa.
Otro pavo que intenta ligar.
Al terminar con sus cosas, Gumer se inclinó para agarrar una de las hojas del arbusto, la más grande y la restregó en lo que habia hecho, manchándola.
Para después levantarse y pegarla en la libreta del chico aquel.
-Me llamo Juanjo, para que lo sepas.
-Juanjoputa.
-Te dejaré que me llames como quieras si así puedo volver a pintarte otro día, bella mujer.
Gumer no sabía qué decir, la verdad es que ese tío era bastante guapo, y en un momento, sin saber muy bien por qué, vio en él la cara de Pepe. Pero, no podía ser, ¿acaso se había enamorado del gordo? Imposible, kiaska.
-Bueno...está bien, si me quieres pintar cuando quieras nos vemos-dijo para intentar olvidarse de la papada de Pepe, que rondaba por su cabeza.
-Perfecto, pues mañana nos vemos otra vez aquí, e intenta si puedes traer un tanga, eres preciosa-dijo guiñando un ojo.
Gumer le tiró un escupitajo en la cara, para después irse corriendo, olvidándose de que todavía tenia los pantalones bajados y estaba en un parque infantil.
-¡PUES VAYA MIERDA! QUE OS DEN A TODOS, muajajajaihssdjkgfdhk. Niños, joderos y chupadme el pie. Venga, hasta luego. -Se subió los pantalones y se fue lanzándole miradas asesinas a los niños mientras les susurraba "Niños asquerosos".
Juanjo no podía dejar de mirar lo que ella hacía, y cerró la libreta haciendo que la mierda de la hojita manchase todo el papel, todo con una enorme sonrisa en su cara que marcaba más su papada.
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El romance de Pepe.
RomansaPepe, ¿cómo se puede describir tanta perfección? Bueno, lo intentaré. Pepe es un hombre de 52 años, está obeso, calvo y tiene papada. Trabaja en una pequeña tienda de bollos, al oeste de Oklahoma City. Gumersinda, mayor conocida como Gumer, es una a...