El que considera a un perro su amigo;
el que leyendo a Cervantes disfruta;
el que se aleja de la común ruta;
el que suplica 'quédate conmigo'.
El que sonriendo cifra su disgusto;
el que no calumnia su pobre suerte;
el que abraza, dichoso, la muerte;
el que añora el latín y lo vetusto.
El que, más que hablar, prefiere escuchar;
el que no teme decir que ha querido;
el que sabe que es hijo del azar.
El que se venga solo con olvido;
el que ve por primera vez el mar;
estas personas dan al mundo sentido.