A mí vinieron las líneas del tiempo
a engullir el yo que plantó la esperanza,
y borrar de la memoria toda enseñanza
que de la humanidad en mi alma siembra.
Soy a la paz lo que la tierra al viento:
una página suelta, una sonrisa vana,
un silencio de veras mudo, una añoranza
que nunca pudo cubrir el consuelo.
La Osadía he aprendido del presente
porque a callar me enseñaron en el pasado
y del futuro solo sé que va de frente;
hasta el verbo, sin su esencia, está acabado,
pues ni siquiera soy un será invidente
ni un fue lejano; solo un es cansado.