Puedo escribir, como Neruda, los versos más tristes esta noche,
cantar, con él, a una sombra fugitiva que asuma
la futilidad de soledades pasadas.
Quisiera recordar esa lacerante herida de felicidad
que no haga del dolor
un yerto desierto.
Aspirar al reencuentro de los cuerpos de los astros
en una fulgurante danza de armonía y besos.
Auscultando los latidos del universo, dar forma
en la hora de las angustias, a un troquel de sones
que evoque el lirio, el mar
y todo lo que dignifica.
Puedo escribir para borrar esa mengua
en el espíritu que supone el recuerdo vivo
de estar yo, mi soledad y mi poesía.