Tan Azul Como el Café

Capitulo IV

Termino de aplicar los últimos detalles, Pru no me dio oportunidad de mirar en el espejo mi reflejo; yo confiaba en su buen gusto, pero mi inseguridad, miedo e indecisión se estaban apoderando de mi mente.

Respire controlando lo que sentía, todo saldría bien, al menos eso era lo que quería creer. Brochas con polvo compacto, ordenes precisas, manos ajustando la tela con astucia, visto de cerca era algo abrumador, aunque aun se escuchaba de fondo una especie de música ambiental que iba bien con la situación.

-¡Listo! ¡Has quedado preciosa querida! Si ese engreido no puede ver lo genial que eres; definitivamente es ciego, hasta yo misma te robaría en este momento, pero tengo a mi bella señorita amada esperando por mi en casa, así que mas le vale que pueda ver lo que nosotras ya apreciamos.

-¡Hay Pru! Eres la mejor, aunque eso ya lo sabes, ¿ahora si puedo ver?.

-¡Claro Luisa! Solo te voy a pedir que me sigas y cierres los ojos, no hagas trampa, solo sigue mi voz.

-De acuerdo

Camine a oscuras por lo que parecia un pasillo largo, solo podía escuchar nuestros pasos a traves del suelo, de repente me hiso parar.

-Adelante Luisa ¡Abre los ojos!

Un destello blanco me deslumbro al principio, en ese momento lo distingui, era un salón de espejos en forma circular, me asombre por completo, ¿En serio era yo?

-¡Pru!...Yo no se que decir, es precioso, ¡eres genial!

-Con eso me basta, ¿ya estas mas tranquila?, hay un dicho en el mundo de la alta costura, "La ropa solo es tela hasta que alguien la porte y sean uno mismo" Gracias querida amiga por hacer un ejemplo claro de esa verdad.

Ambas se abrazaron fraternalmente, regresando unos minutos después al salón principal, en cualquier momento llegarían por ella.

Luisa se encontraba segura de que esa noche sería algo inolvidable, fue rápido por su bolso de mano, tambien a terminar unos cuantos detalles que no dejaría pasar de largo, no bajaría la guardía en lo absoluto; con una mirada determinada, salio de la habitación para hacerle frente a lo que pudiera venir.

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En una oficina remota, una silueta se apreciaba en las sombras, aquel ser se distrajo un momento por el sonido de su movil para escuchar la siguiente frase.

-Su alteza, localizamos a la Señorita

-¿En donde esta Rhajur?

-Se encuentra en Japón mi señor, en la Ciudad de Domino

-¡Ya sabes lo que tienes que hacer!

-En seguida pasaran por usted

El extraño colgo el telefono para mostrar una sonrisa sádica, pronto tendría lo que quería.

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La limusina se estaciono, llegando diez minutos antes de la hora dicha, de inmediato el chofer bajo para abrir la puerta principal, de ella desendio glorioso el portador de las tres cartas del dragón blanco ojiazul, quien avanzo a la puerta de la boutique con un porte elegante.

No pudo evitar notar que había varias miradas curiosas de gente que pasaba por ahi y se detuvieron al ver su vehiculo particular. Sonrío internamente, no todos los días vez a alguien como el saliendo temprano de su empresa solo para ir a esa clase de lugares, al menos el no.