Capítulo 2

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Leyre:

En cuanto llegué a casa, cogí el ordenador y busqué información sobre aquella academia de policía que había al lado del instituto.

-¡Qué! - grité desesperada- Como que no dice nada de las casetas.

A causa de mi espantoso grito, entró mi madre con aire preocupado:

-¿Qué ocurre, cielo?¿Estas bien?- preguntó con tono preocupado.

-Nada, estoy bien. Es que me acabo de enterar de que Annabeth cumple el mismo día que yo- mentí descaradamente. No pero es en serio, Annabeth cumple el mismo día que yo y no pude gritar. Pero casi me muero.Continuemos que me voy del tema.

- Esta bien. Está niña y sus libros... - murmuró mientras salía de mi cuarto y cerraba la puerta.

- Uf - resoplé aliviada.

Se llegan a enterar de lo que pretendemos hacer y nos matan antes de que nos graduemos.
Cogí el móvil y llamé a Arena por videollamada:

- ¿¡Qué!? Como que no hay nada - chilló espantada.

Pude ver la incredulidad en su rostro y pensé en mi reacción, ¿habría sido la misma? Seguramente si.
Hay gente que puede hacer grandes cosas o que tiene los mejores dones del mundo, pero a mi me gusta el que tenemos nosotras: la telepatía.
Puede que suene estúpido pero nos suele funcionar. Cada 5 de 10 veces.

- Entonces, ¿acabamos aquí? - esa pregunta hizo que volviera a la realidad.

- Por supuesto que no - dije a la defensiva - tenemos que seguir con esto, podríamos descubrir algo grande.

Me miró con aire pensativo, cuando se enboba de esa manera me entraban ganas de darle una bofetada para que volviera a la realidad. Nunca lo he hecho, porque después de esa pausa solía decir algo inteligente, la primera cosa inteligente del día.
Bajé de mi nube y volví a mirar la pantalla, seguía igual. Abrió por fin la boca:

- ¿Se lo dijiste ya a Ruth? - la verdad es que me esperaba un discursito inspirador o algo por el estilo, pero la contesté igualmente.

- Todavía no, prefiero comentárselo mañana en persona - le dije.

- Esta bien, pero no te olvides - me advirtió.

Arena y Ruth me habían relatado varias veces historias sobre mi gran memoria de pez para cosas importantes pero, que no requieren toda mi concentración. Como por ejemplo: el cumpleaños de alguien o la confirmación a una fiesta...

Al lunes siguiente:

Siempre llego justita a la primera clase pero, aquel día, llegué un par de minutos antes. Me encontré con Ruth sentada en una mesa charlando con un par de compañeras más. En cuanto me vió se deslizó a mi lado. Dejé mis cosas en mi asiento y recordé que nos cambiaron de sitio ayer y que Ruth era mi nueva compañera.

- Tengo que contarte algo importante - le dije.

- ¿Cotilleo? - preguntó con una descarada mirada.

Solté una risita.

- No tonta, es mejor - le dije con un cierto tono misterioso.

- Bueno, pues cuéntame - dijo acomodándose en la mesa.

- Cuando te fuiste, Arena y yo fuimos al final del aparcamiento - le expliqué - y vimos unas casetas al otro lado del muro. Fuimos a cotillear y vimos un desodorante y una muñeca a la que le fataba una pierna, un brazo y un ojo. Y en el muro había un agujero, ibamos a entrar y... llegó mi madre.

La Cabaña De Al Lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora