Pasaban de las doce del mediodía y ya se encontraba esperando su primera clase, se deshizo de la coleta que llevaba y descansó uno de sus brazos y cabeza sobre la mesa. Quizás con algo de buena suerte, podría dormir un rato más. Y así lo hizo, pero no duró mucho tiempo.
Sintió que le daban un leve apretón en su hombro y levantó su cabeza al instante para encontrarse con Logan. –Apuesto, cabello castaño claro desordenado y alto; su familia era bien acomodada, eso casi toda la comunidad universitaria lo sabía. Pero según sus palabras, él había decidido hacer su propia vida fuera de ese ambiente familiar. Lo cual, al criterio de Jane, era admirable–.
— Ya despierta, dormilona. Falta poco para que empiece la clase de Luke –le dijo calmado y tomó un lugar al lado de ella–.
— Mmm... está bien. –dijo ella mientras frotaba sus ojos con cuidado–.
— ¿Cómo estuvo tu turno en el restaurante? –dijo interesado–.
— Mucho trabajo. Para el desayuno ya estaba el lugar lleno porque hace unos días llegó un nuevo grupo de huéspedes al hotel. Y llevaban niños... –respondió con un suspiro de cansancio–.
Logan sólo acarició su cabello dulcemente mientras le sonreía con comprensión en respuesta.
Luego de un rato, llegaron los faltantes del escuadrón: Gianna, Lauren y James.
Todos se sentaron cerca del otro charlando animadamente.
Siempre se podía pasar un buen rato con ellos cuando compartían clases y Jane era afortunada de encontrar a personas tan buenas como ellos.
Al menos era algo que siempre se repetía.
Enseguida, el profesor Luke –un hombre cuarentón con grandes anteojos y de apariencia impecable que impartía la clase de Códigos del Lenguaje– entró y saludó a sus alumnos y sin perder un segundo más, comenzar.
Jane prestaba atención a cada palabra que el hombre al frente decía, realizaba sus apuntes y trataba de almacenar la información en su cerebro, ya que seguramente tendría que redactar un extenso ensayo al final del curso. Ignorando las bromas ocasionales de James mientras tanto.
En la hora del descanso, el grupo salió por algo a la cafetería y cuando encontraron una banca en los jardines, no tardaron en empezar a comer. Gianna, muy conocida por ser la mejor anfitriona de las fiestas entre ellos, fue la primera en hablar del tema.
— Escuchen, mañana la mayoría de nosotros tiene el día libre, así que, ¿les parece si salimos a divertirnos?
— Estaba esperando a que lo dijeras. Casi se cumplen tres meses desde que no salimos todos juntos. Yo no tengo nada mejor que hacer, tengo mis deberes cubiertos, así que yo me apunto. –respondió James divertido–.
— Espera, ¿tendremos que terminar sacándote de cual sea el lugar al que vayamos por tus borracheras de nuevo? Porque si es así, yo no voy. Qué vergüenza. –dijo Lauren fingiendo desinterés mientras leía un gran libro policíaco sobre crímenes y asesinos que no estaba ni cerca de terminar. Jane, desde la primera vez que la vio leyéndolo, ocultaba su gran curiosidad por charlar un poco sobre ese libro, porque sabía que podría terminar muy mal. Para ella misma. Además de revelar información que no quería. Prefería evitarse disgustos–.
— ¡No! No será así, Lauren. Lo prometo. –siguió Gianna entre risas–.
— ¿A ti te gustaría ir, Jane? –preguntó Logan, mirando en su dirección–.
— Claro, hace mucho que no salgo. Pero con la condición de que no tome demasiado tiempo, tengo pendientes.
— Ay, por favor, Jane... No seas tan responsable. El tiempo de esparcimiento no le hace daño a nadie. Mañana a las seis quiero que todos estén listos, mi hermana y yo los esperaremos en el estacionamiento en su camioneta. A excepción de ti, Jane. Porque yo no sé la razón, pero eres la única que no vive en el campus. Así que iremos por ti al final, ¿oído? –Gianna prosiguió, haciendo que Jane se apenara–.
— Oído –dijeron todos al unísono–.
Cuando llegó la noche, cada uno se dirigió a su respectivo dormitorio. Enviando mensajes al grupo de chat que tenían diciendo cualquier ocurrencia. Ella, por el contrario, se desvió un poco de su camino habitual para darse un breve paseo por un parque cercano a su conjunto.
Se dirigió hacia los columpios y se adueñó de uno de ellos, balanceando su cuerpo levemente mientras miraba entretenida sus pies que dejaban marcas en la tierra.
Después fue cerrando sus ojos lentamente mientras apoyaba su cabeza en la cadena. Tras unos segundos escuchó que alguien la llamaba, al parecer era la voz de un niño. Abrió sus ojos y a menos de un metro estaba un pequeño de no más de siete años que le pedía que le pasara la pelota que había caído a sus pies. Reaccionó y se la lanzó suavemente, a lo que el niño le agradeció sonriente y ella le devolvió la sonrisa. El infante se alejó contento hacia su padre quien lo esperaba para regresar a casa.
— ...
Ella los miraba en silencio sin perderse ninguno de sus movimientos, viéndolos alejarse en el camino.
Familia...
Era una bendición para ese pequeño tener algo así todavía. Claro que él aún no era consciente de ello. Lo que le recordaba que, hacía mucho tiempo que ella no veía a los suyos. Vaya, ni siquiera pudo despedirse. Simplemente, en un parpadeo, los habían separado para siempre. Los extrañaba demasiado.
Las memorias se le vinieron a la mente como el chispazo de un cerillo contra la lija y no pudo contener muy bien sus emociones cuando este finalmente prendió.
Lo que comúnmente le causaba migraña cuando luchaba en contra. Como justo ahora.
_flshbck_Esa tarde su padre había ido a recogerla de la escuela. Algo inusual, pero estaba más que feliz de poder verlo más de 10 minutos, como estaba acostumbrada, pues su trabajo de policía le consumía mucho de su tiempo. Una vez dentro del auto, partieron rumbo a casa.
— Cuéntame cómo te fue hoy, princesa.
— Muy bien, papá. Varios profesores me felicitaron por participar mucho en clase.
— Esa es mi niña –le dijo con orgullo–. Sigue así, Jane. Quiero que seas alguien grande.
La caricia en su mejilla de parte de su padre la hizo sonreír. No era raro para ella recibir elogios, pero cuando se trataba de sus padres, en especial de su figura masculina, la satisfacción era más grande. Su madre también la reconocía, aunque a su manera.
— Ahora, solamente por eso, iremos por tus chocolates favoritos. Los tienes bien ganados. Y después, cuando llegue tu madre a casa y se lo cuentes, estoy seguro que también estará muy contenta.
— ¡Y comeremos la pasta especial!
Ambos se miraron y dijeron emocionados al unísono:
— ¡La pasta especial Arkensaw! -Amplias sonrisas llenaban sus rostros.
__
La hermosa visión se esfumó. Apretó con fuerza la cadena del columpio mientras la molestia en su cabeza y nubosidad en sus ojos la invadieron rápidamente. Llegando a las náuseas.
¡MIERDA! ¡No, no, no! Está bien, estás bien.
Trató de tranquilizarse con su respiración pausada y tragando su saliva salada.
Está prohibido, no olvides eso. No caigas. No.
Asintió para sí y se levantó dispuesta a marcharse, premeditando muy bien cada uno de sus pasos para no caer.
Le tomó un tiempo, pero cuando finalmente entró a casa, sólo pudo arrojar sus pertenencias al suelo y correr hacia el baño para hundirse en el inodoro y poder vomitar finalmente lo que había estado aguantando.
Tal vez no sería mala idea llamar al doctor Owens.
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𝙎𝙖𝙙𝙞𝙨𝙩𝙞𝙘 𝙇𝙤𝙫𝙚 | ᴊᴇꜰꜰ x ᴊᴀɴᴇ x ʜᴇʟᴇɴ
أدب الهواةSiete años después del asesinato de sus padres, Jane consigue recuperar algo de su vieja normalidad mudándose a Seattle, Washington e intenta deshacerse de su venganza gracias a su nueva vida. Sin embargo, de forma inesperada, Jeff vuelve a hacer su...