CAPÍTULO 8
Alejandra
Dos frías manos me tapan los ojos desde la espalda, una vez sentada en mi sitio, después de despedirme de Ian, ya que tenía otra clase.
— Hola chica sexy— dice Kate sentándose a mi lado con una de sus enormes sonrisas; esas que animan a todo el mundo.
— Hola chica loca— le digo sin poder contener la risilla, Kate tiene ese efecto en la gente. Mira hacia atrás, buscando a quién se lo decía y pone ojos de gato al ver que es a ella, como si no lo supiera, a lo que no puedo evitar partirme de risa.
Kate me conoce muy bien, y cuando vuelve a mirarme, su expresión se transforma en una que resulta muy tranquilizadora.
— ¿Un comienzo duro? — a lo que continua sin dejarme responder—, tenías que haberle dado en esa nariz tan cara.
— Jaja, ¿te lo imaginas? — pregunto sin poder contener la risa.
Realmente esa nariz le había salido cara, y no me refiero simplemente a lo económico, ya que estuvo meses sufriendo los dolores de la operación que según decía ella, le habían realizado los mejores doctores de E.E.U.U. Noah armaría un verdadero escándalo, si alguien se atreve si quiera a rozarla.
— Nena, sueño con ese momento —. Los ojos soñadores de Kate me hacen reír de nuevo.
La entrada a clase del profesor, interrumpe nuestra conversación de inmediato y veo como toda la clase, mira expectante al profesor Ross, ya que hoy no nos tocaba ninguna clase con él.
— Chicos, he pedido al profesor Matthew que me dejase hablar con vosotros cinco minutos — dice el profesor Ross—, como ya sabéis la excursión a la montaña "Luna azul" es dentro de tres semanas, pero tendréis que llevar ciertas cosas para pasar las cuatro noches, así que, os dejo la copia de la lista de lo que necesitareis, colgada en el tablón de anuncios. No os olvidéis de mirarlo antes de iros.
Me fijo que cuando el profesor se dispone a cruzar la puerta, por una fracción de segundo, me dirige una mirada y una ligera sonrisa antes de continuar su camino hacia la puerta. Al parecer no soy la única que se ha percatado de ello, porque oigo un pequeño chillido detrás de mí y antes de girarme ya sabía lo que iba a ver. Kate está con una sonrisa de oreja a oreja y su barbilla ligeramente apoyada sobre sus manos entrelazadas.
— Chica, realmente no te puedes quejar, tienes a dos chicos súper guapos interesados en ti.
— ¡Vaya! — digo sorprendida — pensaba que tú estabas de parte de Ian, que formas parte de su club de fans.
Kate lanza un bufido al aire y me mira con obviedad. Un gesto que, sinceramente me hace mucha gracia.
— Claro que lo estoy, y no solo soy miembro del club, sino que también soy fundadora y presidenta, pero no soy ciega. Ross siempre está cerca observando y aunque es raro también sexy. Además, me limito a señalar lo obvio—, le pongo mala cara — bueno, lo obvio para todos excepto para ti querida, incluso Ian se pone tenso cuando lo ve cerca de ti.
Me quedo reflexionando sobre eso, la verdad es, que no puedo negar que a Ian no le hace ni chispa de gracia, cuando el profesor está cerca de mí.
— ¿He dado en el punto eh? —. Pregunta Kate viéndome tan pensativa.
— ¿Qué punto? — intento poner mi mejor cara de inocencia, pero no funciona.
— Ya —dice Kate mirándome con... ¿astucia?, pero aun así me responde — el punto que no me puedes negar tan fácilmente, porque, aunque no lo quieras admitir, sabes que ahí hay algo.
La verdad es que había algo y pensaba descubrir qué, porque me intriga, pero estoy segura de que no es lo que piensan Kate o Ian.
— Bien chicos, vayan a sus asientos y no armen jaleo— gruñe el profesor Matthew — ya hemos perdido demasiado tiempo.
Los siguientes cincuenta minutos se centraron en el profesor de Física, intentando encender el reproductor de vídeo y maldiciendo "tanta modernidad tecnológica para que luego el cacharro no funcionase", como siempre suele decir.
Aunque yo estaba más centrada en el reloj, contando el paso de los minutos. Contado los que quedaban para ver a Ian, y su hermosa torcida sonrisa. Sentir como sus brazos me rodean y acercan a él, para darme un suave y cálido beso, justo como pasa en el momento que me ve cruzando el patio trasero del instituto.
— ¿Cómo te ha ido la mañana? — me pregunta Ian, una vez que rompe el delicado beso, pero sin dejar de sostenerme contra su cálido cuerpo. Sé perfectamente que se refiere a cómo me ha ido después del choque que tuve con Noah, es tan dulce… —. ¿No ha vuelto a pasar nada más verdad? — vuelve a preguntar viendo que no le contesto.
— No, nada, tranquilo — me limito a sonreír y darle un pequeño y lento beso. Añoraba sus labios a pesar de que acababa de catarlos hace un momento, comenzaba a pensar que me estaba convirtiendo en una adicta a ellos. Aunque para mí eso funcionaba bien.
Los brazos de Ian en seguida me rodean, como si fuese lo que más atesora en este mundo, y eso me reconforta. Pensar en todos los problemas que me había ocasionado Noah en el pasado, con otros chicos que se habían fijado en mí, y que aún ahora intentaba hacer lo mismo con Ian, me dejaba realmente sensible. No soportaba la idea de que lograse poner sus feas garras sobre él.
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El amor de la luna #wattys2020
WerewolfBanner realizado por: @ewonderland Alejandra Harris una chica de 16 años con todo organizado y estable y sobre todo con sentido, hasta que llegó Ian, el chico más inquietante y sexy que había visto en su vida. Ian Evans, el chico nuevo, encantador...