CAPÍTULO 13
Alejandra
Ian rápidamente pasa un brazo por detrás de mi espalda y el otro por debajo de mis piernas y me alza entre sus brazos, como si fuese lo más valioso que tiene. Percibo su miedo a perderme y aunque, reconozco que esto jamás lo hubiese podido imaginar, a pesar de que me parecía extraño algunas cosas que pasaban con él, pero a pesar de todo ello, o el miedo que sienta, sé que nada de eso pesaría más que lo mucho que confío en él, ni lo mucho que me importa. Jamás lo abandonaré, esa es la cosa más real que puedo decir en este momento.
Atravesamos el último tramo de frondosos árboles que nos separa del claro en el que acampamos al llegar. Conforme nos acercamos al campamento, puedo escuchar con mayor claridad el revuelo que hay en la zona. Los estudiantes se ven agitados, mientras que los profesores intentan calmar los ánimos. Ya que Katherine y Noah parecen estar discutiendo y no sé por qué, pero imagino que Ian y yo tenemos algo que ver en todo ese jaleo. Ya que cuando nos acercamos un poco más al inquieto grupo, las miradas de todos, sin ninguna excepción, recae sobre nosotros y el bufido indignado de la rubia, no tarda en hacerse escuchar. Una vez que llegamos donde están los demás Kail se acerca a nosotros con aire preocupado.
— ¿Dónde estabais? —, su gesto cambia y me mira a los ojos— ¿Qué te ha pasado? — Sé que está preocupado, lo noto en su tono de voz, en su cara, en sus gestos, pero no sé qué decirle, no puedo contarle la verdad.
— Está bien, lo que ha pasado... — Ian se calla y veo lucha en su rostro, como si estuviese pensando en las mejores palabras para escoger, para después terminar con un "no es eso" que me da la impresión de que oculta mucho más. Algo que no quiere que sepa y también parece conocer Kail, ya que su rostro se ve más relajado de inmediato.
Sin embargo, esa especie de calma no dura mucho ya que a pesar de que ambos se mantienen en un completo silencio que no comprendo, la tensión que siento en el ambiente resulta ser algo difícil de obviar. El rostro de Kail, que en los últimos minutos desde que hemos llegado, ha pasado de alivio al verme "bien", a pesar de los rasguños que se pueden ver claramente en brazos y piernas, a una ira que ha ido en aumento conforme pasaban los segundos, en el silencio sepulcral que fluía entre nosotros. No tengo ni idea de lo que está pasando, lo único que estoy haciendo es quedarme en silencio, viendo a éstos dos en un extraño combate silencioso de miradas, sintiéndome totalmente incómoda y decido romper el silencio que nos envuelve. El rostro furibundo de Kail se relaja levemente en cuanto escucha mi voz.
— Me he caído por una de las colinas y me he raspado un poco y creo que me he torcido el tobillo. Ian me ha encontrado y me ha traído de vuelta—. Me limito a decir, omitiendo a los dos borrachos, que solo dios sabe qué hubiese pasado si no llega a aparecer Ian.
Ambos clavan sus miradas en mí, se miran nuevamente y Kail suspira.
— Vamos a curarte eso Alejandra, veré tu tobillo—. Murmura estirando sus brazos hacia mí.
El agarre de Ian, quien todavía me está cargando, se hace un poco más fuerte y me pega más a su cuerpo.
— Yo me encargo.
Tras un momento Kail accede y se va, no sin antes decir que avisará a Brownin, la enfermera titular del instituto, quien también nos acompañaba a la acampada por si acaso y que nos quedásemos en nuestra tienda.
Ian abre la tienda con suma facilidad, sin soltarme, como si no pesara absolutamente nada, lo que me sorprende, pero en seguida me recupero al pensar en lo que acabo de descubrir de él.
Como si de una luz que me engulle de golpe se tratase, caigo en la cuenta de que algunos hechos que me desconcertaban, podrían haberse aclarado y comienzo a atar cabos. De pronto la urgencia por obtener respuestas inunda mi pecho.
— Ian tenemos que hablar—, digo nada más meternos dentro de la tienda. Ian se sienta conmigo en brazos y me deposita entre sus piernas, de lado para poder vernos a la cara.
— Como ya te he dicho, responderé todo lo que necesites, pero ahora no Alejandra. Lo más importante en este momento es que descanses y que Brownin te mire esas heridas cariño.
— ¿Cariño? — murmuro sonrojada tan bajo que apenas escucho mi propia voz, pero como no, Ian lo ha captado.
Ian acaricia suavemente mis sonrojadas mejillas y me mira con atención, acercando su cara a la mía lentamente, antes de hablar de nuevo.
— Sí, cariño— murmura contra mi boca, antes de apoderarse de ella.
Su lengua acaricia el borde de mis labios con extrema lentitud, saborea cada milímetro al que es capaz de llegar con ella y se adentra a mi boca robando cada uno de mis suspiros.
— No me puedo creer que aún no te lo haya dicho, lo cierto es que no lo creí necesario, pensé que lo sabías, pero si necesitas que te aclare lo que somos lo haré —. Dice una vez que rompe nuestro beso. —Somos novios.
— ¿Novios? — pregunto con la respiración acelerada.
— Si me aceptas, por ti daría todo lo que soy, todo lo que poseo, porque mi corazón es tuyo desde el primer momento en que te vi, porque tú eres mi todo, porque estoy hecho para ti y porque soy completamente tuyo — termina de hablar con una inmensa sonrisa cargada de ironía —. Así que creo que ese es el término adecuado, sí.
En este momento soy incapaz de mantener esta dichosa máscara de frialdad que me puse cuando desapareció mi padre, noto como cae de golpe el muro que alcé en ese momento, y se rompe total y completamente solo por Ian, solo para Ian. No puede ser de otra forma, no cuando lo único que deseo es sentir sus caricias, tener su olor sobre mí, sentir sus labios, su toque y su cálida piel contra la mía. No importan las dudas, se han ido, no importa el miedo que pueda tener, sé que con Ian a mi lado no pasará nada malo y es en este mismo momento, cuando lo mando absolutamente todo a la mierda y lo beso.
Le beso y en un primer momento se sorprende, pero no tarda en reaccionar y darle cobijo a mis labios entre los suyos. Una sensación de profundo alivio inunda nuestro apasionado beso. Desde el comienzo de este delicado beso, se han filtrado en el diversas emociones, he podido sentir el miedo que proviene de Ian, miedo de perderme, de ser este nuestro último beso. Nada más lejos de la realidad, jamás podría dejar de sentir esto, esta sensación de gloriosa plenitud cuando estoy con Ian, cuando lo miro, hablo con él o nos besamos. Tan solo con tomarme de la mano, mi cuerpo y mi corazón reaccionan de diversas, divertidas y extrañas formas, pero todas ellas buenas. He sentido como dicho miedo se esfumaba y se convertía en alivio, un profundo alivio de saber que no me ha perdido, jamás lo haría. Todo eso he podido sentir en este maravilloso beso, cargado de amor. Un profundo amor vertiginoso y apacible a la vez, que te completa y vacía al mismo tiempo. Te completa de sensaciones buenas y te vacía porque hace desaparecer tus dudas, miedos e inseguridades. Un beso que comienza a tornarse apasionado, sin control alguno, abriendo paso a un nuevo nivel al que me asusta llegar, pero si es con Ian sé que estará bien. Ian me da una seguridad que nadie más me da, como si con su mera presencia me completase de alguna manera, más allá de lo físico, como si siempre lo hubiese esperado y finalmente estuviese junto a mí.
De pronto en pleno beso escucho como se desliza desde la garganta de Ian un gruñido animal y me viene a la mente aquel beso, en mi habitación, el día que me trajo a casa después de que me encontrase desmayada en el bosque. En ese beso también escuché el mismo sonido y recuerdo que pensé algo así como "lo habré imaginado". Ahora sé que no lo hice, lo que escuché al igual que ahora, proviene de Ian, de su deseo por mí. Lejos de asustarme, me da fuerzas para acercarme más a Ian. ¡Ja! Como si eso fuese posible, ya que estoy totalmente pegada a su cuerpo.
Cuando estoy a punto de intensificar más el beso, a pesar de que el aire comienza a escasear y las ganas de continuar no hacen más que aumentar, un carraspeo ajeno hace que giremos hacia lo que origina, ese molesto sonido que nos ha interrumpido. ¡Otra vez! En frente nuestra se encuentra Kail, mirándonos entre divertido y molesto.
— Chicos, enseguida vendrá la enfermera—. Nos informa para después dirigirse solamente a mí—. Te revisará el tobillo y curará tus rasguños Alejandra. En cuanto te cure acuéstate, mañana vendré pronto para llevarte a casa. Con una torcedura no podrás andar por la montaña y no te quedarás sola todo el día en tu tienda.
No me da tiempo a contestar ya que Ian se me adelanta.
— No será necesario, yo la llevaré temprano a su casa.
Kail no dice nada, pero su expresión se vuelve más seria y peligrosa por momentos, algo que no parece amedrentar a Ian, quien sigue hablando sin recibir respuesta.
— No pasará nada, está a salvo. Que no sepa nada no le hace bien—. Dice Ian apretando los dientes, se está enfadando, aunque está claro que intenta tranquilizarse.
— Cierra la puta boca—, habla finalmente Kail, con calma. Sin embargo, en sus ojos brilla una llama furiosa que se aviva con cada palabra de Ian, amenazando con abrasarlo todo.
— Debe enterarse de todo. Tiene que saberlo—. Insiste Ian.
— No es el momento, niñato—. Le reprende Kail.
Me siento fuera de lugar por completo, como si mantuviesen una conversación completamente distinta, de la que claramente me quieren excluir ambos. ¿Están hablando de mí?, ¿qué debo saber?
— No me llames así—, casi gruñe Ian.
— No te comportes como tal —. Sentencia Kail y se va.
Miro a Ian en busca de respuestas, pero lo único que hace es evitar cada una de mis preguntas.
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El amor de la luna #wattys2020
LobisomemBanner realizado por: @ewonderland Alejandra Harris una chica de 16 años con todo organizado y estable y sobre todo con sentido, hasta que llegó Ian, el chico más inquietante y sexy que había visto en su vida. Ian Evans, el chico nuevo, encantador...