CAPÍTULO 20
Alejandra
Al resonar el estruendo que produce la pequeña pistolita que lleva en sus manos la alcaldesa, un mar de adolescentes comienza a correr de manera rápida, entre ellos Ian y yo.
Me parece ver como Kate hace esfuerzos casi inhumanos por seguir nuestro paso, pero no lo logra. En cuanto a mí, aunque a leguas se ve que Ian se controla para permanecer a mi lado, no me cuesta nada seguir el ritmo que él me marca.
Pasados los primeros veinte minutos de carrera continúa, pasamos la primera vuelta del recorrido marcado y por extraño que parezca no me siento cansada para nada, es más, siento mi cuerpo más despierto que nunca. Los días anteriores a la carrera, días en los que había caído una ligera lluvia a media tarde, no habían hecho más que dejar un aroma impresionante en el bosque y alrededores. A pesar de algún corredor con algún resbalón que otro, hasta el momento no había ocurrido ninguna incidencia reseñable, como las nombra Kail. El día estaba resultando ser de fábula para realizar una prueba física de estas medidas. Correr siempre me ha gustado, pero ahora lo siento de una manera diferente, más liberador. Será por la tensión vivida las últimas semanas. Mejor dicho, meses.
El viento azota mi cara y mueve los mechones que se me han soltado de la coleta alta que me hice esta mañana, cuando por un momento la escena se detiene. Todo pierde color y me encuentro de pie, paralizada en una postura un tanto incómoda. Contemplo como a mi alrededor todas las personas están en la misma situación que yo. Totalmente paralizados en medio del movimiento que estaban haciendo. Los pájaros que revoloteaban sobre nuestras cabezas también se han quedado detenidos en el cielo. Algunos con sus alas plegadas y otros las tienen abiertas del todo, mostrando con orgullo sus plumas de distintos tonos oscuros.
El estómago me da un vuelco y de pronto parece que un millón de elefantes están haciendo una extraña danza sobre el centro de mi cuerpo. Las palmas de las manos me comienzan a sudar y de nuevo me encuentro con la sensación de que el aire no llenase mis pulmones con la suficiente rapidez. Me he quedado muda.
Me siento impotente, no puedo respirar, no puedo pedir ayuda, no puedo ver a Ian y tan solo me queda concentrarme en esa pequeña voz que llega en mi ayuda cuando la necesito.
Si en algún momento la necesito de verdad, es ahora—. Por favor te necesito— pido con esfuerzo, sin saber realmente a quién le estoy hablando o si en verdad llego a utilizar mi propia voz, mis palabras o tan solo se trata de un eco en mi mente. Sin embargo, una inmensa alegría me llena cuando oigo su respuesta.
“Estoy aquí, sigues aquí, estás corriendo”.
Por un momento me recuerdo a mí misma, el horrible momento que pasé en el coche y que esa misma voz me dijo que, todo era un juego mental de la persona que nos acecha.
Un momento…
"Estás corriendo"
Esas últimas palabras hacen que vuelva a la carrera.
Miro a mi lado, en donde aún se encuentra Ian y como si supiese con gran exactitud qué es lo que estoy pensando, su voz llega con suma claridad a mi cabeza.
— No llegará hasta ti. Jamás lo permitiré.
Voy a contestar a mi hermoso lobo de ojos verdes, cuando justo en ese momento el eco de una risa desquiciada se escucha por el sistema de megafonía que rodea la zona del bosque, propiedad del instituto.
— ¿No llegaré hasta ti? ¿Eso crees? —me pregunta una voz masculina con un tinte de odio que me hace estremecer por completo. Lo que más me extraña de todo esto es, que los demás alumnos siguen su camino sin inmutarse, como si no escuchasen lo mismo que nosotros, a pesar de estar utilizando el sistema de megafonía escolar—. Tal vez ya estoy encima de ti, pequeña— pronuncia esa última palabra con mofa, antes de que todo a mi alrededor se vuelva distorsionado, y lo último que soy capaz de ver con cierta claridad es como un cuervo se cierne sobre mí.
Todo ha pasado tan rápido en una décima de segundo han pasado tantas cosas que no estoy segura de haber sido capaz de percibirlas todas. Ian quién estaba a mi lado, ahora ha desaparecido y sobre mí, se encuentran los gemelos en posición de defensa, y dispuestos a atacar a cualquiera que parezca un enemigo. Por no hablar de Kail, quien al parecer salió detrás del tipo que nos ha estado acechando.
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El amor de la luna #wattys2020
Hombres LoboBanner realizado por: @ewonderland Alejandra Harris una chica de 16 años con todo organizado y estable y sobre todo con sentido, hasta que llegó Ian, el chico más inquietante y sexy que había visto en su vida. Ian Evans, el chico nuevo, encantador...