Un nuevo recluso llega a Nanba. El famoso asesino de fama mundial: "Golden Hack".
Su llegada a dado mucho de que hablar, sin embargo, vaya sorpresa que se llevarán al averiguar que el recién llegado Número 0 resulte ser, una mujer.
HISTORIA Y PORTA...
- ¡Detengan a ese monstruo! - gritó uno de los soldados antes de ahogarse con su propia sangre y caer al suelo.
- Es imposible - gritó otro soldado aun disparando.
Hubo otra explosión. Todos los soldados al rededor del objetivo habían sido lanzados a más de 2 metros. Había fuego y escombros en todas partes. El helicóptero que transportaba al nuevo recluso estaba completamente destruido y si no se controlaba la situación, pronto toda Nanba sería destruida.
- ¡Dispárenle con todo lo que tengan! - ordenó el capitán de misión. Los últimos 5 hombres que quedaban de pie abrieron fuego contra el enemigo. Pero fue en vano.
Se movía tan ágilmente que costaba creer que seguía en ese traje que les colocaban a los enfermos mentales. Llegó de un salto hasta los primeros dos tiradores de la derecha. Se escuchó un fuerte crujido seguido del grito desgarrador de los hombres que cayeron al suelo en segundos.
- ¡¿Cómo demonios puede moverse tan rápido con esa cosa puesta?! - el capitán retrocedió dos pasos, sabía que estaba en un gran apuro. Un grito se escuchó desde la izquierda, otro hombre había caído derrotado.
La desesperación y el sonido de las balas disparadas por el último soldado de pie provocaron que el capitán perdiera la cordura.
- ¡Habla el Capitán a cargo del traslado del recluso número 0! ¡Necesitamos refuerzos desde adentro! Repito, ¡Necesitamos refuer-
El hombre no pudo terminar su frase y es que una extraña presión en el pecho lo obligó a arrodillarse. Enfrente de él yacía su último soldado agonizando de dolor.
- Se atrevieron a subestimarme. -
Una voz lo sorprendió susurrándole al oído. Todo su cuerpo se paralizó.
- ¡¿C-cómo demonios lograste quitarte la máscara?! - preguntó el hombre aterrado.
Una leve risa fue lo último que obtuvo como respuesta antes de sentir un fuerte golpe en la espalda que lo dejó caer inconsciente al suelo.
Al deshacerse de todos los obstáculos solo quedaba una cosa más, salir de ahí.
- ¿Tú hiciste esto, número 0? -
Una voz llamó su atención. Giró su rostro ligeramente para encontrarse con un hombre alto, calvo y uniformado. Le llamó la atención una cicatriz en el ojo izquierdo pero no le interesó lo suficiente como para seguir observando. Iba a darse media vuelta cuando el hombre volvió a hablar.
- ¿A dónde demonios crees que vas? Ya eres parte de esta prisión. Vendrás conmigo por las buenas o por las malas. - Hajime comenzó a hacer sonar los huesos de sus muñecas hostilmente.
El recluso se giró lentamente hacia él. La máscara de metal reforzada que cubría su rostro solo dejaba ver sus pestañas blancas que contrastaban con sus ojos dorados con pupila ligeramente alargada.
Se le quedó mirando un rato más y de alguna manera ya no podía despegar su mirada de esos ojos.
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