Un beso de cristal

401 9 6
                                    

Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Género: Romance
Ráting: +16
Advertencias: No.

Un beso de cristal

El mundo a veces es extraño. Parecía un día perfecto, de esos en los que ni una mísera nube entorpece al azul del cielo ni le da por tapar al cálido sol primaveral, todo semejaba brillar con luz propia en una exasperante competición de destellos cegadores.

Odd jugueteaba con la mano de su nueva novia, Sorya Abbulabbas, bajo la sombra de uno de los árboles centenarios. Jérémie y Aelita hojeaban uno de esos libros gigantescos sobre algún tema complicado y aburrido. Ulrich y Yumi estaban enfrascados en uno de sus entrenamientos a golpes. Y William los miraba sin comprender como era posible que nunca llegasen a hacerse daño de verdad, ambos pegaban con fuerza.

No lejos de allí, Hervé, Nicolas y Sissi, maquinaban cualquier cosa no demasiado buena pero indiferente para ellos. Se dedicaban a juguetear con un balón cerca de los ventanales.

William suspiró y se estiró, le estaba entrando un sueño mortal y más le valía espabilarse si no quería suspender el examen que tenía en una hora. Se puso de pie, les dijo adiós con la mano a los chicos y se adentró en el edificio.

Era un misterio que Jim no estuviese en el pasillo riñendo a los alumnos por estar allí adentro en vez de estar en el patio. Avanzó pasando frente a los enormes ventanales cuando un balón impactó contra ellos haciendo estallar los vidrios. Los pedacitos de cristal rebotaron en su ropa y cayeron al suelo.

Magali De Vasseur, Azra Ürgüp, Noémie N'Guyen y Emilie Leduc se acercaron hasta a él, igual que lo hicieron otros alumnos.

—¿Estás bien, William? —preguntó Noémie.

—Sí, estoy perfectamente.

—Menudo susto —murmuró Emilie con una mano en el pecho.

Miraron a través del marco de la ventana y vieron a Sissi y a Nicolas con la vista clavada en Hervé y a este con una expresión horrorizada, sudor en la frente y la palabra "culpable" estampada en la frente.

—Espero que Jim no me culpe a mí —dijo William con humor.

—No sería tan raro. —Noémie se encogió de hombros—. Todos sabemos que eres el especialista en meterte en líos.

—Bueno... es una suerte que haya testigos de que no he sido yo.

—Claro. —Emilie dio un paso al frente sonrojada—. Nosotras se lo diremos a Jim. No... no te puede castigar por algo que no has hecho.

Alguien entró en el edificio corriendo, pasó como una bala arrollando a Emilie y lanzándola contra los cristales rotos del suelo. William alargó el brazo para evitar que cayera y se hiciese daño. Resbaló. Según perdía el equilibrio reconoció el jersey verde de punto de Hervé que se alejaba por el pasillo.

La abrazó con fuerza protegiéndola del golpe con su propio cuerpo, los afilados pedazos de cristal se hundieron en su espalda provocándole heridas profundas y dolorosas.

—¡Leduc, Dunbar! ¿Estáis bien? —aulló Jim que había acudido al oír el estallido de los vidrios.

—¿Te has cortado, Emilie? —preguntó William sin aflojar el abrazo e ignorando de manera deliberada a Jim.

—E... es-estoy bien —tartamudeó—. ¿Y tú?

Jim llegó hasta a ellos y maldijo a voz en grito.

KadicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora