Mi pecado favorito (AU)

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Italia, 1350.
Tiempos de la Peste Negra.

Podía recordar a los ángeles atacarlo. Podía recordar la sensación de las espadas desgarrar su carne. Podía recordar tanto dolor y desesperanza, pero aún así no tenía miedo.

Porque un demonio no podía permitirse tenerlo. Los demonios no tienen miedo, ellos lo causan.
Ellos son los responsables de encoger el valor en lo corazones de los hombres. Eran los culpables de llevarlos a la condena de arder en el fuego de la eternidad. Allí, en donde moría la esperanza y solo crecía el temor.

Magnus había caído y pensó que moriría allí mismo. Cubierto por el barro y la lluvia, en medio de la noche. Pero no!
Los ángeles habían decidido dejarlo tirado en el piso para que muriera. Pero su voluntad no lo permitió.
Magnus empezó a arrastrarse por la tierra cuando los verdugos de atroz gracia se habían ido.
El demonio llegó a una granja y usó todas sus fuerzas para levantarse. Abrió la puerta y lo invadió el ruido de las vacas y los caballos, se acostó en una pila de heno. Su cuerpo empezó a sanar y esperó estar a salvo.

***

Al día siguiente, despertó con la sensación de qué alguien lo estaba observando.
Magnus despertó y soltó un suspiro de sorpresa. Frente a él, estaba un muchacho de cabellos negros y ojos azules, su piel era extremadamente pálida.
Ambos se habían quedado mirándose con la boca abierta, no encontraban las palabras indicadas para poder expresar.
Pero Magnus recordó que era un demonio, se supone que él y sus demás hermanos caminan por la tierra expandiendo la enfermedad y la muerte entre los hombres. Los ángeles ahora lo daban por muerto y quería que ellos se quedaran con esa ida y no se enteraran en donde estaba ahora.
Magnus seguía viendo al muchacho, iba a hablar, pero el otro lo hizo primero.
-Quien eres y que haces en mi granero?- el chico tenía una voz qué, a pesar que era firme, tenía inseguridad.
Magnus pudo ver que tenía un rastrillo.
-Me asaltaron- mintió el demonio- llegué aquí en busca de refugio y caí dormido.

El chico aún tenía el rastrillo, pero empezó a bajarlo lentamente.
Magnus sabía que debía engañar al chico lo suficiente como para poder quedarse allí y luego marcharse.
-Soy Magnus- se presentó.
-Alec- dijo el granjero.
-Entonces, puedo quedarme aquí un tiempo?- preguntó Magnus.
-No tienes a donde ir?- dijo Alec.
-La peste me lo quitó todo- mintió Magnus- mis tierras, mi familia y mis amigos. Estoy solo.
-Oh- dijo Alec- bueno, entonces creo que puedes quedarte.
-Genial- dijo Magnus.
-Te traeré algo de ropa- dijo Alec, desapareciendo del granero.

Magnus sonrió y soltó una pequeña carcajada.
Oh, Alec. Fue muy fácil, ni siquiera sabes en lo que te estás metiendo.

***

A

lec se dirigía al granero; traía una camisa, un par de pantalones y ropa interior.
Nunca esperó levantarse esa mañana y encontrar a un guapo desconocido durmiendo entre el heno y sus animales.
Pero lo que mas le sorprendió fue haber aceptado que se quedara. Bueno, Magnus lo había perdido y Alec sintió el impulso de ayudarle.
Pero también sentía que habían otros motivos.
Alec  se sentía solo. Sus padres y hermanos habían muerto con la peste, hace poco tiempo.
Desde entonces, la única compañía que tenía era la de sus animales y la de la soledad.

Alec ingresó al granero y vio a Magnus con solo un par de pantalones, la camisa arrojada cerca de allí.
-Magnus!- gritó Alec mientras se tapaba el rostro y las prendas que traía para Magnus caían al suelo.

Malec, One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora