10 de cada mes

Paulina

Ha cambiado demasiado, su figura, su semblante, todo de ella ha cambiado, me fue difícil reconocerla, es impactante para mí verla de nuevo, verla aún después de todo lo que pasó.

Los brillantes ojos grises del pequeño me observan, su mano agita sin cesar el globo y paulina susurra palabras al oído del niño.

-Ashton, él es Julian, tu hijo- pronuncia de un momento a otro, su mirada está puesta en mí, quiero reírme, pero su expresión es segura, dice la verdad.

Parece que hubiese perdido el habla, deseo hablar, decir algo, pero no soy capaz.

-Sé que se te hace extraño que hasta ahora aparezca y te lo diga... Pero pensé que iba a poder sola, pero no aguanto, esto es duro Ashton- explica y las lágrimas no tardan en acudir a sus ojos.

-No pasa nada- musito mientras torpemente me acerco y la abrazo con delicadeza para no hacerle daño al pequeño.

Su mano se enreda en mi espalda y su cabeza se esconde en mi cuello. Sus sollozos son cada vez más pesados y desconsolados. Me siento mareado e incómodo por toda la situación.

Mis labios tiemblan ente la afirmación de mi subconsciente, soy padre de un preciso niño. Paulina con lentitud se aleja de mi cuerpo y limpiando sus lágrimas mira a su hijo, nuestro hijo, ubica las manos debajo de sus brazos y lo extiende en dirección a mí.

Rápidamente mis manos se estiran y lo tomo, lo acerco a mi pecho y lo arrullo, es una sensación extrañamente satisfactoria. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, beso la nariz de mi hijo y él sonríe animado.

Paulina me toca el hombro conmovida y respira tranquila.

-Quiero que seamos una familia-