Todo estaba muy blanco ante mí, tan brillante que a través de los parpados la luz era intolerable. El agarre de Therion era bastante fuerte que pensé que me trituraría los huesos. Pero lo que realmente me estaba matando por dentro, era el recuerdo de Ethan cayendo con esa daga clavada en su pecho que se repetía una y otra vez.
Sentí el piso firme bajo mis pies y no dudé ni por un instante en retorcerme entre los brazos de Therion.
—¡Suéltame maldito! —Exigí.
No lo hizo, pero su mano subió hacia mi boca para callarme, entonces lo mordí con todas mis fuerzas con ganas de arrancarle un pedazo de carne.
—¡Diablos! —gritó él.
Me soltó y caí de bruces al piso, veía que todo se me venía encima, estaba mareada y asqueada, sin embargo, con mucho esfuerzo y sintiendo que estaba sobre una balsa en el mar agitado, me logré quedar de pie.
—¡Jamás te perdonaré que hayas matado a Ethan! —le lancé un ataque directo a su cara.
Él lo esquivó... o su gemelo traslucido, no sé, pero no lo tocó.
—Yo no lo maté en sí, fuiste tú quien le clavó la daga —dijo tranquilo, sosteniéndose la mano que le mordí, me daba gusto ver que le escurría sangre.
Terminé otra vez en el suelo, la cabeza me dolía, mi cuerpo, mi corazón. El llanto me provocaba que el dolor se me intensificara. Estaba muriendo
—No lo hice... yo no lo maté —mascullé con los dientes apretados para ignorar el dolor.
Therion se agachó y me tomó por la barbilla para obligarme a verlo a esos ojos dorados, mostrando sus pupilas en rendija como si se tratara de una víbora.
—Claro que sí, tus manos te delatan —alzó mi mano, tenía sangre impregnada—. Recuerda Luna, tú mataste a Ethan —su voz sonó lejana.
Negué con la cabeza, agitando mi cerebro como si estuviera dentro de un frasco.
—¡No lo hice, tú me obligaste! —grité, empujándolo al tiempo que me puse de pie tambaleante a punto de caerme otra vez.
La furia que me sacudía por dentro era más que el dolor. Mis manos ardían, era fuego puro. Lancé mi ataque contra Therion, cubriendo su cuerpo en una gran llamarada que se levantó varios metros, podía sentir el calor abrazador lamiendo mi piel.
—Lo siento, querida, pero yo no voy a tolerar un comportamiento tan violento. No porque seas quien eres te daré un trato preferencial. ¡Llévensela al calabozo y no le den de comer hasta que yo se los indique! —Bramó Therion quien desplazó el fuego por los lados demostrando que su poder era mucho más superior que el mío.
Dos personas me agarraron por los brazos con brusquedad, me retorcí entre sus agarres, apenas vi que aquellos tipos tenían los rostros cubiertos por unas máscaras blancas que sólo tenían una franja negra donde iban los ojos y un par de hoyitos para que respiraran.
No sé cómo logré derribar a uno al golpearle con mi codo el vientre y escuché su quejido, al tener ese brazo liberado, agarré la máscara del otro, derritiendo el material, atisbé uno de sus ojos de color lila, pero no le di tiempo para que reaccionara y le pateé la espinilla logrando así liberarme por completo.
—¡Maldición, no puedo creer que sean tan ineptos que no puedan contenerla! —Escuché a Therion bastante enfadado, antes de que pudiera voltearme hacia él para atacarlo de nuevo, todo se oscureció.
• • •
El eco de unas gotas resonando en el piso me despertó. Las paredes tenían un color violáceo y se sentía la humedad en el ambiente. Mi mano tocó agua helada y la aparté de inmediato, viendo un pequeño charco, recorrí con la mirada un hilillo de agua que era el que se encargaba de llenarlo; vi en donde caían las gotas.
Al frente había gruesos barrotes de color acre. Estaba en un calabozo oscuro, frío y húmedo.
No me importó, encogí las piernas hasta el pecho y las abracé, hundiendo mi rostro para llorar.
Estaba quien sabe dónde, sin mis amigos y Ethan muerto. Todo lo que tenía lo había perdido en un instante, bastó sólo un segundo para arrebatarme todo. Daría lo que fuera porque Ethan estuviera vivo, no me importaba no volverlo a ver, pero que supiera que estaba vivo y bien. Lo que fuera por él, hasta mi última gota de magia.
Me había quedado sin más lágrimas que derramar y con la boca espesa, sin embargo, una sed terrible me embargó la garganta. Necesitaba algo de beber y en vista de que nadie iba a llegar a mi celda a dejarme agua, terminé bebiendo de aquel charquito. El agua pasó por mi garganta como si se tratara de alfileres y me hizo toser, pero no fue suficiente para calmar mi sed.
—Puede que muera en este lugar —expresé, escuchando mi voz rasposa chocar contra las paredes y repitiendo perfectamente lo que dije—. Therion es un idiota con cara de mandril estreñido.
Reí levemente, ojalá y llegara a oídos de ese cretino.
Una pequeña risa del otro lado de la pared me hizo dar un salto, pero la risa luego se tornó en un ataque de tos seco que sentí que la que iba a terminar escupiendo sangre sería yo.
Pegué mi oreja a la pared para saber si la persona del otro lado estaba bien porque dejó de toser abruptamente.
Noté que en la pared de piedra había un hueco en la parte inferior, así que me asomé. Vi una mano con vendajes sucios y oscuros, los dedos descubiertos estaban casi ennegrecidos y en su muñeca posaba un grueso grillete. Me exalté cuando la mano se movió.
—¿Por qué lloraste tanto? —interrogó con voz ronca y adolorida, pude identificar que era un hombre.
No supe si debía de responderle, además a ésa persona qué le importaba mis motivos, ni siquiera me conocía... suspiré. Otra vez estaba actuando como una idiota egoísta. Él podía estar ahí desde quien sabe cuánto tiempo, tal vez solo y ahora yo era la única con quien podía tener una interacción.
—Perdí a mis seres amados —respondí, me recargué en la pared.
—Me pasó exactamente lo mismo —dijo él.
Le dio otro ataque de tos.
—Pero tengo la esperanza que están bien, sobre todo ella, mi madre —hizo una pausa—. Debe estar muy preocupada por mí.
Aquello me dejó pensativa. La visión que tuve cuando toqué a Erika, a Therion en ese entonces desconocido y el cuerpo golpeado de... me levanté de golpe. Grave error porque me mareé y terminé apoyándome de la pared para no caerme.
—¿Iván? —interrogué, mi voz salió en un hilo que no hubo eco.
Escuché cómo se agitaron unas cadenas.
—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó él, notándose sorprendido.
—Soy la persona que mataste esa noche que fuimos atacados por las criaturas subterráneas. Luna Blackwood.
Todo quedó en completo silencio que hasta las gotas de agua dejaron de sonar. Él estaba sorprendido, cosa que deduje por su mutismo y yo demasiado mareada como para seguir de pie y consciente.
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Luna Blackwood: Una Bruja Indomable
FantasyLIBRO II. Luna ha sido atrapada por Therion, un viejo conocido de Ethan. Ella se siente devastada por la pérdida de su guardián y amigos, pero a pesar de sus circunstancias, no ha perdido su carácter fuerte y aunque pareciera que todo su mundo se h...