Capítulo 10: Antes de la fiesta

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Me puse el vestido, no tengo idea de cómo me veo con él puesto, pero me importa un comino, lo único que me emociona es que esta misma noche me largo de aquí.

El vestido sí es largo, fácilmente lo piso y me queda algo flojo, creo que estoy más delgada de lo que recuerdo —no es que fuera una modelo antes, pero sí tenía mi peso ideal para mi estatura—, y es la primera vez que me veo con más detenimiento mis brazos y hombros, lucen demasiado delgados y la clavícula se me nota mucho. He de parecer un esqueleto con piel, sólo de imaginarme me da escalofríos. Sólo espero que la comida que ofrezcan en la fiesta esté buena porque pienso rellenar el vestido antes de la media noche, no tendré piedad con los alimentos.

Como si ya supieran que tenía el vestido puesto, al cabo de un par de minutos, entró esa señora amargada, me dirigió una mirada de pies a cabeza y por su semblante, estoy segura que pensaba lo mismo que yo: El vestido no lucía bien en mí.

—Pareces un gato callejero mojado —dijo sin miramientos la señora.

—Gracias, la verdad es que siempre espero esa clase de cumplidos cuando me pongo un vestido tan elegante como este —contesté llena de sarcasmo.

La mujer me regañó con la mirada.

—El señor Therion quiere verte —indicó la mujer con un genio de los mil demonios. 

Torcí la boca ligeramente y le expuse mis muñecas esperando a que las atara. Tenía que fingir tal como me lo pidió Warren. 

Para mi sorpresa, me puso unas esposas de policía con una cadena.

—No soy bruja como ustedes —dijo la señora a regañadientes, creo que por eso era tan amargada y apática conmigo—. Ni te emociones, porque el señor Therion hechizó las esposas, así que no podrás liberarte de ellas. 

—Con esa actitud no tiene nada que envidiarnos, bruja —inquirí, ella alzó la vista a mi rostro, para observarme como me reía de ella en su cara.

—Pero al menos yo no he estado encerrada en un calabozo durante dos meses toda apestosa —replicó, sonriendo triunfante.

Tragué en seco, estuve dos meses atrapada en ese asqueroso lugar y apenas me venía enterando, entreabrí la boca, completamente impresionada por el dato, pero al ver la risa floreciendo en los labios de la señora, me acordé de un asunto pendiente con ella que no lo iba a dejar así y me encargaría de quitarle esas ganas de reírse.

—Pues debería, sólo así podrá bajar lo suficiente para caber en este vestido.

Me jaló tan bruscamente que casi me voy de boca al suelo, luego me empezó a arrastrar haciéndome saber que poseía buena fuerza. Pisaba el vestido y eso me hacía tropezar a cada instante casi a punto de caerme, pero cuando la vio un guardia, se relajó un poco y se dio la vuelta, levantó la parte inferior y con unos alfileres, ajustó el largo del vestido, pero mientras lo hizo, me dio uno que otro pinchazo adrede, que a mí me dieron ganas de azotarle la cara en la pared a esa vieja amargada. Me volvió a jalar como si llevara a un animal, sin embargo, me quedé parada obligándola a dar la media vuelta.

—¡Muévete, mugrosa! —Me exigió, su ceño estaba tan fruncido que formaba perfectamente una V y le remarcaba todas las arrugas de la frente y ojos.

—Está jugando con mi paciencia, señora —dije arrastrando las palabras—, y le advierto que con o sin magia, soy tan peligrosa como Therion.

La mujer empezó a reírse, carcajearse en mi cara, sus sonoras carcajadas resonaban por el pasillo, sólo que mi paciencia estaba al límite y la jalé hacia mí, me hice a un lado para que cayera pesadamente al suelo, no le di tiempo si quiera de respirar y le puse mi pie en la nuca, apreté con fuerza hasta que escuché unos gemidos ahogados, así que me acuclillé de tal modo que ella me diera la cara.

Luna Blackwood: Una Bruja IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora