Capítulo 17: Ethan recupera su forma humana

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El animal insistió en salir del camarote, me volteaba a ver y maullaba con más fuerza, tanto que se volvió irritante y despertó a Mónica.

—¿Qué pasa? —balbuceó Mónica, unas lucecitas tintinearon y atisbé como se fregaba los ojos—. Seguro quiere ir al baño, dejé la caja de arena afuera.

El gato dejó de maullar de golpe y yo me mordí los labios para no soltar una carcajada. Daría lo que fuera por ver la cara de Ethan humano, lástima que los gatos no se ponían colorados.

Tardó unos segundos en que el gato volviera a su faena por querer salir. El barco se movió violetamente que casi me caigo si no fuera porque alcancé agarrarme de la perilla.

Mariposas de luz revoloteaban, iluminando bastante bien el camarote, a Mónica la vi tirada en el piso.

—¡Se salió! —gritó Mónica.

Apenas alcancé a ver la cola del gato, el aguacero que caía no me permitió ver más allá y tuve que cerrar la puerta para que no entrara agua a nuestro espacio. Con lo poco que estuve expuesta, bastó para empaparme.

—A Ethan no le gusta el agua —me dijo Mónica, incorporándose.

La forma en que lo dijo me dio a entender que tenía que ir a buscarlo.

—¿Tengo que salir a buscarlo? —me aventuré a preguntar.

—Le tiene miedo a los truenos, como gato es muy miedoso —confesó.

Miré a otra parte, a decir verdad, no me apetecía salir con esa tormenta azotando allá afuera, con todo lo que nos ha pasado, a lo mejor hasta un gigantesco Kraken salía a saludarnos antes de engullirnos.

—Eh, bueno, necesitaré un impermeable y una linterna —dije nada convencida.

—Yo te acompaño —Mónica tomó una chaqueta.

Le dediqué un rosario de insultos al gato por hacernos salir en plena tormenta. Los truenos resonaban brutalmente en el cielo ennegrecido y los rayos fulguraban con tal potencia que iluminaban por una fracción de segundo todo los que nos rodeaba. La lluvia me golpeaba el rostro como si me estuvieran apedreando con furia. A pesar de los gritos que daba para comunicarme con Mónica, no nos entendíamos.

Y no encontrábamos al maldito gato.

Me recargué sin darme cuenta de que la puerta estaba abierta y terminé en el interior del camarote de Camila quien estaba despierta, viendo su celular.

—¿Has visto a Ethan? —le preguntó Mónica.

Camila apartó sus ojos de su móvil y negó con la cabeza.

—¿Nos ayudas a buscarlo? —pidió Mónica.

La chica se levantó para ayudarnos, estaba colocándose un impermeable cuando escuchamos un grito en el camarote de al lado. Las tres corrimos, Camila abrió la puerta de una patada y nos quedamos petrificadas al instante. Apenas vislumbre un flash que provenía del celular de Camila un segundo después, pero la escena que estábamos viendo nos dejó impactadas.

Samuel estaba con la boca abierta, sin apartar sus ojos de un hombre con el torso desnudo, porque el resto del cuerpo estaba bajo la cobija de Samuel. Era una escena muy íntima y comprometedora porque ese hombre estaba encima de Samuel. Camila sacó una foto e hizo zoom en la foto para ver el rostro de espanto que se cargaba Samuel, pero el otro sujeto no parecía para nada alterado, de hecho, se veía muy sensual, con la boca levemente abierta muy cerca de la de Samuel y con la mirada fija en los labios del chico.

Lo más impactante, es que ese hombre era Ethan.

Samuel pegó otro grito y de un brusco movimiento se quitó a Ethan de encima, lo tiró de la cama, yo le tapé de inmediato los ojos a Mónica para no dañar su inocencia, y Camila sacó otra foto. Samuel se levantó de golpe del lado contrario de dónde se había caído Ethan y seguía espantado.

—¡Pero qué demonios! —exclamó Samuel al cabo de un rato.

Creo que estaba tan sorprendido como nosotras —excepto por Camila—, que él no se había dado cuenta de nuestra presencia.

Ethan soltó un gemido y nuestra atención voló hacia él. Se estaba incorporando, recargándose en la orilla de la cama, se notaba adormecido, el pelo de la cabeza estaba alborotado de un modo salvaje y mojado, pero en su cuerpo ya no había pelo de gato, ni rastro del felino que fue.

—Qué sexi —habló Camila quien se mordió el labio.

En ese momento, Samuel se percató de nuestra presencia, abrió los ojos como platos y el color rojo se apoderó de su piel; cohibido, jaló la cobija para cubrir su cuerpo, no es que estuviera desnudo, pero dormía con unas bermudas.

—¿Q-qué hacen aquí? —nos preguntó Samuel.

—Escuchamos un grito —respondió Camila de forma juguetona—. Pero creo que interrumpimos. Adelante, sigan con lo suyo, ignoren que estamos aquí.

—¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ?! —gritó Samuel pasando sus ojos de una en una.

—Perdón por interrumpir, ya nos vamos —habló Mónica que miraba el suelo como si fuera lo más interesante del universo.

Bueno, a decir verdad, lo más interesante ahí era el caso de Ethan y Samuel, además de que los dos estaban con el torso desnudos y he de admitir que se me fueron los ojos. Qué bien estaban los muchachos.

—Lo siento, Luna, los chicos que te gustan, se gustan entre ellos. Ya encontraras a un chico que no sea gay —dijo Mónica echándome el ojo.

—¡Yo no soy gay! —aclaró Samuel, desesperado.

—Ni yo —respondió Ethan más calmado.

Ethan parecía que estuviera bajo los efectos del alcohol.

—Y a Luna sólo le puede gustar un chico —añadió Ethan con voz aguardentosa y se señaló picándose la frente.

—¿Pueden posar así juntitos para una foto? —pidió Camila.

—¡Claro que no! —bramó Samuel, movió la mano lanzando el teléfono de Camila por los aires, lo malo, es que Camila iba pegada al teléfono y terminó golpeándose contra la pared.

El incomodo momento terminó ahí.

Camila quedó inconsciente, pero su cuerpo se colapsaba.

—Lo siento, yo no quería lastimarla —expresó Samuel, asustado.

Mónica corrió a socorrer a Camila, Ethan se cayó, tenía los ojos cerrados y balbuceaba algo.

—Soy peligroso —dijo Samuel, mirándome.

Le di la razón. Acababa de demostrar lo peligroso que era.

Sin embargo, algo que vi en él me dejó anclada en el lugar.

Había dejado caer la cobija en el momento que arrojó a Camila contra la pared y ahora podía ver su pecho desnudo, pero eso no fue lo que llamó mi atención, si no el hecho que algo refulgía en medio de sus pectorales, haciéndome recordar a los rayos que deslumbraban allá afuera.

—Ayúdame —Samuel se llevó el puño a ese punto de su pecho, como si quisiera agarrarlo él mismo y arrancárselo.

Luna Blackwood: Una Bruja IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora