El único ruido que escuchaba era el de la gota de agua que caía constantemente, ya hasta sabía que tardaba sus cinco segundos, por lo que era mi forma de saber cuánto tiempo había transcurrido desde la última vez que vino el tipo de la trenza a dejarme agua. Habían pasado tres horas con veinte minutos y treinta cinco segundos. Era la forma de tenerme "entretenida".Estaba andrajosa y el pelo me apestaba que ni yo soportaba el olor del mismo. Era asquerosa. Probablemente esa era la razón por la cual el tipo no se quitaba la máscara, seguro se trataba de una máscara antigás para no intoxicarse.
¿Qué sería de mí? ¿Moriré en este lugar? Aunque prefiero morir aquí antes de que Therion me ponga un dedo encima. No sería mi guardián ni en sus más anhelados sueños.
Pensé en mi papá, Mónica, Camila, Erika, Ileana, en Ethan, y me sorprendí cuando también Samuel apareció en mis recuerdos, sobre todo lo que me dijo el día que me regaló esa rosa de agua.
«No quiero cruzar el océano para venir a rescatarte» Sonreí ante su recuerdo. Después de todo, no recordé lo malo de él, sino todo lo bueno.
No sé si debido a la falta de alimento —aunque el tipo de la trenza me daba de comer una vez al día, pero no era suficiente—, de luz, de agua, de aire fresco, mi mente empezaba a divagar con más facilidad y me costaba concentrarme en lo que fuera que estuviera pensando hacía un segundo, sin embargo, pensar en que Ethan podría estar vivo, me daba la fuerza para no perder la cordura.
—¿No se supone que debería estar pensando cómo salir de aquí y matar a Therion? —me dije, mi voz sonó extraña incluso para mí.
No solía hablar en mi encierro y las pocas veces que lo hacía, me costaba reconocer mi propia voz.
Pasaron otros diez minutos y de pronto escuché que bajaban los escalones.
Vi al sujeto de la máscara que llevaba dos cubos, uno en cada mano, a través de la franja negra pude sentir su mirada de desprecio.
—Tu pestilencia puede olerse a kilómetros de aquí —se burló el tipo.
Quería responderle al sujeto, pero mi voz se ahogó en mi garganta.
Me arrojó el agua al cuerpo, estaba helada que milagrosamente me revivió, exhalé un grito al tiempo que mis pulmones se llenaba de aire caliente.
—¡Desgraciado cobarde! —grité, levantándome e irme como una fiera hacia él.
Él retrocedió para eludirme, pero no fue lo suficientemente rápido para evitar que le quitara la máscara. Entonces vi su despreciable rostro. Era un hombre que rondaba los cuarenta años, con una barba incipiente y asquerosa.
—Toda una fiera... así es como me gustan. Salvajes y jovencitas —gruñó el tipo, sus ojos brillaron.
Pero no tanto como mi rabia.
Aunque la sorpresa me asaltó cuando el tipo abrió la puerta, no me desconcentró del objetivo. Dio unos pasos hacia mí, y yo retrocedí un poco, pero mis ojos se enfocaron en ver la puerta abierta.
—El señor Therion ya ni se acuerda de ti, así que no creo que le importe que me divierta contigo —me miró despectivamente—. Aunque estés sucia, no dejas de ser mujer y yo un hombre con necesidades...
Fruncí el ceño, ya veía sus intenciones. Controlé mi respiración, pero mi pecho subía y bajaba frenéticamente. Por un momento sentí miedo, terror, el tipo era un hombre grande y fuerte, en cambio yo estaba débil por falta de comida y sin mi magia, lo peor de todo, es que no había nadie a quien pedirle ayuda.
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Luna Blackwood: Una Bruja Indomable
FantasyLIBRO II. Luna ha sido atrapada por Therion, un viejo conocido de Ethan. Ella se siente devastada por la pérdida de su guardián y amigos, pero a pesar de sus circunstancias, no ha perdido su carácter fuerte y aunque pareciera que todo su mundo se h...