-¡¡Lo raro no sería que estuvieses tumbada en medio del bosque nevado, no, no, no, no!! ¡¡Es que sino fuera por mis hombres ya estarías muerta!! ¿Sabes el susto que nos has dado a todos? ...Por cierto ¿Como te llamas?
Aún no sabía que pintaba yo allí, delante de una mujer con el pelo ¿lila?, gritándome como si fuera una madre regañando a su hijo. Pero lo mejor, es que después de la regañina, va y me pregunta mi nombre. Así, en plan, ahora que ya te he dado la lección vamos a conocernos.
-Leila.- le contesté tambaleante.
-Vale Leila, mira, te vas a cambiar de ropa y vamos a llevarte a un centro de adopción, ya que yo no pienso cuidarte.
¡¿PERDONA?! ¿Pero quién eres tú y porque me casa a llevar a un centro de adopción? Explote dentro de mi mente.
La Fulminé con la mirada. Yo ya había pasado la gran parte de mi vida enjaulada en unos de esos centros. Encima, en el que estaba "alojada" yo, fue donde empezó la pesadilla, eso que me había cambiado todo.
Mientras yo pensaba en mi pasado, la mujer-pelo-lila-rarita no quiso perder tiempo. Empezó a dar vueltas por la habitación y tirarme encima una ropa muy rara. Era una trozo de tela de tela elástica que se hacía ancha en las muñecas y los tobillos. Tenia el escote en cruzado y trozo de tela que se ajustaba a mi cintura perfectamente. Era como una especie de traje para ninjas, solo que azul y negro y sin la cosa rara que te tapa la cara o la cinta je te pones en la cabeza. Cabeza, me toque el cabello para ver si aún tenía el gorro, nada, no lo tenía puesto. Entonces lo recordé, como me había entrado dentro de la parte nevada del bosque y había caído en un agujero. En teoría esta dentro del agujero, ¿no? ¡¿QUÉ ESTABA PASANDO?!
Me di cuenta de que la ropa que llevaba puesta estaba sucia y desgarrada. Levante la vista hasta encontrarme con a la mujer-pelo-lila-rarita, está me sonrió y desapareció, literalmente, una capa de humo la envolvió y desapareció.Cada vez más desconcertada, me puse la ropa que me habían dado y salí por la puerta. Un camino de flechitas me dirigía hasta un puerta cerrada. Miré el pasillo opuesto al camino de luces y decidí que iba a encontrar yo sola mi camino. Sin saber a dónde tenía o quería ir, bajé y subí un buen montón de escaleras. Hasta que encontré la puerta de salida. Corrí hacia la gran puerta turquesa, cuando me percaté de que las flechas volvían a estar en el suelo y también dirigían a la puerta de salida. Cuando me asomé por la enorme puerta, no podía creer lo que estaba viendo. Un mundo increíblemente asombroso estaba delante mío. Las tierras flotaban en el aire, como islas hechas de nubes, cada isla era de un color. Habían cascadas que caían de una sola flotante a otra, hasta caer hasta la tierra, o el paraíso. Todo un terreno con lagos y montañas. Las nubes hacían que no pudiese ver todo el paisaje que quería, pero ya era impresionante. Lo único que me resultó extraño, es que habían muy pocas personas visible. Me quedé mirando como una tonta todas esas islas flotantes. La-mujer-pelo-lila-rarita apareció delante de mí y se apresuro a subirme a una carroza sin techo ni ruedas, parecía que nos íbamos a repartir regalos con papá Noel, solo que en vez de renos, caballos. Espera, esos no son caballos... ¡¡¡eso son Pegasos, PEGASOS!!! ¡¡Tenia caballos con alas delante!!
Me empecé a marear. Esto tiene que ser un sueño, me dije mitras me arremangaba el brazo y me lo pellizcaba. Tuve que aguantar un grito de dolor, mi piel pálida empezó a ponerse roja mientras me bajaba otra vez la manga.La-mujer-pelo-lila-rarita se sentó delante de mí y agarro las riendas, haciendo que los Pegasos se alterarán y empezarán a caminar, trate de salir del trineo/carro o lo que fuera eso, pero para mi sorpresa, el suelo cada vez estaba quedando más lejos. Me agarre con todas mis fuerzas a el costado de la silla de madera. Rodeamos la isla que tenía la casa en la que había aparecido y vi otro espectáculo. Había una enorme isla flotante, conectada a algunas más pequeñas con puentes. En medio de la gran isla había un lujoso castillo de diferentes tonos azules, verdes y plateados. Intenté preguntarle a donde íbamos o gritarle que me bajara al suelo, pero mi voz no reaccionó.
No fue hasta unos minutos después que pude articular alguna palabra: - ¿ A donde me estás llevando? ¡Bajame de aquí!
-Ya te he dicho antes que no te quiero conmigo, seguro que eres el lado negro. Te voy a entregar al rey de Naila. Que él haga lo que quería contigo.-Me dijo la-mujer-pelo-lila-rarita de repente.
"¿El lado negro?" ¿Que lado negro? ¿Que quieres decir? ¿Entregarme al rey? ¿De Naila? Un montón de preguntas se formularon en mi cabeza. Pero la velocidad y el viento no me dejaron volver a hablar en el resto del trayecto.
Paramos más o menos en diez minutos, llegamos a la isla más grande que había visto en desde la casa en la cual había aparecido, estaba llena de árboles de todos los colores perfectamente alineados en líneas diagonales y líneas onduladas, y en medio un enorme castillo cuyo punto más alto no era visible. Empecé a plantearme que me había dado un serio un golpe en la cabeza cuando caí por el agujero. Habían plazas y pequeña tiendas de madera. Alrededor de as plazas y tiendas, habían casitas y posadas, y personas, muchas personas, gente. Intenté salir del carro para alcanzar alguna persona para peguntar donde estaba, pero al mirar más atentamente, empecé a distinguir gente con escamas, otros con alas o patas de cabra, habían elfos y hadas grandes y pequeñas. Retrocedí, la-mujer-pelo-lila-rarita paro el carro justo en una plaza donde habían más carruajes, salió de este y me arrastro fuera. El sol cayo sobre mí como un rayo y me dejó ciega unos momentos. Pero, sorprendentemente, no me hizo menor daño en la piel.
Tiró de mí por todos los caminos necesarios hasta el gran palacio, donde grito alguna palabra rara y unos guardias salieron del enorme portal, eran enormes, gigantes. No podía verles la cara y sus uniformes eran rojos y negros.
Me asusté y empecé a tirar del agarre de la mujer, tuve la necesidad de salir corriendo, pero un guardia se adelanto y me sujeto. Nerviosa, no pude hacer nada más que ver como me arrastraban hacia dentro del enorme castillo.
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Leila & Laila
FantastikNormal era el pasado, diferente lo es ahora y mágico lo ha sido siempre.