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No pude preguntarle nada más a Mathew, puesto que aterrizamos poco segundos después y a Mathew lo llamaron a la mitad del decenso y se fue volando. Justo antes de que se fuera le grité:
-¡Espera Mathew!- Él se giró hacia mi y sonrió.
-No te olvides de agarrarte.- Me dijo él mientras se alejaba.
-"¿Que?"- Pensé mientras se alejaba, y entonces lo entendí.
Empezamos a bajar a una velocidad vertiginosa y de repente la presión me lanzó hasta el otro extremo de la jaula ovalada y no tuve más opción que agárrame a los barrotes para no hacerme daño. Fue entonces cuando me di cuenta de la falta de fuerza que tenía en los brazos y el esfuerzo que requería mantener agarrada. Cuando por fin aterrizamos, mis manos cedieron y rodé por toda la jaula, dándome un golpe en el brazo. Me incorporé tambaleantemente y escuche risas alrededor de la jaula.
-¡Menudo golpe! Jajajajajajaja.
-¡Un poco más y se nos sale rondando!
-Mira que es torpe...
-¡Que se nos cae! Jajaja
Las burlas siguieron un buen rato, note como una gota de sangre se deslizaba por el costado de mi frente, obligándome a cerrar el ojo. Pasaron unos minutos, hasta que un toro humano, un Tour, creo que dijo Mathew, entró en la jaula y me ató con unas cadenas a un cuerda que cogía él. Porque claro, yo estaba en perfectas condiciones de salir corriendo o enfrentarme a más de una treintena de soldados expertos y por eso se necesitaba "máxima seguridad".
Entre el cansancio, la falta de comida, las heridas y el peso de las cadenas, mi mal humor incremento muchísimo, al punto de ser una mordaz, irrespetuosa que solo quiere comida i poco más.
El toro con piernas tiró de mis cadenas y yo grité y le dije no lo volviera hacer, que debería estar agradecido que estuviese caminando y no tuviese que arrastrarme hasta donde quiera que fuéramos.
-¡Ja!- Se rió- No te atreves, tienes demasiada lengua.- Y me senté en el suelo. El Tour se sorprendió por unos momentos antes de tirar de las cadenas de mis muñecas y ordenar que me levantara, me tumbé en el suelo. El guardia se empezó a enfadar y gritar que me levantará, no me moví del suelo. El hombre-toro gritó y empezó a arrastrarme hacia nuestro destino, se escucharon unas risas, lo que hizo que el Tour se enfadará aún más y me arrastrará aún más rápido.
Seguramente la escena en si fuera patética, y mientras una parte de mi se lamentaba haber acabado así, la otra se sentía estúpidamente satisfecha.
Al llegar a la puerta, el Tour me miró y suspiró. Me cogió como si fuera un saco de patatas y me puso encima de su hombro, agarrándome lo suficientemente fuerte como para que yo no pudiese tirarme o resbalarme hacia algún lado. Forcejeé un poco en vano, buscando algún hueco que se podía haber dejado. Pero no, me tenía bien cogida. Entramos en el palacio. Caminamos hasta otra puerta, la cual se abrió sola y dejó paso a unas escaleras que conducían a un pasillo. Entonces volvimos a caminar, bueno, ellos caminaban, yo no, por toda una serie de puertas gigantes y pasillos interminables. Justo igual que la primera vez que estuve allí. Todo el proceso fue el mismo, solo que aquella vez sé aseguraron de atarme a la silla de la sala de espera para que no volviese a escapar. Esa vez no hubo un niño pequeño queriéndome tocar el pelo. Solo un grupo de ancianos de etinas diferentes que me miraban con desprecio y decepción. No les dije nada, no hice nada, solo me quedé sentada mientras aguantaba la incomodidad. Estaba demasiado cansada como para discutir.
Varios minutos después, entró a la sala un hombre con alas amarillas y un traje muy raro com diferentes tonos de verde lima y turquesa. Una combinación algo sorprendente para mi. Nos dijo que ya podíamos pasar, que nos esperaban dentro.
-¿Quién?- dije yo mordazmente. El hombre de alas amarillas me miró sorprendido.
-¿Perdone?- me dijo.
-¿Quién nos espera y porqué?- le volví a responder.
El hombre suspiró y miró a los guardias.
-Ya veo el problema.- Y se giró y entró en la habitación.
-Muchas gracias por su consideración.- dije murmurando.
Los guardias me miraron y empezaron a desatarme de la silla. De un tirón, me levantaron de la silla y me arrastraron a la sala por la cual había desaparecido el hombre de alas amarillas.
La sala era enorme, todo era blanco y celeste. Había una enorme ventana, decorada con lo que parecian historias del pasado de ese mundo. Habian guardias a ambos lados de la ventana. Delante de esta, habia un gran escritorio blanco y celeste, con milloes de lo que parecian papeles voladores, però todos muy ordenaditos. Detrás y a mis lados, habían guardias, todos asegurándose de que no me fuera a ningún lado. Sentado en el escritorio, había un hombre de mediana edad, sin ninguna particularidad que le hiciese ser una criatura de ese mundo, era humano. Delante mío había una silla blanca, los guardias me ataron de pies y manos a ella. El humano de mediana edad levanto la vista y la clavo en la mía.
-Buenos días señorita, como esta usted.-me dijo el hombre de mediana edad.-Yo soy Erasu, uno de jueces de Nalia.
-Con ganas de irme a casa, señor humano Erasu.- "O era se una vez"- pensé en mi cabeza.
Erasu río con ganas y me volvió a mirar.- En Nalia, hay muchos tipos de seres diferentes. Pero el más poderoso, el que gobernó durante siglos. Fueron los magos. Todos los magos compartían seis habilidades, los cuales eran: la predicción, mucha más mas agudeza visual, odio fino, doble de rapidez, la levitación, la transformación. Pero la cosa es, que ni todos los magos nacen con todas las habilidades.-tosió un poco y continuó- Solo hay tres tipos de magos: los magos de calor, que manipulan el fuego y las temperaturas, los magos de luz, como yo, que manipulamos la luz, pero no la oscuridad, y por último, surgió la raza más poderosa de magos, criaturas o mestizos en Nalia: los Magos Invernales. Estos controlaban el líquido y el viento, el frío y el húmedo. Controlaban el oxígeno que respirábamos, la sangre que fluía por nosotros, las tormentas, los rios, los huracanes. También, esos magos solían naces con quatro, cinco o hasta seis de las habilidades. Eran demasiado poderosos, tanto, que aunque no hicieran nada con sus poderes, la gente los temía y mataba. - Erasu paró un momento- Yo soy un mago de luz, mis marcas están en mi barriga y brazos y solo tengo dos habilidades: la predicción y la trasformación.
Hubo un silencio en toda la sala, recordé como Mathew me había dicho que yo era una maga invernal.
-¿Para que me cuenta todo esto?- le pregunté.
-Porque que no vas a poder volver a casa, maga invernal Leila.

Leila & LailaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora