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Un pequeño de pálida tez, grandes ojos y labios en forma de corazón, jugueteaba en los charcos creados por la lluvia que caía en pequeñas gotas sobre su cabecita, empapando sus negros y lacios cabellos. Tenía levantados los bracitos a ambos lados de su cuerpo creando una línea recta, para fingir que era una avioneta militar mientras reía.

—¡Bum! ¡Trrrrrt!

Los sonidos falsos de bombas y disparos salían de su boquita mientras corría por el alrededor, manchando sus zapatos y sus calcetas blancas de lodo. Por suerte ese día decidió ponerse los shorts azules, porque si no también habría manchado el pantalón negro que recién le entregaron la semana pasada. Igual ni era nuevo y tampoco le quedaba bien, siempre le traían ropa media vieja, demasiado grande, por lo que tenía que usar su cinturón a diario y hacerles dobladillos. Era simplemente fastidioso.

—Ey, ojón.

—¿Qué quieres?

El bajito se detuvo ante otro niño ligeramente (tal vez mucho) más alto que él, se paró en frente suyo sin dejarlo seguir con su juego. Ese chico recién había llegado a la casa hogar, pero no le agradaba, era molesto, agresivo y extraño. Tan sólo el día anterior por la mañana le había tratado con la punta del pie.

—Déjame jugar contigo — Demandó con una voz gruesa, pese a ser un niño, era uno de sus rasgos distintivos tener el tono tan grave.

—No — Frunció el ceño.

—¿Por qué no?

—Porque eres grosero. Ayer me quitaste mi cama y hoy me hiciste caer durante el desayuno.

KyungSoo tenía tan sólo 6 años, pero se expresaba perfectamente y entendía bien lo que ocurría a su alrededor, era un chiquillo muy propio e inclusive más maduro que los de 12. Muchos se preguntarían como es que no había sido adoptado aún.

—Bah, eso sólo fue porque... — Desvió la mirada y se encogió de hombros — Me pareció divertido.

—Para mí no lo fue, ahora déjame en paz.

—No.

—Mue-ve-te —. Pronunció perdiendo la paciencia e inclinando la barbilla ligeramente hacia abajo, logrando que sus pupilas se deslizaran arriba y se encendieran figuradamente cual llamas del infierno. Sin duda ese tipo de mirada había asustado a más de uno, incluyendo a la gente que trató de llevarlo consigo y a algunas de las mujeres que los cuidaban.

Eso quizás habría funcionado en el pasado, pero no con el nuevo. Al mayor no le daba ni un poco de miedo, más bien le parecía bobo que tratase de alejarlo sólo con eso. Por lo que se limitó a sonreír ampliamente, mostrando su blanca dentadura de "leche" sin dejar de observarlo.

KyungSoo explotó por dentro.

No dejaría que se burlase de él. Es más, nunca volvería a hacerlo. Se arrepentiría de haber sonreído.

—¡Estúpido dumbo!

Aquel grito que salió desde el fondo de su garganta desató una pelea. Una en la que Soo luchó admirablemente, consiguiendo que el contrario llorara con la primera patada en los bajos, era una de sus estrategias más efectivas. Pero aprendió dos cosas ese día: todo tiene sus consecuencias, y nunca hay que darle la espalda al enemigo porque puede estar fingiendo.

Para cuando las cuidadoras llegaron al amparo de los gritos y los escandalosos jadeos en el patio, él estaba debajo del más alto luchando por zafarse de su agarre con empeño, mientras este impactaba su puño derecho contra la parte inferior de su cara en dos ocasiones; la primera rompiéndole el labio, y la segunda haciéndolo sangrar y llorar muy fuerte debido al dolor.

Hot Line, Movil Chat [KaiSoo/ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora