XXX. Recobrar la cordura y enfrentar el pasado

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XXX. Recobrar la cordura y enfrentar el pasado

—No quiero estar en tu puñetera práctica, Gryness.

El viento sopló como nunca y los Gryffindor se arroparon mientras caminaban colina abajo, rumbo al campo de Quidditch.

—Quedarte en la habitación lamentándote tampoco es una mejor opción, Storm.

El castaño bufó con las manos en los bolsillos pero no respondió. Sabía que era cierto, pero odiaba la idea de salir de su recamara y encontrarse con su mejor amiga, como siempre, aparentando que todo iba bien. La conocía mejor que a sí mismo. Aunque ella fingiera todo ese bienestar, no amortiguaba el sentirse desplazado.

—¡Venga! Potter ya le dio la carta y estoy seguro que ella aceptará reunirse con nos...

—¿Qué...?

Jarel siguió la mirada de su amigo. El sendero tenía ramas partidas, como si alguien hubiese caído ahí, dejando un camino hasta el hielo. Fueron tras el rastro hasta la orilla del lago congelado, prediciendo lo peor cuando vieron las burbujas que resurgían desde el fondo del agua. Lo que propició su verdadera exaltación ocurrió cuando aquella varita torcida y con el aspecto de romperse en cualquier momento, comenzó a flotar.

—¡Mierda! Es la varita de Lena.

—¡Maldición! Hay que sacarla.

Los dos retrocedieron y Jarel, con la mano temblorosa, amplió el orificio. Cada uno intentó atraer a Lena con magia, pero no surgía efecto.

—Ve por ayuda, Jarel, yo la sacaré mientras —inquirió el castaño, pasándose el jersey por la cabeza y siguiendo con sus pantalones.

—¡Estás loco! No te dejaré...

—Entre más tiempo lo discutas, peor lo pasa Lena, ¡Entiende! —gritó en calzoncillos antes de lanzarse al agua con su varita en mano.

Su piel quemó luego de un par de metros sumergiéndose. La presión en su pecho lo hacía evitar la soltura para brasear más rápido. Era cierto que Aleks no podría calificarse como el mejor de los nadadores, pero era tanta la adrenalina, tanta la angustia, que se obligó a avanzar hasta las profundidades del lago.

Con una luz en su varita, buscó la característica cabellera de la Gryffindor. Y gruñó molesto tras tener que recorrer una buena sección de las profundidades. No fue hasta que se aproximó a la colonia de sirenas, cuando la vio, enredada en una planta acuática de pies a cabeza.

Diffindo —pensó el Gryffindor apuntándola.

La planta emitió un estruendo que hizo soltar de golpe a la chica. Su cuerpo inerte no tardó en seguir hundiéndose y soltando el poco aire que le quedaba, Aleks la tomó de la cintura y a pesar del dolor en sus articulaciones y el mareo que lo invadía, no la soltó hasta llegar a la superficie.

A su alrededor se encontraba el equipo de Quidditch de Gryffindor y varios alumnos.

—¡La tengo, la tengo! —escuchó que gritaban a lo lejos.

Pero él se aferró a ella al no tener una vista nítida. La luz se fue apagando de poco en poco y lo último que recordó antes de hacer inconsciente fue un sáquenlo ahora mismo del hielo.

***

Gritó tan fuerte como pudo, gritó como si su vida dependiera de ello, gritó porque era lo único que podía hacer. Despertó agitada y con rastros de sudor en la bata. Se sentó en la cama y comenzó a llorar mientras ocultaba el rostro entre sus manos. No entendía qué había sido eso, pero simplemente ya no quería seguir soportando ninguna otra maldición. Quería renunciar a ser la aprendiz de Dumbledore, quería renunciar a ser una Sheathes y sobre todo, quería renunciar a ser una bruja.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora