XXXVIII. Incesante inestabilidad

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XXXVIII. El dolor y la ira con lo peor para ella, la hacen incesantemente inestable


Analgésicos, poción del sueño y el chillón olor que desprendía la fórmula reparadora de huesos la golpeó en la nariz conforme se aproximaba más a la enfermería. Miró el umbral con desconfianza y después sobre su hombro sopesando la mejor opción para huir.

—Ni lo pienses, Lena.

Su castaño amigo la tomó del codo y a pesar del tono demandante, su dulce movimiento la obligó a seguir de buen modo.

—¿No puedo ir al baño?

Aleks la miró con una ceja alzada. —No nací ayer, Sheathes. Adentro. Ya.

Con un bufido de disgusto Lena se dirigió entre las camillas mirando con poco interés a su alrededor.

—No puedo creer que hayas venido, Sheathes.

Jarel Gryness, pálido como una hoja, sonrió con los labios agrietados y trató de sentarse, sin embargo, desistió ante el dolor en el abdomen. La pelirroja borró el esbozo de sonrisa y se inclinó hacia el rubio ayudándolo a incorporarse.

—¿Qué tal te sientes, Jar?

—Como la mierda, pero por lo menos ya no hay necesidad de llevarme a San Mungo.

Aleks ocultó sus manos tras a espalda y se limitó a recargar su cadera en la pared de la izquierda. Si bien arreglaron las asperezas tiempo atrás, seguía entre ellos cierto límite que los distanciaba aún.

—¿Tus padres vinieron? —Lena prestó atención sentándose a su lado en un movimiento tan delicado como una pluma. Lo último que deseaba era lastimarlo más, y conforme con sus movimientos, jugó con su mano, entrelazando sus dedos y soltándolos una y otra vez.

—Por supuesto. —Sibilinamente miró hacia el techo y sonrió de lado—. Junto a mi hermano mayor... Él no estaba alegre de verme así.

—¿Cuándo vinieron? —preguntó Aleks tomando asiento en los pies.

—Poco antes de que ingresaran a Lena.

La pelirroja detuvo sus movimientos y miró a Jarel, como implorándole en silencio que guardara todos los secretos que escuchó.

—Me disculpo por si te perturbamos en algún momento. —Hizo el amago de bromear, pero ninguno de los dos Gryffindor reaccionó, por el contrario, ambos creían que ese no era el instante para bromas—. Creí que éramos más agradables.

—No digas estupideces. Por favor. La mayor parte de ese día estuve sedado, con esfuerzo y recuerdo la visita de mi familia. Y aunque fuera de otra manera, nunca vería tu situación de ese modo.

Lena asintió, poco convencida y optó por cambiar de tema. No pasaba por alto las miradas que intercambiaban sus amigos y ella no estaba dispuesta a comenzar con la verborrea sentimental. De hecho, entre más pudiese demorar el tema, mejor.

—¿Y qué es lo que tienes? ¿Saldrás pronto de aquí?

—Pomfrey está indecisa: puede ser un desbalance por mi elemento y el entrenamiento tan intenso, una deficiencia en mi sistema... No lo sé, pero por precaución iré a hacerme unos estudios a Londres en unas semanas. Llevo un buen avance y hace dos días fue mi último desmayo. Mañana por la tarde me hará un último chequeo y si sigo mejorando entonces podré retomar las clases en dos días.

—Eres de las personas más fuertes que conozco, seguro no es nada grave, Jar.

—Bah, es solo una fachada —irrumpió el castaño con una sonrisa de lado y su semblante que decía un grandísimo "cuídate"—. Chilló como el calamar gigante cuando Pomfrey quiso inyectarle una nalga.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora