1. Ojos de brujo

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Magnus corría todo lo que sus piernas podía permitirle. Aún tenía en su mente cuándo el y Elias habían abandonado la protección del campamento para salir a explorar y unos cazadores los interceptaron. Recordaba a aquél cazador lanzar una red a su amigo y luego atravesarlo con una lanza.
Para los brujos, eran tiempos oscuros. Ellos, con todo el poder que la naturaleza les ofrecía, debían esconderse de débiles humanos. Pero esos débiles humanos han demostrados que eran todo menos débiles, podían no tener magia, pero eran astutos y usaban armas avanzadas para cazarlos.
Habían rumores de que vendían sus marcas en el mercado negro.

Magnus corría todo lo que podía. De la nada, aparecieron unos cazadores. El brujo quedó rodeado. Los cazadores le lanzaron una red, pero Magnus usó su magia bloquear la red. Esta quedó abandonada cerca de unos arboles. Magnus usó su magia e hizo que las ramas de unos árboles se enredaran entre los cazadores. El brujo sonrió pícaramente y siguió corriendo, pero entonces se dio cuenta de la verdad: estaba perdido.

Magnus casi entra en pánico, pero nuevamente empezó a escuchar las voces de más cazadores acercarse. El joven volvió a correr, pero sus piernas se enredaron con algo que un cazador le lanzó: boleadoras.
Magnus cayó al piso y vio llegar al cazador que de seguro le lanzó aquél instrumento de caza.
El brujo vio que se trataba de un chico muy joven. Tenía pelo negro y ojos azules.
Ambos, cazador y presa, se quedaron viéndose a los ojos. Ambos, perdidos en la belleza del otro. El chico rompió el contacto cuándo se acercó a Magnus y empezó a desenredarlo. El brujo escuchó al cazador decir algo, pero antes de que pudiera comprender de que se trataba, algo lo golpeo de sorpresa, dejándolo inconsistente.

***

Magnus sintió que la cabeza le iba a explotar. Despertó en una jaula, encadenado de manos al piso. El brujo intentó escapar, pero las cadenas quemaban sus muñecas como nunca. Sentía que las lágrimas traicioneras se le estaban por escapar. Magnus maldijo su debilidad, pero peor fue su torpeza. Como se le pudo ocurrir romper la regla mas importante del campamento? Como pudo ser tan estúpido y salir de los limites, sabiendo que estaba prohibido?
Oh, su curiosidad por el mundo siempre fue mas atractiva que el deseó de mantenerse vivo. Y ahora pagaría por ello. La única ventaja, era que el clan seguía escondido. Aunque con Elias muerto, era seguro que los cazadores tratarían de usarlo para llegar al campamento. Fue en ese momento, en el que Magnus supo que debía tratar de sobrevivir y ser fuerte a la posible tortura qué los cazadores le harían.

Magnus vio que la puerta de su prisión se había abierto y de ella, emergió un hombre y un chico que parecía ser su hijo. Ambos tenían el cabello plateado y la mirada perversa.
-Despertaste- dijo el hombre- Ahora podemos hablar comodante.
-El único que está como aquí eres tu- le dijo Magnus- Liberenme o lo lamentarás.
-Siempre creen que tienen opción- dijo el chico.
-Tranquilo, Jonathan. Y en cuánto a ti, brujo, te recomiendo que hablemos.
-De que? De la forma que vas a asesinarme?
-Quiero que me digas donde está el resto de tu aldea o te sacaré esos ojos y los venderé en el mercado negro.
-Nunca traicionare a mi pueblo y aunque lo hiciera, me sacarás los ojos para venderlos. Eso es lo que tu y tu gente hacen, matar brujos y vender sus marcas como si fueran mercancía. Prefiero morir como alguien leal y no como un cobarde.
-Di lo que quieras, brujo. Solo recuerda que nadie vendrá a salvarte- dijo el hombre- Unos días aquí te harán cambiar de opinión.

Padre e hijo salieron de la celda, dejando a Magnus solo.

Durante todo el día, dejaron a Magnus con hambre y sed. El brujo sentía como las cadenas le apretaban cada vez más las muñecas, destrozándolas.
En medio de la noche, la puerta se abrió y de ella emergió esa figura de ojos azules. Aún en la oscuridad, Magnus pensaba que era hermoso.
El chico tenía un plato de pan y un baso de agua, en su cinturón brillaba una llave.
El chico dejó la bandeja en el piso y se acercó a Magnus. El cazador usó la llave para liberar al brujo.
Magnus sintió que se desmayaba en los brazos del guapo desconocido.
-Tranquilo- le decía en el oído- Te tengo, todo estará bien.
-Por qué me agudas?- preguntó Magnus.
-Porque lo que hacen ellos, mi familia, es imperdonable- respondió el chico- No puedo dejar que le hagan daño a alguien tan hermoso e inocente. Cometería un pecado dejándote aquí.
-Siempre sos tan dramático?- preguntó Magnus con sarcasmo.

El chico no sabía que contestar, abrió la boca y luego la cerró. Como si la respuesta naciera y muriera en su boca.
-Es broma- le dijo Magnus- Empecemos de nuevo. Soy Magnus.
-Alexander- le dijo el chico.
-Un gusto.

***

Alec había venido cada noche sin falta a la celda de Magnus. En cada visita, Alec dejaba que Magnus pudiera recobrar fuerzas.
Ambos, empezaron a hacerse mas cercanos con cada visita y en una de ellas, Alec le había dicho que había ayudado a escapar a otros brujos en el pasado, pero sentía que con Magnus todo era distinto.
-Nunca has pensado salir de aquí antes?- le preguntó Magnus.
-No puedo- dijo Alec- Lo he intentado antes, pero padre siempre me atrapa. Incluso me ha azotado como castigo. Por eso abandoné esa idea desde hacía mucho.
-No te pareces a ese hombre- dijo Magnus- Como puede ser que seas su hijo?
-Padre dice que mi verdadera madre y mi verdadero padre me dejaron con él por qué ya no podían cuidarme. Pero mi hermano siempre me dice que ellos me encontraron en el hueco de un árbol durante una casería. Que mis verdaderos padres me odiaron- el ojiazul bajó la cabeza.
-Tu eres mejor que ellos- le dijo Magnus.
-Algún día encontraré a mi verdadera familia y ellos me sacarán de este infierno. Yo se que sí.

Magnus le tomó la mano en señal de apoyo. Ambos habían acordado que sería mejor escapar cuando Magnus estuviera mas fuerte. Ese día estaba a punto de llegar.
-Mañana te ayudaré a irte de aquí- le dijo Alec- Es muy peligroso que sigas estando aquí por mas tiempo.
-No me iré- dijo Magnus- No me voy a ir solo, ven conmigo.
-No puedo- dijo Alec.
-Claro que sí. Yo no soy el único prisionero, Alec. Tu también lo eres y no voy a dejar al hombre que amo seguir siendo un prisionero.
-Me amas?
-Cada día de mi vida y más.

Ambos unieron sus labios y callaron las dudas, permitieron dejar atrás aquéllas mundanas preocupaciones que los ahogaban.

***

Durante toda la mañana del día que siguió a la noche del beso, Alec solo podía pensar en Magnus y él uniendo sus labios. Ese brujo, el primer amor de su vida y la primera persona que lo quiso de verdad durante su existencia.

Llegada la noche, Alec fue a la celda de Magnus y lo liberó. Segundos después, estaban compartiendo otro beso y susurrandose lo mucho que extrañaron al otro en todo el día.
-Hay un caballo esperándonos afuera- le dijo Alec- vamos.

Magnus y Alec empezaron a correr hacia la salida. Pero allí no solo encontraron al caballo, también encontraron a Jonathan.
-Hermano- le dijo el rubio a Alec- Nos dejas a papá y a mí por ese brujo? Que descarado, traicionas a tu propia familia.
-Callate- le dijo Alec- Tu no eres mi familia. Magnus sí.

El rubio sacó una espada y atacó a Alec, pero este logró esquivarla. Un pequeño combate se desató entre los dos chicos. Al final, ganó Alec. Jonathan tenía la espada clavada en su pecho, pero antes de morir, le lanzó a Magnus un cuchillo que le atravesó el pecho. Alec entró en pánico, pero Magnus le pidió que le tomará la mano y le diera su fuerza. Ambos empezaron a ir al campamento de Magnus, pero Valentine y sus hombres (quienes escucharon la batalla y encontraron el cuerpo de Jonathan) empezaron a seguir a los dos amantes por el bosque.
-Alec- le dijo Magnus- Siento que estoy muy débil.
-No te rindas- le dijo Alec, apretando mas fuerte la mano de Magnus- Pelea; vive por mí, mi amor.

Magnus sentía qué se le nublaba la vista, pero llegó a distinguir la entrada al campamento. Lamentablemente, Valentine y sus hombres los alcanzaron.
-Es tarde, Alexander- dijo Valentine- Tu morirás, al igual que tu amante brujo.

Alec desenvainó su espada, dispuesto a una última pelea. Entonces, algo pasó. Una fuerza mágica apareció y mató a Valentine y sus hombres en el acto. Alec miró a Magnus, pero el brujo tenía los ojos cerrados. Su corazón latiendo débilmente.
El cazador no sabía que hacer. Sin embargo, tres figuras encapuchadas aparecieron de la nada: brujos. Alec los vio con desesperación.
-Por favor, salvenlo- rogó Alec, lágrimas cayéndose de sus ojos.

Los brujos tomaron a Magnus y lo llevaron entre sus brazos, Alec se bajó del caballo y se dispuso a seguirlos, pero uno de los brujos puso su mano en la frente de Alec.
La vista de Alec se oscureció y este cayó en la inconsistencia.

Esa Magia Entre Nosotros (Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora