2. Flecha de luz

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Hacía frío y podían sentir el como rompía sus huesos.
El llanto del bebé era peor que el frío del invierno. El hombre y la mujer se detuvieron frente a un árbol hueco y allí depositaron al pequeño infante.
Deseaban que no fuera de esta forma. Deseaban que pudieran conseguir mas comida u otros medios para sobrevivir, pero no era así. Sabían que era mejor abandonar al niño y que muriera de frió, a que muriera de inanición. La mujer lloraba y el hombre la consolaba. Se alejaron lo más rápido que pudieron para no escuchar a su bebé llorar.

Días después, el pequeño fue encontrado. El hombre de cabellos palatinados encontró al pequeño, iluminado por la luz del sol. Era un milagro que sobreviviera. Valentine supo que se trataba de un luchador.
El hombre fijó su vista a su hijo de cuatro años.
-Jonathan- le dijo- Saluda a Alexander, tu nuevo hermano.

***

A

lec despertó y vio que estaba en una carpa. El cazador estaba confundido, pero recordó a Magnus y que estaba herido. También vivieron a su mente los recuerdos de su familia, asesinada.
Alec salió de la carpa y se quedó asombrado por lo que estaba ante sus ojos: estaba en una comunidad de brujos. Niños con marcas de todo tipo corrían de aquí para allá, mujeres de cabellos dorados y blancos, hombres con branquias y cuernos.
Estaba en el lugar que muchos cazadores y hombres de la Iglesia quisieron encontrar desde hacía mucho. Pero a Alec, eso no le importaba. Lo único que le importaba era encontrar a su brujo de ojos de gato.

Alec corría por todo el campamento, buscando a su brujo. No le importaba las miradas que se posaban en él.

Alec vio una gran carpa y entró. Alec dedujo que se trataba de una enfermería, debido a que había muchas camas y brujos acostados en ellas. Brujos que eran atendidos por sanadores.
Alec corría de acá para allá, buscando a Magnus.
Creyó que entraría en pánico, pero una voz le habló detrás de él.
-Tu eres Alexander?- era una voz suave y femenina. Alec se dio vuelta y vio a una mujer de cabello de blanco y piel azul.
-Quién eres?- le preguntó Alec.
-Me llamo Catarina- respondió la bruja- Soy amiga de Magnus. Tu eres Alexander.
-Si- dijo Alec- soy yo.
-Ven conmigo. Él despertó y quiere hablar contigo.

Alec siguió a Catarina. Llegaron a una cama en la que estaba Magnus tratando de sentarse.
Alec corrió y lo abrazó con todas sus fuerzas. Magnus correspondió al abrazo.
-Creí que te perdería- le dijo Alec- No vuelvas a asustarme así de ese modo. Nunca más.
-Lo prometo, Alec- le dijo Magnus- Yo también estaba asustado, pensé que no llegaríamos. Pensé qué si algo te pasaba, nunca me perdonaría.
Alec y Magnus fijaron la vista en el otro y acortaron su distancia con un beso. Un beso expresaba toda la preocupación que sintieron por el otro, esa ausencia qué les comía el alma.
-No volveremos a separarnos- le dijo Alec- Lo prometes?
-Lo prometo- dijo Magnus- Yo no podría vivir lejos de ti, mi amor.

Ambos volvieron a unir sus labios y sintieron que juntos, podrían con lo que sea.

***

A

lec volvió a llevarse otro poco de ensalada.
Una vez que Magnus empezó a mejorar, muchos habían decidido hacer una fiesta de bienvenida para el brujo y para Alec.
Todos estaban afuera, comiendo exquisita comida y bailando junto a la fogata.
Muchos brujos se acercaron a la pareja para escuchar como fue que lograron salir de ese infierno en el que estaban atrapados. A Magnus le gustaba hablar y llamar la atención, Alec solo asentía y hablaba tranquilamente. Para él, era extraño estar tan cerca de muchos brujos y que estos no lo miraran con temor. Aunque el cazador no lo supiera, el era famoso en varias comunidades de brujos. Los brujos que habían logrado regresar a sus campamentos habían hablado sobre un cazador que salvaba brujos capturados por cazadores. Por eso, Alec había sido bien recibido por los brujos de la comunidad de Magnus. Brujos que jamás habían esperado conocer al cazador del arco y las flechas, un cazador que era tan diferente a los suyos.

En el pasado, pudieron haber esperado conocerlo, pero jamás habían esperado que se enamorara de uno de ellos.

Magnus veía las llamas de la gran fogata elevarse. Desde niño amaba esas festividades que hacían la gente del campamento.
-Ven conmigo- le dijo Magnus a Alec, arrastrándolo a la pista del baile.
-No sé bailar- dijo Alec, avergonzado.
-Yo te enseño- le susurró Magnus en el oído del cazador.

Alec sitió las mejillas rojas y siguió a Magnus. La música cambió de una movediza a una lenta. El sonido de las flautas y los violines ahora mas suave. El tambor dejó de sonar.
Alec se aferraba al pecho de Magnus, mientras este lo rodeaba con sus brazos.
Ambos respiraban el aroma del otro y sentían que el corazón se les iba a salir del pecho por estar tan enamorados del otro.
Alec se puso de puntillas y atrapó los labios de Magnus con los suyos. Alec amaba el aroma a Magnus.
Magnus se sintió a gusto al lado de Alec de una forma que jamás pensó estar así con alguien.
Magnus se había sentido tan solo desde que había visto a sus padres morir a manos de cazadores y pensó que estaría solo por mucho tiempo. Entonces, sin previo aviso llegó ese chico de ojos azules. Ese chico que logró que el calabozo en el que estuvo fuera soportable. Quién lograba hacerlo sentir bien con solo una sonrisa, palabras dulces y un beso. Magnus sabía que no quería estar nunca lejos de Alec. Nunca querría alejarse de la persona de la que estaba tremendamente enamorado.

La fiesta continuó un largo rato.

-Ven conmigo- le dijo Magnus a Alec cuándo la fiesta estaba a punto de terminar.

Alec tomó la mano de Magnus y lo siguió. Ambos llegaron a una carpa de telas brillantes y adornada con muchos colores. Habían libros amontonados en un repisa y pintura de maquillaje en una esquina. En el centro, una cama.
Magnus empezó a besar los labios de Alec y este le devolvió el beso. Ambos llegaron a la cama y se miraron con gran admiración.

-Esta es tu casa?- le preguntó Alec.
-Todo lo que ves es mío- dijo Magnus- pero también podría ser tuyo, Alce.
-Pero yo sabes que no me gusta usar maquillaje- dijo el cazador.
-No, tonto- Magnus empezó a reírse simpáticamente- Quiero que te quedes a vivir conmigo. Sabes que todos aquí aceptan la idea de que te quedes, solo aprovechala.
-Magnus- dijo Alec- sabes que ni puedo vivir sin ti.

Magnus volvió a besar a su novio. Ambos se quedaron dormidos abrasados, soñando con la vida que tendrían juntos.

Esa Magia Entre Nosotros (Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora