Prefacio

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Sus ojos color chocolate eran una maldición para mí.

La odiaba, o por lo menos quería ser capaz de odiarla...

Pero no podía; siquiera pensar en eso sería mentirme a mí misma, sería intentar engañar a mi corazón. Cosa estúpida la mía, obviamente estaba enloqueciendo por su culpa, enloqueciendo de amor.

Ella ya no podía ser mía, o por lo menos ella ya no quería ser mía.

Así que aquí estoy yo, al borde del abismo, a punto de rendirme ante lo obvio, ante lo plenamente imaginable. Todo funcionaba como si no fuese lo suficientemente fuerte para resistir la fuerza de mi propio amor, o como si no fuese lo suficientemente buena para merecer sentirlo.

Ya da igual, todo en mi vida da igual, así que si quisiera saltar por esta ventana daría igual. Nadie va a lamentarse por mí, la conciencia sobre ello me tranquiliza.

Respiro lentamente y me dejo rendir ante lo inevitable, ante la crueldad del destino imperante, y listo...

Quererte en secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora