Capítulo cuatro

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Me había despertado algo confusa, no entendía porqué Camila estaba dormida en mi pecho ni qué había pasado anoche.

Tenía recuerdos vagos de Camz llorando, ayudandome a quitar el vestido, bailando, de un chico al que le había dado el número... Pero no entendía nada...

Me levanté con mucho cuidado de no despertarla, aún cuando quería quedarme ahí viéndola dormir, porque sabía que no era buena idea que mis padres nos encontraran así.

Ella seguía roncando; se veía preciosa toda despeinada, babeando la almohada y murmurando cosas en sueños...

Bajé hasta la cocina, donde estaba mi padre y me puse a prepararle algo de chocolate caliente, y algunos waffles, a Camz.

- Buenos días, princesa - mi papá me dio un beso en la frente y se sentó en la barra a comerse unas tostadas - tienes un aspecto terrible jajajaja.

- Papáááá - su risa me hacía doler un poco las sienes, por lo que me tomé unas pastillas y las pasé secas - no me distraigas que se me quema el desayuno. Sabes que no sé cocinar bien.

- ¿Y para qué haces tanta comida?  - mi papá me miraba con dulzura, realmente yo adoraba a mis dos padres pero tenía una relación muy especial con mi papá - Ayer casi no hiciste ruido al entrar, no te sentí llegar.

- Es que Camz se quedó a dormir acá - sentí su mirada en la espalda, así que me inventé una explicación con los pocos recuerdos que tenía- porque sus padres iban a molestarse ya que había tomado un poco... Pero no les vayas a decir nada, ¿sí?

- Ay, los jóvenes - mi papá me ayudó a terminar todo y me dedicó una gran sonrisa - tranquila, puedes confiar en mí.

Mientras terminaba el desayuno escuché como Camz saludaba a mis hermanos y a mi madre, que estaba en la sala.

- Buenos días - Camila entraba a la cocina y olfateaba el ambiente - ¿es aquí donde hay comida gratis?

Mi papá soltó una gran carcajada y dijo: - Sí, acá lleva rato Lauren cocinando, sabrás tú con qué la chantajeaste para que se levantara a hacer ella sola el desayuno -.

Camila bromeaba con mi padre y se veía cuánto la quería él a ella. Mi padre sabía que mi relación con ella era especial, porque él y yo teníamos una conexión miy fuerte, así que la trataba incluso con más cariño que al resto de las chicas.

Comenzamos a comer con ganas, al final mi padre se despidió de nosotras y salió a su trabajo.

- Todo esto está muy rico - Camila se apretujaba en la boca dos trozos más de waffles con crema y fresas para bajarlos con chocolate -

- Camz, ¿sabes que pasó anoche?  - no había querido sacar el tema en todo el desayuno, pero me pareció que debía aprovechar que estábamos solas - No recuerdo bien.

- Bueno... Yo... Estemmm - se estaba poniendo roja - es que todo fue muy confuso.

- Camz, recuerdo haberte visto llorar - lo dije todo mirando a otro lado, tratando de tragarme mi orgullo para pedirle perdón -

- Sí, realmente no sé porqué lloraba - Camila sonreía y seguía comiendo, como si estuviera feliz del rumbo que había tomado la conversación - anoche hasta te reíste de mis chistes, Lolo.

- Imposible, Camz - me alegraba de no haber sido la razón de su llanto - si tus chistes son los peores del mundo.

- ¡Oye! Mis chistes no son tan malos - fingía una cara de ofendida que la hacía ver de lo más adorable -

- Pero aceptas que son malos - ella y yo bromeabamos, nos dabamos leves codazos y sonreíamos -

Por momentos como esos es que yo adoraba a Camila. Verla reír, hacerle cosquillas, escuchar sus chistes malos... Incluso me encantaba verla cuando se ponía sus lentes de Harry Potter y agitaba su varita falsa.

-  No, no son malos - Camz intentaba parecer mala, cosa que no podía - ¡ataque de cosquillas!

Si algo hay que saber de Camz, es que es muy patosa, así que no es sorpresivo cuando se tropieza, tontea o se enreda con sus propios pies. Y eso sucedió esa vez, intentando agarrarme se había caído, tropezando con sus propios pies, y terminó parando en el suelo.

- Camz, ¿estás bien? - intentaba contener la risa, porque a pesar de la leve preocupación ya me había acostumbrado a eso -

- Sísísísí - se había levantado rápidamente, sacudiendose la pijama - estoy bien.

Su expresión me dio tanta risa que no pude contenerme y terminé riéndome en su cara, mientras me ahogaba torpemente con un poco de agua.

- No te ríaaaassss, malvada - seguía tonteando conmigo y yo no podría estar más feliz - vamos, que tenemos que bañarnos.

Fuimos a mi cuarto y escogí algunas prendas que creí que le quedarían a Camz, aunque realmente ya casi éramos la misma talla, y esperé sentada en mi cama a que desocupara el baño.

Cuando por fin salió del baño, lo que me pareció una eternidad después, fui yo la que se sonrojó al verla entrar envuelta en mi bata de baño.

Salí rápidamente de la habitación, huyendo de lo inevitable, y traté de aclarar mis pensamientos bajo la ducha...

¿Por qué no podía dejar de pensar en Camz, por qué su voz y sus ojos tenían que llenar siempre mis pensamientos? ...

Era hora de reconocerlo, de aceptar por mi propio bien la verdad: No solo me gustaba Camila Cabello, eso era obvio para mí desde hace un tiempo, no... Me estaba enamorado de mi Camz...

Quererte en secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora