{NARRA AURORA}
Nuevo hogar.
Luego de empacar las mudas de ropa y todo lo necesario, ya que no sabía cuando volvería a Buenos Aires, cerré la maleta, y con ella bajé las escaleras para despedirme de mis padres. Mí madre no podía contener las lágrimas llorando a mares, se aferró a mí cuando me vio caminar hacia ella. La entendía, yo tampoco quería irme, pero por el otro lado pensé seriamente en tomar aquel viaje como una experiencia nueva, después de no saber qué hacer con mí vida, y de no saber qué carrera elegir, era preferible con un agradable aire europeo me aclarara las ideas antes que holgazanear las veinticuatro horas del día dentro de la casa.
Mí padre solo me dio un beso en mí frente y me sobo los hombros mientras me sonreía.
—Si quieres algo, o lo necesitas, solo habla con Pablo, es un buen hombre y te tratará como a una hija más.
—Está bien papá. Así lo haré.
—La vas a pasar bien hija, no me pongas esa cara, por favor.
—Nunca me fui del país.
—Vas a volver con la mente despejada, y lista para tomar una carrera.
—Eso espero —le dije sonriendo.
—Vamos, se nos hace tarde, Pablo ya me avisó que está esperando en el aeropuerto.
El aeropuerto estaba abarrotado de gente, algunas esperaban a embarcar, otras, su vuelo se retrasaba, algunos grupos despedían a otros, y otros más, le daban la bienvenida al país. Yo, iba a viajar a España con un hombre que no conocía en lo absoluto, pero que decía ser un gran amigo de mí papá. Parecía amable, y quería ponerme una sonrisa en la cara ante el viaje que se estaba aproximando. Unos minutos después, estaba sentada en el asiento en primera clase, a mí lado, Pablo, el padre del dichoso Maximiliano. El señor no paraba de hablarme, lo entendía, solo quería parecer simpático y que el viaje no me fuera tan tedioso, pero en realidad, no me agradaba para nada. Le asentía de vez en cuando, y le contestaba en monosílabos cuando me preguntaba algo de mí vida personal. Tener que contarle a un extraño mis cosas, no me parecía adecuado, sobre todo siendo dos veces las que lo vi. Pero el pobre hombre solo trataba de hacerme pasar un buen momento y por mí cara dudaba que así fuera.
—Aurora...
—¿Sí señor Bosch?
—Primero, llámame Pablo, y segundo, siento aburrirte con mis temas, solo quiero que te sientas cómoda, y espero que en la casa te sientas a gusto.
—Eso espero yo también señor... Pablo.
—Así me gusta —me dijo con una sonrisa, y yo no tuve otra que respondérsela—. Estoy seguro que mí hijo y tú se llevarán de maravillas.
—Sí —le contesté sin saber qué más decirle.
Su hijo tenía la reputación de un sinverguenza y mujeriego que ni él podía con eso. Lo calificaba de hombre respetable pero no era más que un despilfarrador de plata, sexo y alcohol. Una verdadera joyita de hijo se cargaba el hombre.
Suspiré cuando luego de más de doce horas aterrizamos en el aeropuerto internacional de Andalucía. Tomé alguna de mis cosas que había querido tener conmigo, y salimos del avión. Pablo era muy amable conmigo a pesar de mis reacciones. Y en todo momento estaba al pendiente de mí. Siempre esperándome a que recogiera mis cosas, y saliera también del avión a su lado. No quería perderme, de eso estaba segura, si me perdería era factible que le daría algo.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Pasión
RomanceLa vida de Max da un giro de 360 grados cuando a su vida entra una desconocida, una joven extranjera de Sudamérica para poner de cabeza todo su mundo. Él intentó no mirarla con deseo, era demasiado joven e inteligente para él. Max nunca imaginó que...