Capítulo Dieciséis: Una desagradable verdad

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                                          {NARRA AURORA}

                                      Una desagradable verdad

Ni por casualidad iba a irme con él, después de escucharle decir eso. Tiré la maleta al piso cuando me encabroné con él.

—¡No me voy a ir con vos! —le volví a gritar.

—Aurora, estás alterada. Es mejor que te tranquilices y nos vayamos.

—No, no lo voy a hacer. No después de escucharte decirles eso.

—¡Aurora! ¡Cálmate!

—Quiero saber la verdad, ¿por qué tenemos que hacer este viaje? No quiero irme.

—Tienes que venir conmigo. No te dejaré sola aquí.

—Estoy con Sara y a veces viene Andreas.

—No es lo mismo. Estarás más segura conmigo.

—Lo dudo —le dije y él me miró mal.

—Por favor, ven conmigo, te lo suplico.

—¿Me vas a contar lo que está pasando? —le pregunté, más calmada.

—Sí, lo haré, pero en Barcelona.

—¿Por qué tienes la manera de doblegarme tan fácil, Maximiliano?

—Max —me dijo con una sonrisa—. Vamos a Barcelona, dulzura —volvió a decirme y metió la maleta en el baúl.

Sara y Andreas quedaron estupefactos al vernos. Max y yo los saludamos para despedirnos, y entramos al auto. Ambos quedaron parpadeando, y yo los saludé con la mano.

El viaje iba a durar pocas horas, y esperaba que la vista le agradara. Y lo hizo, las luces de la ciudad se veían como pequeñas luciérnagas en la oscura noche, el aire fresco de verano, ondeaba mi pelo, haciéndome oler el aroma de los árboles florales que estaban más abajo del borde de la ruta.

—¿De qué estaba hablando Sara hace un rato? —me preguntó, sacándome del encantador paisaje frente a mis ojos.

—Luego te lo diré.

—Quiero que me lo digas ahora, Aurora.

—No es nada importante.

—Dímelo. Tengo derecho a saberlo.

—Y yo también lo que me estás ocultando.

—Primero las damas.

—Sos gracioso, ¿no? —le dije y él se rio—. No fue nada del otro mundo, solo hicimos una apuesta.

—Interesante, ¿sobre qué?

—Bueno, digamos que la apuesta consistía en que si la semana pasaba y no me dabas un anillo, yo le preparaba una cita con vos.

—¿Y si tú ganabas, y yo te daba el anillo?

—Ella me organizaría las fiestas de compromiso y de bodas.

—¿Eso quiere decir que has perdido? —me preguntó y yo le asentí con la cabeza.

—No sé porqué no querés casarte conmigo, sé que no estuvo bien no contarte sobre la fiesta, pero...

—No es por eso, Aurora. Cuando lleguemos te lo contaré. Verdaderamente, no lo quiero hacer, pero es imposible no contártelo. Así qué, debes saberlo.

—Me estás matando de la intriga. Y no está dando miedo lo que me estás ocultando también.

—Pronto llegaremos, y te contaré todo.

Dulce PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora