Capítulo Doce: Sinceramente, lo extraño

12.9K 471 30
                                    

                                             {NARRA AURORA}

                                         Sinceramente, lo extraño



La llamada que había tenido con Max antes de acostarme, había sido como tenerlo nuevamente en la casa. De su amigo no me confiaba mucho, y solo esperaba que aquellos días que tenía que quedarse en Barcelona pasaran rápido. Lo bueno de todo, en un día y algo más lo volvería a ver y eso me ponía contenta. Me dormí con una sonrisa en los labios.

La mañana del siguiente día, me desperté tranquila, sin embargo, sabiendo que Andreas continuaba dentro de la casa no me dejaba del todo conforme. Fui directo al baño para ducharme y vestirme luego de armar la cama. Una vez que terminé de arreglarme, saqué la silla que había puesto la noche anterior contra el picaporte de la puerta. Sí, hasta eso me había hecho llegar Andreas por su propia culpa.

Salí del dormitorio, y arqueé una ceja cuando lo vi en la cocina preparando el desayuno.

—Hola, buenos días. Compré algunas cosas en el supermercado y estoy preparando el desayuno.

—Hola, buen día. ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú? —me preguntó, refiriéndose obviamente a lo que había sucedido la noche anterior.

—Mejor, gracias. ¿Por qué estás haciendo el desayuno?

—Porque quiero. Quiero ofrecerte mis disculpas por lo que pasó anoche.

—Ya pasó, Andreas. No necesitas disculparte más conmigo, y hacerme el desayuno.

—Bueno, pero aun así, lo quiero hacer.

—Está bien —le terminé por decir.

Preparé la mesa en la parte trasera de la casa, sobre la mesa de madera con el techo de tela, que daba a la pileta de natación y a los jardines. Pronto estábamos desayunando, y a medida que pasaba el tiempo ninguno de los dos hablaba.

—¿Qué te parece si te llevo de compras?

—Te lo agradezco mucho, pero no tengo muchas ganas de ir de compras.

—¿Qué haces todo el día aquí dentro? Estás encerrada mientras Max trabaja.

—No me siento encerrada, ni mucho menos. Es una casa bastante amplia como para sentirme enclaustrada.

—Sí, la casa que eligió Max es una verdadera joya, pero creo que una mujer siempre se siente sola y encerrada cuando no está el hombre de la casa.

—Yo no me siento así como dices —le dije tomando un sorbo del jugo de naranjas.

Realmente, había sido un completo error haber coqueteado desde el primer momento con Andreas, la jugada me había salido bastante mal, y estaba pagando las consecuencias de mis actos. Tener al amigo italiano de Max, como una mosca de verano era agobiante. Densa, y pegajosa.

—Aurora, en serio, no quiero incomodarte estando aquí.

—No lo haces, sos muy atento conmigo, pero la verdad es que no estoy acostumbrada a que los hombres me traten bien. Tuve un noviazgo no muy bueno en Argentina, y sinceramente no tengo ganas de salir con otro hombre.

—Bueno, por lo menos considérame tu amigo, ¿no?

—Sí, está bien. Amigos.

—¿Puedo saber sobre tu ex novio?

—No hay mucho que decir. No me quería, esa es la verdad. Estaba conmigo por interés.

—Es horrible saber eso.

Dulce PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora